tag:blogger.com,1999:blog-57475460474796379982024-03-13T15:42:23.588+01:00DisportanciaDisportancia, lo contrario de importancia.<br>Rincón para los desmanes literarios de Aitor Solar, conocido en ciertos lares como Entropía.Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.comBlogger222125tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-34402823899194456152023-12-31T12:13:00.005+01:002024-01-16T18:28:45.115+01:00Lecturas 2023<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcw2sQUE9Gue0BczQMeYA2oWnFjLCCV6apyFruIkZjTy6YEtJEFsiow45rZueLwUysXNz7Xu8pLKy14n4FQ5DVEMrslMNsnr32Z7UaFrAuOEfS2b-xqGs6ijHnF1Q1KGZNVZVolKyjil4g0tiT2Re3bLw2TnwcKm0OlYlx4tvzpEDrs6ZrYjatqtTh/s250/lecturas23.jpg" title="Light and Shadow Study, obra de Peijin Yang" />
<p>Este año ha sido otro desastre literario y a duras penas he logrado acabarme diez libros. Y no será por falta de ganas, pero entre que voy menos en transporte público y otras complicaciones en casa, no he tenido mucho margen (y, seamos sinceros, hoy día el móvil es un serio competidor por el tiempo de lectura). Con todo, no está mal la lista de volúmenes, aunque unos cuantos han sido decepcionantes. Y eso siempre ralentiza la lectura, redundando en el efecto acumulado.</p>
<p>Lo que nadie me puede negar es la variedad: hay teatro, poesía, novelas cortas, clásicos, obras posmodernas...</p>
<div class="ficha" id="01">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3lfQrIGWyZgJCVWCSDFnVmzIXasoaNNWFxcV3TGTDp5GBuFNrYxcUiznWlHyVkdeI_6uGoN_Mlf0Xl8LflJpwtLdQSjpUlaEDqMADqr-07odgBEhkkT8NqOrXiZYc7NZqdH2KKdg6-QL68n_GfvhB3z3Fc6_EpQbfZNiIU3I3lNmUwyLN4C7k6cLT/s180/lecturas2023_01.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>Tidepool</b> [<span title="En inglés">🇬🇧</span> <span title="E-book">💻</span>]<br />Nicole Willson (2020)<br />The Parliament House, 2021. 292 págs.
<div class="comentario">
<p>
Leí este libro dentro del <a target="_blank" href="https://leyenda.net/cthulhu/tema.php?id=883">Club de Lectura de los Mitos</a> que organizamos de vez en cuando en <b>Leyenda.net</b> y debo decir que, aunque comienza con cierta gracia, ha sido muy decepcionante.</p>
<p>No es que haya nada terrible, pero tampoco nada maravilloso, va avanzando sin acabar de «romper» en ningún momento, y los personajes no llegan a mostrar todo su potencial. Aunque sí tiene algún toque «lovecraftiano», y la ambientación es interesante, no creo que en conjunto merezca la pena.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="02">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrunjRGcrAI9gHFWY4FqsQsrQQmLA649u3d2S2KK2cCiqCFbOpT_34w4Rqpxsa7exxcg2tOJ-S9apQ6VrgYGlvEkimwLnCVxKCA5PAX0lzMI7dgD7mQQiRvULict6XCoSFyBVC-mRLzpWbLd5LVeE6VYWrTjl7mBPBoa4_FS3_zFommk_EH2hzdP_O/s184/lecturas2023_02.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Luces de Bohemia</b> [<span title="Teatro">🎭</span> <span title="Existe película">🎥</span>]<br />Ramón María del Valle-Inclán (1920)<br />Letra Minúscula, 2022. 161 págs.
<div class="comentario">
<p>
Me daba cosa no haber leído nada de Valle-Inclán, así que por fin me he puesto con <i>Luces de Bohemia</i>, que es su obra más conocida.</p>
<p>Me ha costado entrar en el texto, seguramente porque yo esperaba una historia al uso (o incluso una obra teatral tradicional), y obviamente no es tal, sino una crítica al mundo cultural y social (y político, por supuesto) de su época, con una estructura confusa, pero he acabado disfrutándolo.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="03">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDB21dPoCAUpXIY0X6nzJ0ERoBDTIvQ4PQZuhyZQyhnJua_Dxoh5sEd70muvDJCuqpXfdDy7NCOd3i7d4_nOXQkX0OVRKxbK807o7gtGeKyb1OBZDgwu1rTPEp9pekvfXzbfTwjTGq8WdWaC6HT1LxWMXc9GYwsfJbfJxM5xH7XWUeyyTY5OmHcVj1/s210/lecturas2023_03.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Las moras agraces</b> [<span title="Poesía">📜</span>]<br />Carmen Jodra Davó (1999)<br />La Bella Varsovia, 2020. 85 págs.
<div class="comentario">
<p>
No suelo leer poesía, pero me acerqué a <i>Las moras agraces</i> empujado por la fama de este poemario y la temprana muerte de su autora.</p>
<p>Me faltan tablas para juzgar, pero mi impresión es desigual. Hay poemas magníficos y otros que me parecen meros ejercicios de estilo (con calidad, eso sí). Creo que tendré que releerlo dentro de un tiempo para hacerme una idea cabal del conjunto.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="04">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJIoVHWcy3n-6FBxOUOlz0Virg0W7C9nGG45dVbimp6cFpfmNh-fwEBL482FYZASgBpPKiVmusisW6nsAx9AS7cj8f1c-kpOzEE_6vVkOJ6K7CTVWWgRzA7E-q-D9nY4hm3agv9cKG7O7jOOBVG8-i4sP01UYir5FKBU3_GR15swx4I2qjn-Nq0AV7/s192/lecturas2023_04.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Una habitación con vistas</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Edward Morgan Forster (1908)<br />Alianza, 2005. 294 págs.
<div class="comentario">
<p>
Pues esta novela ha resultado bastante decepcionante, y eso que tiene mucha fama. Se ambienta en Florencia (donde está la famosa habitación) y luego en Inglaterra, de donde son los protagonistas, y como está muy bien escrita, ha sido fácil de leer, pero toda la parte del romance y de la supuesta emancipación de la protagonista se me ha hecho cuesta arriba.</p>
<p>Todos los personajes, y especialmente los miembros del «triángulo amoroso», parecen unos pánfilos incapaces de valerse por sí mismos en la vida. Y claro, con esos mimbres cualquier conversación profunda parece palabrería de adolescente. Sobre temática similar, es mucho mejor <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2022/12/lecturas-2022.html#05">La edad de la inocencia</a>.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="05">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhGGAiYTm53p99osvnzXaQ_vtHOwnAtioBt4N8ZFEdfwZ4wOU_T04Fl1c72kNyIcDHgOIfjqEkbTfHC5Dll2oscD0r8Pb2AGv8W50BGhSzV2xwqh9SszqJoQ8KsrmeLwWYdLJC4LO-3vD5qL08Ai6RxrYYUn0Jufyqx72kSUTZWJCA9xslEFVxAFFNAWo/s190/lecturas2023_05.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Lulú (El espíritu de la Tierra)</b> [<span title="Existe película">🎥</span> <span title="Teatro">🎭</span>]<br />Frank Wedekind (1895)<br />Losada, 2014. 168 págs.
<div class="comentario">
<p>
Ya había leído a Wedekind en su polémica <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2014/04/tres-novelas-extranas.html#3">Mine-Haha</a>, y me atreví con esta obra de teatro que se supone base de la famosa película de mi admirada <b>Louise Brooks</b>, <a target="_blank" href="https://en.wikipedia.org/wiki/Pandora%27s_Box_(1929_film)">La caja de Pandora</a>. Mi sorpresa ha sido descubrir que sólo contiene la primera parte, porque falta otra obra teatral de 1905 llamada igual que el film ¯\_(ツ)_/¯</p>
<p>En cuanto al texto, Wedekind vuelve a usar simbolismos y referencias sexuales omnipresentes pero nunca explicitadas. Se supone que Lulú, la protagonista, es fundamentalmente mala y usa su belleza para manipular a los hombres, de un modo que me recuerda a <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2016/10/el-mal-mujer.html">La Mandrágora (Alraune, 1911)</a>, pero realmente parece que ellos son bobos, porque no es que la chica sea muy sutil o retorcida. Intentaré conseguir la segunda parte para acabar de formarme una opinión.</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="06">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPlJ4jE3ZJX5zgaOP169UqOBdeiaFaIacVkpK-Ju6qQ2D4swBhDrY238jD--ONJjvfWS-S5X4LEbS9Oz9A04GkhuZmOLAbzzAWHqW-pS7J2L5Jz0HswsGqXCie1EeTlzlKCgT1sja1SMHo_6mb7o40h24ikO7vFbBLW8WFbiweXgvGvsaJ2nnypbdlELE/s180/lecturas2023_06.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>La chica que lo enseñaba todo</b><br />Martí Sarroca (1987)<br />Júcar, 1987. 175 págs.
<div class="comentario">
<p>
Está escrito bajo pseudónimo por <b>Andreu Martín</b>, autor que fue luego conocido sobre todo por la serie del detective <b>Flanagan</b>, dirigida a un público juvenil y que se publicó con posterioridad a esta novela.</p>
<p>No sé si será representativa de la calidad de Martín, pero me ha resultado decepcionante. Los personajes carecen de registro propio y no tienen reacciones sensatas acorde a la situación, la trama es inexistente y te pone unos <i>infodumpings</i> de enciclopedia cuando no viene a cuento. Ni siquiera la chica del título (claramente pensado para atraer el morbo) tiene mayor importancia en la historia, aunque el giro final pretenda arreglarlo todo.</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="07">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV-DcqTPlZCFWtRXaq4LpmkV4yAVPBTGMth7Ri9sEJryCC_a_pxCOlem-Pn78FzKF9iUyFDmjRP1JOSoiDZX04cjGYpC8jPWgBCzEhzEd663XJLPVfYThMXIQgs8Bk8vWnlfVH5zDb6VPytpGD73OFr0i1a9_kgkQeF_GlCbkeW-q27ttoVNqZmTiTxcw/s186/lecturas2023_07.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Tela de sevoya</b><br />Myriam Moscona (2012)<br />Acantilado, 2014. 275 págs.
<div class="comentario">
<p>
Este libro es difícil de juzgar. Trata sobre el idoma ladino o judeoespañol (de ahí el título, «piel de cebolla»), y sobre el devenir de los judíos en la diáspora y de la propia familia de la autora, lo que en principio suena bien, y desde luego la prosa es de gran calidad.</p>
<p>El problema estriba en que no es una novela, y tampoco un ensayo, sino una serie de reflexiones inconexas, recuerdos, algunos sueños, historias familiares... De por sí interesantes, pero que no forman un conjunto coherente y acaban por aburrir un poco precisamente por esa falta de conexión narrativa.</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="08">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgH-_bMLgC7reTIgdb_NQybmb_aZD4CO9qbTPX9UtU3Qw8EsHeHWWhwGum8mlVhmC2rh8rIFcMh8hzWkOdobX_4SjU_bDZsAbs770lnqhYawFTjsCvDPx94dsajVhHQNkbzNHoFsI4NvG7Qre3BEFlED7bBI1FvV-VhrQgO6PJhxpCQpqRGjEqnpmcGms/s191/lecturas2023_08.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>Las tumbas de Saint-Denis y otros relatos</b><br />Alejandro Dumas (1839-1849)<br />El País, 2007. 79 págs.
<div class="comentario">
<p>
Necesitaba un tomo pequeño que me cupiera en la mochila, y esto apareció por mi mesa como por sorpresa.</p>
<p>Aunque no podemos poner en duda la calidad de Dumas padre, estos tres cuentos son bastante malos. No sólo anticuados en su planteamiento, lo cual es plenamente disculpable, sino como historias propiamente dichas. Están llenos de desconexiones argumentales, reacciones forzadísimas, etc. Vaya, un desastre.</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="09">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRSLjkZ5zOgN3knR4TtVhP5XQ1aH240-lv-1_fHZxzalsQ3ylrjdL66tKC_BduZYhA7AS2ivpdoYnqf3LcYvt3YoSMsfHYZvJg_jiraLZiDyR4Y0zIpo8A-z9VuAE1rxvCumRYl1ed0aO8c0KrpAezmX52JpwuR0pq2OVLIzdm-SYMTwkE9ZvrV5ec-6w/s174/lecturas2023_09.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>Echidna</b> <span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span><br />Beatriz Alcaná (2022)<br />Ayuntamiento de Nava, 2023. 68 págs.
<div class="comentario">
<p>
¡Otro tomo delgado que se cuela en la lista de lecturas! Es porque se incluyó en el Club de Lectura de los Mitos, de la web <a target="_blank" href="https://www.leyenda.net/cthulhu/index.php">Leyenda.net</a>, lo mismo que <a href="#01">Tidepool</a> a principios de año.</p>
<p>Esta novela corta usa la <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2015/02/la-narracion-epistolar.html">narración epistolar</a> y tiene un estilo decimonónico que a mí, personalmente, me gusta. Pero le falta contenido, no logra que uno conecte con los personajes (tanto por su brevedad como por el distanciamiento de este estilo de prosa) y claro, cuando llegan los sucesos culminantes no tienen la fuerza que debería. Poner a todos los personajes apellidos de escritores conocidos no ayuda precisamente a darle realismo.</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="10">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhePGYqyndofY4kgwmELQ-K0LGd5Q7sEvlCd1AS_LnMY846bMiC9bEL3ratwrli1JHoG5iYsxPz_CNoxG6_90_ahOZDehMug0iHfTPE8qwAHXp3o9IYhwAHu3slkQ15AccqxTKgzST15b7YFZEuHDS-sSeVzypM9-oONaebOQ-G6ACBQlaI0czSvkBg0QU/s183/lecturas2023_10.jpg" title="★★★★☆" />
<b>Esposa hechicera</b><br />Fritz Leiber (1943)<br />Martínez Roca, 1989. 190 págs.
<div class="comentario">
<p>
Qué ganas tenía de echarle la zarpa a este libro, que en castellano sólo se publicó en 1989 (me parece increíble, estando considerado un clásico del terror sobrenatural de su época, y de un autor bastante conocido, creador por ejemplo de la saga de <b>Fafhrd y el Ratonero Gris</b>).</p>
<p>Se le notan los años, y la premisa ya no funcionaría en la sociedad actual, pero sigue siendo una excelente lectura. Mi única queja es que tire por el suspense y no por el terror en sí mismo, porque con un par de cambios habría quedado tremendo.</p>
</div>
</div>
<!--
<span title="De la biblioteca">📚</span>
<span title="Existe película">🎥</span>
<span title="Relectura">↪</span>
<span title="Ensayo">🎓</span>
<span title="Teatro">🎭</span>
<span title="Poesía">📜</span>
<span title="En inglés">🇬🇧</span>
<span title="E-book">💻</span>
<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>
«» …-->
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-48172535875063631832023-08-29T10:17:00.001+02:002023-08-29T10:17:25.958+02:00El portal de la sabiduría<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmTKjYhqrDNS7LOlfan0-G9Ne6o79LkR5gVWg6simxBg82Aa7GTwZlgiThXhOO0MRVJpwUD2nc1tLrbGjEte1VsHqgCPyTTWUZpCeiCFICVPt08pHG3LjrRmB0Dsff77CV8vZneANhnBLoy2SO6L87PHYMFxVPpSAcQM3dxePVG66wo4pDb5WU3bdSi7o/s200/portal.jpg" title="Portal arcano" />
<p>Tenía ganas de pasar a relato esta idea que me rondaba. Admito que en el fondo es muy simple, pero me parecía simpática. Ha quedado cortito, <b>2063 palabras</b>, pero creo que no tendría sentido alargarlo más, es la longitud que pide de forma natural.</p>
<p>Es curioso, porque inicialmente el enfoque iba a ser distinto (digamos que más abstracto, centrado principalmente en la trama de fondo), pero casi sin quererlo aparecieron unos personajes con más profundidad de la que yo preveía. Escribir tiene estas sorpresas agradables (otras veces no lo son tanto).</p>
<p>Ahí va, espero que os guste.</p>
<div class="relato">
<h3>El portal de la sabiduría</h3>
<p>Era difícil asegurarlo, siendo de noche y no disponiendo de iluminación, pero tenía que ser allí. El joven se detuvo ante la puerta y golpeó según la cadencia secreta, ignorando la pertinaz lluvia que se colaba por la basta tela de su sayo y empapaba sus prendas interiores. Por fin oyó descorrerse los cerrojos y se le permitió el paso.</p>
<p>—Llegas tarde —fue el único saludo que obtuvo al entrar en la estancia a oscuras, que volvió a clausurarse tras de él.</p>
<p>—Yo… —intentó explicarse.</p>
<p>—Vamos, rápido —le interrumpió aquel personaje en la penumbra—, el cónclave te aguarda.</p>
<p>Le condujeron apresuradamente hasta una sala alumbrada con candelabros de velas de sebo. Allí se detuvo, con la tela goteando agua sobre el suelo de piedra toscamente pulida. Al otro lado de la mesa que tenía en frente, varios individuos de edad. Debían de ser miembros de la orden, y se sintió amilanado por su autoridad.</p>
<p>—Habla —le conminaron.</p>
<p>—Losab… —tartamudeó nervioso, y luego se aclaró la voz, intentando ganar confianza—. Los sabios del observatorio han realizado la última corrección al cálculo respecto a la activación del portal de la sabiduría.</p>
<p>—¡Vamos, chico, dilo! ¿Cuándo será?</p>
<p>—Esto, pues… será mañana, una hora después del mediodía.</p>
<p>Eso provocó algunos comentarios.</p>
<p>—Es antes de lo que esperábamos —decían entre ellos.</p>
<p>—Pero se puede hacer, la palabra rúnica pronto estará lista.</p>
<p>—No hay que apresurarse, o de nada servirán años de esfuerzo.</p>
<p>—Ante todo nadie debe adelantársenos, eso es fundamental.</p>
<p>Y luego devolvieron su atención al recién llegado.</p>
<p>—¿Se puede saber por qué has tardado tanto en presentarte con tan importante nueva? —dijo el que parecía el principal entre ellos.</p>
<p>—Es que… una turba de supersticiosos atacó el observatorio. Los maestros intentaron calmarlos, pero fueron apedreados. Yo hui y tuve que dar un largo rodeo para venir hasta acá. No sé qué ha sido de ellos pero, cuando me volví a lo lejos, una nube de humo se alzaba allí.</p>
<p>Eso sumió en la desesperación a los presentes.</p>
<p>—¡Qué gran pérdida, de lo poco que quedaba del saber de antaño!</p>
<p>—¡Irreparable!</p>
<p>—No perdáis la esperanza —decía uno de ellos con frágil optimismo—. Con el conocimiento secreto de los ancestros, eso muy pronto cambiará.</p>
<p>—Alabados sean los ancestros —respondieron a coro.</p>
<p>El chaval temblaba y contuvo un estornudo.</p>
<p>—Amigos, son circunstancias muy graves pero estamos olvidando nuestras responsabilidades como anfitriones —dijo el que le había preguntado antes—. Vamos, muchacho, debes abrigarte y descansar. Mi sobrina te acompañará a un aposento.</p>
<p>Ellos se quedaron discutiendo, pero él siguió a la joven que se le había indicado. Llevaba una palmatoria que apenas iluminaba su pelo rojizo y el hombro de su modesto vestido. Los escalones crujían, y no menos los tablones del suelo del piso superior. La chica lo condujo a un cuarto pequeño, dejó la palmatoria en una mesita y, sin mediar palabra y lanzándole una fría mirada, se marchó. No sabía qué mal podía haberle hecho, pero estaba demasiado agotado para pensarlo. Se desnudó y se tumbó, sin molestarse siquiera en buscar chinches.</p>
<hr />
<p>Despertó de madrugada, reviviendo las imágenes del observatorio en llamas. Creyó oír incluso el crepitar del fuego, pero cayó en la cuenta de que eran los rugidos de sus tripas vacías. ¿Desde cuándo no comía? Ancestros, qué hambre. Logró conciliar de nuevo el sueño un rato más, hasta que notó que alguien lo zarandeaba.</p>
<p>—¡Venga, despierta de una vez!</p>
<p>Se dio la vuelta sobre el jergón y vio que se trataba de esa misma chica. ¿Ya era la hora del desayuno?</p>
<p>—¿Qué traes de comer?</p>
<p>—No soy una criada, y menos tuya —replicó ella de malos modos—. Vamos, tienes que bajar rápido.</p>
<p>Tiró de la manta para apremiarle y él brincó para impedirlo, al comprender que estaba a punto de quedarse desnudo. La muchacha soltó una risita y salió del cuarto. Avergonzado, el joven cogió sus ropas, ya secas pero no por ello cómodas, y se apresuró a cubrirse y a seguirla al pasillo.</p>
<p>Por lo que atinó a ver, toda la parte posterior de aquel edificio, que visto desde la calle pasaba por una simple establecimiento familiar de amanuenses, formaba una enorme y abigarrada biblioteca. No sólo los estantes de las paredes contenían más libros de los que había contemplado a lo largo de su vida, sino que casi toda superficie disponible estaba cubierta de papiros y pergaminos de vitela en aparente desorden. Entre ellos divisó una bandeja con bollos y no pudo resistir el impulso de zampárselos a dos manos. Cuando vino el señor de la casa, trató de disimular los carrillos hinchados.</p>
<p>—Hola, muchacho, gracias por venir. ¿Sabes leer?</p>
<p>Él asintió, intentando tragar a la vez todo lo que le quedaba en la boca.</p>
<p>—Bien, memoriza esto.</p>
<p>Le mostró un retal de papel en el que aparecían escritos unos caracteres a péndola. Se fijó en ella con cuidado, pero las runas de los ancestros se le hacían difíciles.</p>
<p>—¿Es la palabra mágica que abre el portal? —preguntamos.</p>
<p>—Eso creemos, sí.</p>
<p>—¿Qué significa? —dijo, admitiendo su ignorancia.</p>
<p>—Nadie lo sabe, es otro conocimiento que se ha perdido. Pero, si nuestros cálculos son correctos, es una de las palabras de poder habituales.</p>
<p>—¿Una?</p>
<p>—Como sin duda te dijo tu maestro, durante el Gran Colapso se olvidó el modo de acceder al portal de la sabiduría. Otros antes de nosotros intentaron deducir en el pasado cuál sería, sin éxito. Pero sus fracasos nos acercan al triunfo, pues nuestra orden ha conservado las palabras inválidas. En fin, confiemos en que esta sea la correcta. Sobrina, ¿tú también la has aprendido?</p>
<p>—Por supuesto, y mejor que él. ¿Por qué tiene que venir?</p>
<p>—Por el mismo motivo que tú, porque sois jóvenes. —Les agarró a cada uno del hombro—. Escuchad, ya pocos recuerdan la última ocasión en que se activó el portal. Yo no era más que un niño, y casi todos los miembros de la orden han muerto. Por si no lo sabéis, cada vez que fallamos, los ancestros pierden parte de su fe en nosotros, y el periodo hasta que vuelve a activarse se prolonga más y más. Si también marramos esta oportunidad, para la próxima quizá seáis ancianos. Por eso quiero que estéis presentes y recordéis, para cuando os toque. Vamos, hemos de marchar. Sobrina, ya sabes lo que hay que hacer.</p>
<p>La chica fue a quemar el papel en la chimenea.</p>
<p>—Espera —le rogó el muchacho—, déjame mirarlas una vez más.</p>
<p>Ella suspiró, pero lo mantuvo frente a sus ojos mientras él intentaba rememorar las lecciones de sus maestros. ¿Cómo diablos se pronunciaba eso? Imposible.</p>
<p>—¿No la puedo apuntar?</p>
<p>—Por supuesto que no, estúpido, ¿y si alguien te lo roba y es él quien consigue acceder al portal de la sabiduría? ¿Imaginas qué desastre si todo el poder que contiene cayera en malas manos? Vamos, has tenido tiempo de sobra, nos esperan.</p>
<hr />
<p>Partieron enseguida por un portillo trasero que daba a un discreto callejón. Marchaban siete: ellos dos, el tío de la muchacha y cuatro hombres más que debían de ser guardias o allegados. El chico se asustó al descubrir que portaban fierros bajo las capas, no estaba acostumbrado a esas cosas. Pero mejor eso que caminar desprotegidos, se dijo, y el siete era un número afortunado.</p>
<p>No sabía a qué distancia se hallaba el templo de los ancestros, era un secreto bien guardado. Pero no llevaban provisiones y faltaba poco para la hora marcada, así que no podía ser muy lejos.</p>
<p>Fueron adentrándose en las peores zonas de la ciudad, donde abundaban edificios desvencijados, pavimentos agrietados y llenos de hondonadas que nadie sabía ni quería reparar, con muchas casas clausuradas con tablones y un signo pintado en ellos para indicar que estaban contaminadas de alguna enfermedad incurable (casi todas lo eran). Pero peor que eso eran las turbas de siniestros penitentes que seguían a sus respectivos profetas, dispuestos a traer el paraíso a base de sangre y muerte, los mutilados de guerra que mendigaban, asqueando a la mayoría de los transeúntes, y la horda de pillos y criminales que rodeaban a cualquier desprevenido para robarle o para apuñalarle en una esquina oscura y sacarle lo poco que llevara.</p>
<p>—Si fallamos —comentó en voz baja la chica, que iba a su lado—, el mundo no aguantará hasta la próxima apertura.</p>
<p>No sabía si se dirigía a él o hablaba sola, así que no respondió. Pero lo que había dicho era eco de sus propios pensamientos. Siendo aún joven, él mismo recordaba tiempos mejores. La degeneración de la sociedad se aceleraba.</p>
<p>Siguieron caminando, apretando el paso y evitando los lugares peligrosos. Pasmaba darse cuenta de lo enorme que había sido la ciudad, de la que apenas seguía habitada una pequeña parte. Allá donde estaban ahora sólo quedaban ruinas de cimientos, vegetación y algún que otro edificio suelto invadido por la hiedra, de modo que más parecía que estuviesen a campo abierto.</p>
<p>Entonces cayeron en la emboscada. Todo fue muy confuso, unos tipos embozados saltaron encima de ellos, los guardias sacaron sus armas pero enseguida estuvieron enzarzados en un desventajoso cuerpo a cuerpo, frente a las dagas de sus adversarios. El chico contempló aterrado cómo uno de ellos se le abalanzaba, pero el maestro de la orden le apartó a un lado para protegerle, llevándose él la estocada.</p>
<p>Se llevó las manos al estómago y el asaltante se puso furioso. El muchacho trató de huir, y al hacerlo vio que la chica se había quedado paralizada al ver que herían a su tío. La agarró del brazo y tiró de ella hacia la maleza. No la soltó mientras se escabullían, alejándose cuanto fuese posible de los sonidos de lucha, hasta que por fin pudieron detenerse.</p>
<p>Vio que ella lloraba.</p>
<p>—Mi tío, es todo lo que tenía…</p>
<p>No sabía qué hacer, así que la abrazó.</p>
<p>—Sabían que el portal se activaría —dijo entrecortadamente entre sollozos—, pero les faltaban las runas. Por eso nos han atacado.</p>
<p>—Y no querían matar a tu tío —añadió él—. Pero ha pasado, y ahora no conocen la palabra. Escucha, ¿tú sabes cómo llegar hasta allí?</p>
<p>Ella se desasió, enjugándose las lágrimas, y asintió.</p>
<p>—Es un secreto, pero siempre he sentido curiosidad y finalmente accedió a contármelo. No estamos lejos. Tienes razón, tenemos que hacerlo, se lo debemos a él.</p>
<p>—Y a toda la humanidad. Vamos.</p>
<hr />
<p>Trataron de seguir sendas apartadas que avanzaran en la dirección correcta. El paisaje estaba lleno de muros derruidos, hechos con materiales que le resultaban desconocidos.</p>
<p>—Aquí hubo enormes torres que llegaban hasta el cielo —comentó ella.</p>
<p>—¿Como las de los castillos?</p>
<p>—Mayores aún.</p>
<p>Era difícil de creer, pero ahora había cosas más importantes de las que preocuparse. La siguió hasta un edificio cubierto de vegetación. No vieron a nadie cerca, pero eso no logró que se sintiera seguro. Sugirió esperar, pero ella se negó.</p>
<p>—Ya es la hora —dijo—, no podemos retrasarnos o alguien se nos adelantará.</p>
<p>Se acercaron al descubierto hasta la entrada. El campo de fuerza mágica casi invisible que la protegía se deslizó ante ellos.</p>
<p>—Eso significa que el portal ha vuelto a activarse. ¡Vamos!</p>
<p>Entraron, aunque él temía que hubiera trampas. Siempre había trampas en los sitios así, ¿verdad? Pero ella ignoró a sus temores.</p>
<p>—A ver, la sala del portal tiene que ser… ¡esa!</p>
<p>No había nadie, pero la inusual arquitectura y los restos de magia olvidada hacían que se les erizara el cabello. Se adentraron con respeto en la estancia. Había una especie de trono de extrañas hechuras, y delante un recuadro que ella identificó como el Portal del Saber.</p>
<p>—Es pequeño —dijo el chico—, no cabremos por ahí.</p>
<p>—Porque no es para pasar, so bobo, sino para que emerja por él todo el conocimiento perdido. ¡Mira! Esta es la tabla de las runas, hemos de seleccionar las correctas.</p>
<p>—Vale, ¿las recuerdas?</p>
<p>Por una vez, ella titubeó.</p>
<p>—Creo que sí. Esta es la primera, ¿no?</p>
<p>—Pues… ¿no era esa otra?</p>
<p>Varias se parecían, pero revisaron la tabla y fueron pulsando las que consideraron adecuadas.</p>
<p>—¡No sucede nada! —se asustó él.</p>
<p>—Espera, al terminar hay que tocar una runa especial, más voluminosa que las demás… ¡Esta!</p>
<p>Entonces el portal arcano cobró vida y, ante sus ojos atónitos, un mensaje rúnico apareció en él:</p>
<div style="width:100%; text-align:center; font-family:'Courier New'; font-size:15px;";>
La contraseña es incorrecta<br />
Acceso denegado<br />
Puede volver a intentarlo en 1893456040 segundos
</div>
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-12669365012232522112023-03-20T11:04:00.004+01:002023-03-20T11:04:55.288+01:00Asiento reservado (micro)<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOKluSX-tGfdqAkzXWSU5_I0qaXzomAHQXLawFCaEcox5MCQeXlq-x7kZt9Yd26AChKProkfrv8SfEQKpTvoYM0m2X9FwPeGzpEg92kSICGk67xSnNV5nqv6Fy2foJJL8-IjGWAzdNTzkH-1TiAAN_Beg8seIXXpTXCd_sqZgRjWk37BEU1QzJF3w7/s201/reservado.jpg" title="Asiento reservado" />
<p>Este es un microrrelato que tenía por ahí medio preparado y he pulido un poco. Como veréis, lo escribí en un momento de indignación con la poca educación que muestra cierta gente (aunque no se limita sólo a un tipo de persona, por supuesto). Son <b>500 palabras</b> justas, incluyendo el título.</p>
<p>Por cierto, otro microrrelato que se desarrolla en el metro (¿se nota que lo he usado muchos años?) es el elegantemente titulado <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2019/01/la-frialdad-de-su-culo-microrrelato.html">La frialdad de su culo</a>.</p>
<div class="relato">
<h3>Asiento reservado</h3>
<p>Entra en el vagón de metro y se deja caer sobre el primer asiento que hay libre, calándose la capucha de la sudadera y sacando de inmediato el móvil. A ver qué se dicen sus colegas…</p>
<p>Nota que algunas personas le miran de reojo. Será por los piercings o los tatuajes, que les den. Estira las piernas hasta más allá de medio vagón y se hunde en el sitio. No las quita ni cuando pasa una señora con carrito de bebé, que tiene que maniobrar por el otro lado pero no se atreve a decirle nada.</p>
<p>La gente sigue observándole. De hecho, diría que sus miradas apuntan un poco por encima de su cabeza. Así que echa la vista atrás y ve una pegatina azul donde pone algo de «asiento reservado» y nosequé mierdas más. Bueno, pues pasando, él no se va a mover de ahí. Si alguna vieja embarazada y coja quiere sentarse, que tenga los huevos de decírselo a la cara, que ya verá dónde la envía.</p>
<p>Está a su música y el móvil, pero de vez en cuando ve que continúan mirándole y cuchicheando. Un par de niños le señalan y comentan algo a su abuelo, pero este se los lleva a otro vagón. Cualquier mierda de lo poco cívico que es, se la suda. Podría cambiarse de sitio, pero no le sale de la polla.</p>
<p>Una chiquilla sentada cerca se dirige por fin a él.</p>
<p>—No debería sentarse ahí, señor.</p>
<p>—Vete a la mierda, puta cría. —Se vuelve hacia el resto—. ¿Y vosotros qué miráis? Dejadme en puto paz si no queréis un par de hostias!</p>
<p>Sonríe al ver la cara que se les queda y vuelve a sus cosas.</p>
<p>Pero el tren no arranca, lleva un rato parado en esa estación. Qué coño pasa, encima llegará tarde con la pandilla. Se gira y ve que, desde el fondo del tren, avanzan unos tipos raros. El rostro oculto por capuchas, pero no como él, sino con una especie de túnicas que llegan hasta el suelo.</p>
<p>Le entran ganas de reírse, pero al ir acercándose ve que canturrean algo y dan bastante mal rollo. Y el metro que sigue sin moverse. Bueno, que pasen de largo. Aparta las piernas cuando llegan, pero ellos se detienen delante y se quedan ahí, quietos. </p>
<p>—¿Qué problema tenéis, tarados? —les espeta.</p>
<p>De repente lo agarraran entre varios, con una fuerza endiablada.</p>
<p>—¡Eh, soltadme, ¿qué pasa?!</p>
<p>Intenta debatirse pero lo sacan a rastras mientras chilla y patalea. En el andén hay un altar de mármol sobre el que lo sujetan, cada uno por una extremidad, con una presa de acero.</p>
<p>Cuando las puertas del vagón se cierran, uno de ellos ya saca el afilado cuchillo.</p>
<hr />
<p>El tren se aleja por el túnel y los pasajeros del vagón sacuden las cabezas, consternados de que alguien tan joven se preste a eso. A pesar de que va lleno, ese sitio queda vacío, justo debajo de la indicación: «Asiento reservado para sacrificios».</p>
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-85176279419266046082022-12-29T15:10:00.002+01:002022-12-29T15:10:18.321+01:00Lecturas 2022<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh2pTJ_qgImeUG4T86-DVotz_cjqOyuWoCnXxonL79FMPM_GCJ6QREwyDlbjt3HJEbl-7ZITQq0sytY6ejbfgJHyzFxysczAIUJCR_YabS27vs-r5Liqkh-QPoU7yhApMxo9o-_DUHntFSqQTXsHwvUziVLzQwXd41UUy6ubTccsYG4acp3WXxx-5qM=s219" title="¿?" />
<p>Este año ha sido horrible en cuanto a lecturas, no ha habido manera de avanzar. Primero porque he usado menos el transporte público, que es donde suelo leer, y segundo porque sufrí un tremendo bloqueo con la parte final de <a href="#02">Un dique contra el Pacífico</a>. No había manera de avanzar ni siquiera un par de páginas, y tampoco me apetecía pasar a otra cosa, ya digo que estaba bloqueado.</p>
<p>Y eso que, en general, las lecturas de este año me han parecido buenas, incluso en libros de los que no esperaba gran cosa. Dejo constancia de ellas, aunque me avergüenza que sean tan pocas:</p>
<div class="ficha" id="01">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgKF3FJdHfRiBAvphs5uoYUktMLVCw1QsiNp3iTDQQDhVtT2NsbMCe7gOKB9ijf8-dqWy61uaaspS_wPmpqOEmp6OH6EcaJOf1niDw-f6ntI8LcvGBjMTu7y43eJNm43PiElzW0SjvQvaC2xqavwvCn8puoTHuzVv8Kc19Qq6XqPQUGvUINa65OGrEO=s194" title="★★☆☆☆" />
<b>La ira de N'Kai</b> [<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>]<br />Josh Reynolds (2020)<br />Minotauro, 2021. 304 págs.
<div class="comentario">
<p>
Los libros escritos por encargo suelen ser un desastre, y este, que pertenece a la licencia del juego de <b>Arkahm Horror</b>, no es una excepción. A ver, se nota de Reynolds es un profesional de la pluma a sueldo y no hace nada terrible en la novela, pero es que tampoco aporta nada interesante, y se nota que le da igual. Y consigue que al lector le suceda lo mismo.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="02">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhM1E7Da_XSkLDF3aZaL4h2dipuz1npZyeY0wrTG1jiCO-3VasgBiYIGnL7afaCFgrekbFes-_mMaSqPrQGD61gPMq_TgzlaYvNLJIFfWu1uH9VO3EMDhi4l-PZh-Ig7KqySy3bi4JGdpfw6KcbVdDSO2OZLfWm0wbvlMdQpo5UL8A7bQgr98q_JFIJ=s188" title="★★★☆☆" />
<b>Un dique contra el Pacífico</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Marguerite Duras (1950)<br />Tusquets, 2008. 273 págs.
<div class="comentario">
<p>
Escrito en base a sus experiencias en la Indochina Francesa, igual que las novelas posteriores y más conocidas <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2014/11/tres-novelas-cortas-cinematograficas.html">El amante (1984)</a> y <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2017/12/lecturas-2017-y-iii.html#03">El amante de la China del Norte (1991)</a>. Empieza bien, con personajes interesantes y trasfondos duros, pero va decayendo y parece que se recrea en la complacencia de una familia profundamente tóxica y, en mi opinión, la fea relación cuasi-incestuosa entre los dos hermanos, ninguno de los cuales cae bien.</p>
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="03">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiya0KEtTqa_Xd4yCwoQYO3tex30V817b4p2uiOcoGQI1UlthW9hkCv4UQ-45mou4Dfhg5AmFRYb4ZBOSJX_oFvqSbVj2LO7HoWmsJFflD8uwo5FAEMW5vx4SPKOEgvo8URRWzHK4XjCxnfVEFQuPljQPKfpprZFKuJZwdN5i4DNlZww6kebahljSJL/s181/lecturas2022_03.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>La noche en que Frankenstein leyó el Quijote</b> [<span title="Ensayo">🎓</span>]<br />Santiago Posteguillo (2012)<br />Planeta Booket, 2014. 230 págs.
<div class="comentario">
<p>
Me lo recomendó un compañero de trabajo y pensé «por qué no, seguro que es una lectura amena». Y sí que lo es, pero para mi gusto demasiado superficial. Posteguillo toma unas cuantas anécdotas de la historia de la literatura y las noveliza un poco, pero la verdad es que no sorprenden a cualquiera que esté un poco familiarizado con el tema, y algunas son un poco forzadas, como la que da título al volumen.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="04">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZEQlpP1t2kttmc0plhptm1HRyX2FSnDCB37DFXnCDrZ8CZ2zzKYOhpWEdevoaA7Nketmn9uSNuie0uuGGbKCxANejSgzFudBESby_NZE1UktsNCUcFP91XB28yq_hn_UfM0GCtrEeFpoJXuoXluJauNDuvFL1E-nukrns05rUf3Oiu5RUkSBJqIow/s185/lecturas2022_04.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Nada</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Carmen Laforet (1944)<br />Destino, 2007. 300 págs.
<div class="comentario">
<p>
Tenía ganas desde hace tiempo de leer este libro, que se suele presentar como una de las joyas olvidadas de la literatura española del s.XX, y al principio es interesante por el cuadro que muestra de la Barcelona de la posguerra, pero la trama acaba revelándose bastante decepcionante y los personajes muy poco realistas, parecen de opereta. Con todo, se lee bien (a pesar de una prosa muy alambicada) y no se hace pesado.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="05">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgveHV6kHbb1W9UMgqHShHLSUlaOvytYUIGvQXLQC0rlwELW2E0gCFfkyaWYEUxP5vCgSXz0cVUKTINM72_GPbMF6DUxoZsogYV1I71SyPN54Ko5LMFPI6x4XpbLmBoEEaIrj5PRae2WwYj5ZHWjsZ3eEOCUjc9CvcssOD6aNjHQua85FyeXRFP01Ip/s173/lecturas2022_05.jpg" title="★★★★★" />
<b>La edad de la inocencia</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Edith Wharton (1920)<br />Club Internacional del Libro, 2020. 354 págs.
<div class="comentario">
<p>
Volví a ver no hace demasiado la película que dirigió Scorsese, y se parece tanto que es imposible no imaginar continuamente a Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder como los personajes. Pero incluso sabiendo lo que va a pasar, resulta deliciosa esa crítica de la «aristocracia» neoyorquina de la segunda mitad del siglo XIX, con sus sobreentendidos y estrictas limitaciones. Además, las dudas de Newland respecto a las mujeres de su tiempo me han hecho reflexionar (sobre todo en cuánto han cambiado las cosas). Eso sí, perdonadme pero yo creo que le falta una escena de sexo.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="06">
<img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn0fX7dO1LWFgjE6wjoWNVP6TegHHijA3RTi6gObBgpjChpNR-ZrzfEhtAqoHyBvdSVE5jzoWpsO2pET_IblI084jk3T33CuTIXa1EN59GffLOIvy8epCOnhMPnzvQWHB34DSF1zwSw6vIwOGoxBZ_nvD2rAQDr6gQoO5anVwhvyCRVV-3f0w4mHSM/s201/lecturas2022_06.jpg" title="★★★★★" />
<b>La señora Dalloway</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Virginia Woolf (1925)<br />El Mundo, 1999. 190 págs.
<div class="comentario">
<p>
Tenía cierta aprensión sobre este libro, pese a su buena fama. El <i>stream of conciuosness</i> puede hacerse tan pesado… Pero no aquí, sobre todo porque va pasando de un personaje a otro, tratándolos a todos con un respeto que cuesta hallar en obras actuales. Lo único, la parte del ex-soldado se me ha hecho pesada, estaba deseando que acabaran sus secciones. Pero con todo, no me extraña que se lo considere una obra maestra de la literatura.
</p>
</div>
</div>
<!--
<span title="De la biblioteca">📚</span>
<span title="Existe película">🎥</span>
<span title="Relectura">↪</span>
<span title="Ensayo">🎓</span>
<span title="En inglés">🇬🇧</span>
<span title="E-book">💻</span>
<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>
«» …-->
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-91504600705092399872022-10-27T22:15:00.000+02:002022-10-27T22:15:32.678+02:00Arrebato, capítulo IV<a href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html" class="imagen caratula" title="Espejo de Átropos."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4wezYU7McrpRg0WOB62f9hSa8_wNK0ZDC3Cy4qs1OD0qw1eT9rBKOwqiX1xA8AwIts33OWaUw_jSpSQMwKc45EXqEk5pgY7DYw-mKzfTVCzYzBeJfbTcJX9hwV82lVP9oHJdILlA6abBNgCAJYFiViJ1gcjq95PKxD4vXPDL3Qt1CoiZRbnrmp1Kl/s190/arrebato_s.jpg" /></a>
<p>Relato retrofuturista ambientado en una ciudad sumergida. Podéis acceder al resto de capítulos desde <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2022/09/arrebato-audiorrelato-retrofuturista-en.html">el índice</a>.</p>
<p><b>¡Atención!</b> Podéis escuchar <b>el audiorrelato 🔊</b> en el canal <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-4-seremos-audios-mp3_rf_94993960_1.html">Espejo de Átropos</a>.</p>
<div class="comentario">
<p>Llegamos a la conclusión de la historia: la búsqueda de nuestro protagonista llega a su fin, pero está en su mano dar paso a un nuevo mundo, mucho mejor que el anterior. Aunque para ello haya que hacer sacrificios…</p>
</div>
<div class="relato">
<h3>4. Seremos arrebatados</h3>
<p>Un organismo desplomado en el suelo, sin fuerzas. Respira con dificultad, se atraganta con su propia saliva, incapaz de reaccionar. Los órganos fallan uno tras otro. Nadie duda ya de que su fin está próximo. Y no se puede hacer nada.</p>
<p>Así contemplaba él la ciudad mientras avanzaba por ella con las pesadas botas de buzo. El nivel de las aguas había ido subiendo progresivamente, sin nadie que reparara la inevitable decadencia, conforme las compuertas iban cediendo y los sistemas de dragado oxidándose. Había distritos enteros sumergidos en el océano, y las salas en las que se habían formado bolsas de aire eran ya páramos sembrados de cadáveres al dejar de ser respirables. Los edificios menos sólidos se habían desplomado sobre el fondo marino y los peces culebreaban por sus tripas con la indiferente curiosidad que les era propia. Las luces iban y venían, sin decidirse a claudicar, como los últimos impulsos neuronales del organismo, y los incendios descontrolados consumían el poco oxígeno que quedaba.</p>
<p>¿Cuántas personas habían muerto? Miles, decenas de miles quizá. Sólo quedaban en la ciudad los proscritos, los marginados, aquellos que carecían de recursos o estatus como para ser incluidos en alguno de los intentos de huida, destinados casi todos al fracaso, y que además habían tenido la fortuna (si se podía llamar así) de no perecer en ninguna de las revueltas, atentados, accidentes o simples suicidios colectivos motivados por el inminente desenlace. Y de los que quedaban, la mayoría estaban tan inmersos en las alucinaciones que provocaban los plásmidos que apenas recordaban su pasado. Casi todos ellos habían experimentado además terribles mutaciones que hacían que no parecieran humanos, ni por fuera ni por dentro.</p>
<p>El glorioso experimento social se desploma, dejando un poso de muerte y dolor. El sueño de la razón produce monstruos. Literalmente.</p>
<p>Soltó dentro del casco una risita sardónica ante su propio ingenio. Qué inspirado te vuelve el ocaso de tu mundo, se dijo. Sí, había algo de espléndido en la muerte de la ciudad, ¿no era cierto? Que quienes habían fundado una utopía para huir del caos de la superficie fueran los primeros en caer ante la demencia humana, era en cierto modo justicia poética. Pero no debía distraerse. Tenía una misión que cumplir, lo único que quedaba por hacer. No era momento de permitirse errores.</p>
<p>Llevaba adherido a su manaza enguantada un plano plastificado, manchado y con la tinta corrida en algunas partes, que consultaba periódicamente. Le había costado años conseguir aquello, pero estaba seguro de que era correcto. Esta vez sí.</p>
<p>Los antiguos laboratorios se situaban detrás del barrio de negocios, ahora poco más que una ruina humeante. Como había previsto, estaba inundado y era necesario sumergirse; de ahí el traje de buzo autónomo, con sus pesadas bombonas. Pero estructuralmente la zona aguantaba bastante bien: no había vigas combadas ni amenaza de derrumbamiento. Se notaba que allí los constructores habían cuidado los materiales empleados, no como en el extrarradio. Y por extraño que pareciera, no estaba totalmente deshabitada. Tras las esquinas veía fugazmente a algunos adictos terminales, mutados hasta tal punto que eran capaces de subsistir bajo el agua salada. Seguramente eran peligrosos, más por la desesperación que por las facultades extraordinarias que pudieran quedarles en un mundo donde su combustible estaba agotado. Bueno, él no tenía capacidades sobrehumanas, pero iba protegido y bien pertrechado.</p>
<p>Cuando alcanzó un corredor anodino en el que la techumbre metálica había cedido, bloqueando el paso, y comprobó que el mapa le obligaba a avanzar por allí, arrancó el voluminoso taladro neumático de su otro brazo y lo usó para crearse un acceso prêt-à-porter, ignorando gracias a su traje protector los violentos chispazos del cableado sumergido. Si podía resistir las dentelladas de los tiburones, aquello no era nada. Al otro lado halló una compuerta de seguridad aún funcional que no fue rival para sus explosivos. Y detrás, por fin, su destino. La sala secreta de criogenia.</p>
<p>No estaba totalmente inundada, sólo hasta un metro de altura, aproximadamente. Los muros eran de un tono gris indefinido con pantallas empotradas (y apagadas), y los pequeños cubículos dispuestos frente a la pared, como un palmo por encima del agua, parecían ataúdes infantiles. Y bien podían estar cumpliendo esa función. Después de tanto tiempo, las posibilidades eran… Pero no, se negaba a aceptarlo. Se aproximó a ellos y limpió con su guante la escarcha de los paneles frontales. Los primeros estaban vacíos, pero al tercero la encontró.</p>
<p>Tal como la recordaba. Apenas una niña, los ojos cerrados en un sueño eterno y el mismo gesto inocente que ponía cuando dormía. ¿De verdad seguía viva? Bueno, aquella sala aún tenía electricidad y las lucecitas parpadeaban, ¿no? ¡Tenía que estarlo! Si algo positivo se podía decir de los dementes que idearon todo aquello era que sabían inventar cosas.</p>
<p>Pulsó con un temblor imperceptible el botón de deshibernación y el proceso dio comienzo. Lentamente al principio (tanto que temía que estuviera fallando, que el tiempo transcurrido hubiese provocado algún daño irreparable), pero luego con mayor celeridad. El color regresó a sus juveniles mejillas, la gélida condensación del vidrio dio paso al vaho de su pausada respiración y esos molestos pitidos de la máquina, que por fin relacionó con los latidos del corazón, comenzaron a marcar un ritmo reconocible.</p>
<p>Las luces verdes se activaron, provocando la apertura automática de la cápsula. Vio que los párpados de la chiquilla temblaban y se apresuró a quitarse el casco para no asustarla. Cada vez le resultaba más costoso, era ya como una segunda piel, pero lo logró justo a tiempo, cuando ella ya abría los ojos.</p>
<p>—¡Hermanito!</p>
<p>Él sonrió, la primera vez que lo hacía de corazón desde hacía mucho tiempo. Desde que ella desapareciera, de hecho. Tantos años buscándola, con la esperanza prácticamente perdida y sólo su vieja promesa obligándole a mantener el empeño. Y por fin la había encontrado.</p>
<p>Leyó los indicadores. Aunque no sabía interpretarlos, estaban todos a verde y las agujas en zona media. Eso tenía que ser bueno. Y de todos modos ella se incorporó casi de inmediato.</p>
<p>—¿Cómo has crecido tanto de repente? —preguntó asombrada—. ¡Si tienes barba! —Y mirando a su alrededor, añadió—: ¿Dónde estamos?</p>
<p>—En la ciudad. Ha pasado mucho tiempo, pero no te preocupes, todo ha terminado. Esas personas malas ya no podrán hacerte daño.</p>
<p>—¡Bien, sabía que vendrías a rescatarme!</p>
<p>La alegría que se dibujó en su rostro infantil despertó en él un sentimiento cálido que se extendió por sus miembros y que hacía años que ni el alcohol lograba avivar.</p>
<p>—Pero aún hay peligro —dijo, tratando de apaciguar su entusiasmo—. No sé dónde podremos vivir, si es que podemos.</p>
<p>Eso no pareció inquietarla.</p>
<p>—Yo sé lo que hay que hacer. ¡Sígueme!</p>
<p>Saltó con agilidad al agua que cubría la parte inferior de la sala antes de que él pudiera impedirlo y, para su asombro, culebreó por el fondo como si fuese su medio natural. Cuando volvió a asomar, sonriente, le bufó un chorro de agua encima.</p>
<p>—Me dijo que podría —exclamó contenta—, ¡y es verdad!</p>
<p>—¿No te ahogas? —preguntó él, más asombrado que asustado después de todo lo que había visto en su vida—. ¿Cómo puedes respirar?</p>
<p>La pequeña se encogió de hombros con naturalidad, salpicándole en el proceso.</p>
<p>—Supongo que él se encarga. ¡Venga, vamos!</p>
<p>Su hermano se quedó mirándola anonadado por unos segundos, pero echó a caminar detrás de ella antes de que se escabullera por el corredor inundado y se perdiera de vista.</p>
<p>—¿Adónde vamos? —preguntó, no muy seguro de que fuera a escucharle.</p>
<p>—A donde hay que ir —fue la críptica respuesta—. Ha estado hablándome, ¿sabes?</p>
<p>—¿Quién… cuándo?</p>
<p>—Pues el bichito, claro. He tenido sueños muy bonitos. Ven.</p>
<p>Atravesó la zona sumergida con mucha mayor facilidad que él (que, para empezar, tuvo que ponerse el casco y luego conectar la respiración), y cuando volvió a verla al otro lado caminaba confiada entre las ruinas del distrito, sin ningún miedo a escombros o metales oxidados. Su hermano captó movimiento próximo y preparó su enorme pistola remachadora, capaz de agujerear a cualquier ser vivo a decenas de metros, pero en ese momento la niña se volvió hacia él y con una sonrisa le desarmó, de un modo prácticamente literal. Era como si la escuchara en su cabeza y no pudiera desobedecer. Y le pedía que no hiciera nada.</p>
<p>Así, tuvo que contemplar cómo una criatura deforme, de alargadas extremidades, se descolgaba de su percha en lo alto y se dejaba caer delante de ella. Parecía peligrosa, en su cuello boqueaban rítmicamente una especie de branquias rugosas y entre sus largos dedos se veía una membrana interdigital casi traslúcida. Pero la niña, sin ningún miedo, se giró y siguió caminando. Y aquel antiguo ser humano, en lugar de atacar, comenzó a seguirla, a su mismo ritmo y manteniendo una respetuosa distancia.</p>
<p>Pronto fue otro de aquellos seres mutados el que dejó de hurgar en un montón de desperdicios y chatarra y, como atendiendo a un comando que sólo él pudiera escuchar, se puso detrás de la anterior. Y después otros dos, y varios más. Pronto formaron una dispar comitiva que el buzo observaba asombrado. Como en el cuento del flautista de Hamelín que les narraba su madre cuando aún vivía, la pequeña parecía tenerlos hechizados y los conducía… ¿hacia dónde?</p>
<p>Pronto estuvo claro su destino: los muelles. Él conocía muy bien aquel lugar. Diablos, había trabajado ahí durante años, malganándose la vida cuando eso aún era posible en la ciudad. Pero allí no quedaba nada, era una de las zonas que primero fueron abandonadas, cuando ya no hubo nadie vivo o cuerdo capaz de arreglar los submarinos. Sin embargo, los recién llegados no pretendían reparar nada. Precedidos sin temor por su hermana, se zambulleron en el puerto inundado, entre los muelles de madera podrida y las redes y los aparejos abandonados, y atravesaron grácilmente las viejas esclusas entreabiertas para salir a mar abierto. ¿Adónde diablos iban? Allí fuera sólo estaba…</p>
<p>Entonces lo comprendió. Aquellos eran los elegidos, ese era el arrebato de los justos que había sido profetizado para el apocalipsis y que completaba el destino de la ciudad. Recordó las palabras de aquel sacerdote estrafalario que ya no era más que huesos y que él siempre había tomado por loco… Puede que lo fuera, pero en eso estaba en lo cierto. Lo estaba contemplando con sus propios ojos: los pocos supervivientes que habían completado la transformación, dejando atrás su humanidad, estaban preparados para la nueva vida eterna. Y a falta de cielo, su hermana los conducía al reino de las profundidades.</p>
<p>Ella iba la primera, nadando con una habilidad que parecía innata, mientras que él andaba pesadamente por el lecho marino con el bentos apartándose a su paso, quedándose poco a poco rezagado. Los últimos ya se perdían a lo lejos en aquella extraña masa bioluminiscente, donde se difuminaban en un halo de claridad como si fueran ángeles. Ángeles caídos, si acaso, que retornaban al edén. Al lugar de origen de la humanidad. Los hijos pródigos regresan.</p>
<p>Comenzaba a distinguir lo que había al otro lado de la neblina resplandeciente, y en verdad parecía una ciudad. Pero si de verdad lo era, tenía proporciones ciclópeas, e incluso el fondo oceánico se le hacía pequeño. Las espiras dibujaban ángulos imposibles que resultaban mareantes, ¿o es que padecía el mal de las profundidades? Y esas sombras que se movían en el gran templo, si de verdad eran seres vivos, su tamaño tenía que ser… no, eso no podía estar bien. Algo le ocurría. En realidad las bombonas de oxígeno que llevaba debían de estar ya en las últimas, no aguantarían mucho más. La escasa pureza del aire que respiraba le agotaba más de lo debido y cada paso se le hacía un mundo. Estaba inmerso en la nube y parecía el limbo, una masa de plancton fosforescente donde nada era real. Se detuvo, desorientado, sin saber bien por dónde marchar. Entonces una figura nadó delante de su traje. Era ella, flotando feliz; parecía que volaba como un hada sobre el prado de algas.</p>
<p>—Gracias, hermanito. Tenías razón, al final todo ha salido bien. Me da mucha pena que no puedas venir, pero el bichito dice que allí no hay sitio para ti. ¿Lo comprendes?</p>
<p>Él asintió, ya medio hundido hasta las rodillas en la fina arena del lecho marino. La muchachita le dio un beso en el casco, justo encima de su nariz.</p>
<p>—Adiós, hermanito, siempre me acordaré de ti.</p>
<p>Se marchó y le dejó solo, pero se sintió extrañamente feliz. Su papel había concluido. Todo estaba bien.</p>
</div>
<h4>Fin</h4>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-13505617519405493802022-10-14T18:34:00.000+02:002022-10-14T18:34:51.384+02:00Arrebato, capítulo III<a href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html" class="imagen caratula" title="Espejo de Átropos."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4wezYU7McrpRg0WOB62f9hSa8_wNK0ZDC3Cy4qs1OD0qw1eT9rBKOwqiX1xA8AwIts33OWaUw_jSpSQMwKc45EXqEk5pgY7DYw-mKzfTVCzYzBeJfbTcJX9hwV82lVP9oHJdILlA6abBNgCAJYFiViJ1gcjq95PKxD4vXPDL3Qt1CoiZRbnrmp1Kl/s190/arrebato_s.jpg" /></a>
<p>Relato retrofuturista ambientado en una ciudad sumergida. Podéis acceder al resto de capítulos desde <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2022/09/arrebato-audiorrelato-retrofuturista-en.html">el índice</a>.</p>
<p><b>¡Atención!</b> Podéis escuchar <b>el audiorrelato 🔊</b> en el canal <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-3-los-que-audios-mp3_rf_93963408_1.html">Espejo de Átropos</a>.</p>
<div class="comentario">
<p>Tras la separación de los hermanos en el orfanato, han transcurrido unos años y la ciudad prosigue su acelerado descenso a la anarquía. Surgen luchas por el poder y grupos que tratan de dar sentido a la existencia bajo las aguas.</p>
</div>
<div class="relato">
<h3>3. Los que quedamos…</h3>
<p>La puerta no era tal, sino unos tablones enmohecidos y cubiertos de lapas secas que había que echar a un lado al entrar, para dejarlos caer luego tras de uno con un golpe sordo. No es que fuera un lugar secreto, si sabías a quién preguntar, pero ciertamente nadie iba pregonando lo que había allí.</p>
<p>Detrás de las tablas nacía un pasillo largo, sorprendentemente amplio y bien iluminado para lo ajado de la decoración. Tenía entendido que fue parte del atrio de un cine, cuando aquella barriada aún era «de las buenas», y puede que fuera cierto a juzgar por los carteles pegados a las paredes, ya ilegibles, los viejos adornos geométricos de chapa barata y los apliques de las lámparas, de falso oro. Lo cruzó con pasos pesados, aún chorreando agua tras de sí: llegaba tarde. Al fondo había una hilera de personas, un irónico remedo de las colas que debieron de formarse allí cuando la gente compraba sus entradas. Pasó de largo y entró directamente en la iglesia.</p>
<p>No era una iglesia como tal, por supuesto; eso estaba prohibido por el mandamás. Así que pasaba por un simple centro de caridad para los desfavorecidos, algo que, sin estar tampoco bien visto, era al menos tolerado, en particular desde que parte de la aristocracia de la ciudad decidiera reinvertir parte de sus riquezas en lugares similares a aquel. Se decía que lo hacían para mitigar el malestar de la masa de pobladores que malvivía siempre al filo del hambre y la desesperación, y evitar así posibles revueltas. Puede que tuvieran razón, pero él sabía bien que no era la única motivación. El recuerdo de las inclusas en las que había pasado su última infancia y de donde su hermana había desaparecido aún era un dolor lacerante en sus entrañas.</p>
<p>Unas cuantas cabezas se giraron hacia él cuando pasó por delante de los que esperaban para recibir su tazón de sopa caliente y un trozo de ese asqueroso pan de algas. No era de extrañar: había venido directo de su puesto de trabajo y llevaba aún puesto parte del traje de buzo, dejando tras de sí un rastro de agua salada y con la escafandra colgando de su firme brazo izquierdo. No resultaba una imagen demasiado inusual en la ciudad, en especial desde que todo iba a peor y cada vez había más filtraciones y fallas funcionales, y continuamente había que tapar fugas y revisar el exterior de los muros de contención.</p>
<p>Ignoró su curiosidad del mismo modo que él no prestaba atención a las rugosidades de sus cuellos, los párpados protuberantes o la alopecia temprana, incluso en las mujeres, y se sentó en la parte posterior de la antigua platea del cine, en uno de los toscos bancos de madera que sustituían a las butacas. Un poco más allá comía una familia de cuatro miembros, encorvados sobre sus platos y engullendo con rapidez al tiempo que miraban de soslayo a su alrededor, como si temieran que alguien viniera a robarles el caldo aguado. Los hijos, niño y niña de ojos hambrientos y desconfiados, le recordaron a sí mismo y a su hermana años antes, cuando se quedaron solos y vagaron por lugares similares antes de acabar en esos malditos orfanatos. Fue más tarde, tras cumplir la edad reglamentaria y que lo devolvieran a las calles, sin nadie con quien contar, cuando conoció al pastor.</p>
<p>Como invocado por su pensamiento, un hombre se paseó por la fila de quienes aún aguardaban, saludándoles e interesándose por su situación. Recordaba muchos de sus nombres y de las circunstancias que los habían llevado hasta allí, y no eran pocos los que le abrazaban e incluso trataban de arrodillarse para besarle el dorso de la mano. Llevaba un sencillo traje negro con una estola púrpura al cuello que caía sobre su pecho, pero sin símbolos. Así como aquella no era una auténtica iglesia, su pastor tampoco lo era realmente. Nunca hubiesen dejado bajar hasta allí a un sacerdote de la fe que fuera, pero eso no había impedido conversiones nacidas de la progresiva decadencia de la urbe, que de igual forma que sacaba lo peor de muchos ciudadanos, despertaba lo mejor en otros. Como solía decir el pastor, «es la gracia bajo presión».</p>
<p>Después, y bajo la atenta mirada del joven, improvisó una especie de sermón dirigido a cuantos allí estaban. No desde el presbiterio, que de todos modos no existía, sino allí en medio del corro que se formó para escucharle, entre sonidos de masticación, toses y llantos infantiles.</p>
<p>—No perdáis la esperanza, pues es lo que nos mantiene vivos. Las cosas pintan mal, lo sé. La ciudad a la que vinimos esperando el paraíso se ha convertido en un purgatorio…</p>
<p>—En el infierno, padre —dijo una voz.</p>
<p>—No, en el purgatorio —le corrigió con seguridad, sobreponiéndose a las risas y las voces de asentimiento—. Porque en el infierno están los condenados, para los que ya no queda esperanza. Pero las almas del purgatorio anhelan el momento en que se acabe su suplicio y accedan al reino del Señor. Como dijo el apóstol Pablo sobre el final de los tiempos: «Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, seremos arrebatados para recibir al Señor, y así estaremos siempre con Él». El arrebato de los justos. ¿Y cómo se llama esta ciudad? Exacto, de aquí seremos arrebatados para ir al cielo, pues así está escrito.</p>
<p>El joven buzo pudo comprobar que muchos se sentían impresionados por su arenga. Él ya le había acompañado en ocasiones anteriores y tenía algo de iluminado cuando hablaba así, como poseído por una idea fija. ¿Pero acaso no se podía decir eso de todos los visionarios? Empezando por los que habían construido aquella ciudad submarina que era ahora su prisión permanente.</p>
<p>—Sé que algunos que no pretenden vuestro bien —prosiguió el pastor, alzando la voz desatado— os dicen «conservad vuestros cuerpos puros, no toméis plásmidos». ¿Pero así qué se consigue? Que los poderosos tengan aún más poder y las ovejas sean todavía más sumisas. —Su rebañó le jaleó con fervor—. No, yo os digo que para alcanzar el paraíso hemos de transformarnos, hemos de transformar nuestro cuerpo pecador y trascender la forma humana. ¡Sólo así podremos huir de este purgatorio hacia la luz!</p>
<p>La ovación sumergió sus siguientes palabras, así que optó por dejarlo ahí y permitió, con una sonrisa beatífica, que la gente pudiera comer tranquila. Fue entonces cuando se fijó en el chico y se dirigió hacia él.</p>
<p>—Hijo mío, ¿has conseguido lo que te envié a buscar?</p>
<p>Él asintió. Sacó de uno de los bolsillos acolchados de su traje un pequeño bulto envuelto en un pañuelo de tela empapada. El pseudosacerdote lo desenvolvió con la reverencia que se otorga a una reliquia, para revelar un vial de jugo de babosa procesado. Rojo brillante, libre de impurezas, listo para adulterar y dejar pingües beneficios. Con sólo pensar de dónde sacaban esa cosa se le encogía el corazón… Pero en el pastor sólo provocó un temblor de manos nacido de la ansiedad.</p>
<p>—¿El resto? —preguntó.</p>
<p>—Donde siempre.</p>
<p>—Bien, bien. Enviaré a alguien a por ello. Nuestra congregación pervivirá un tiempo más gracias a esto.</p>
<p>Y sus bolsillos engordarían también un poco. Pero eso no lo dijo. Confiaban en él para introducir los cargamentos de contrabando, que un suministrador para él desconocido sacaba al exterior de tapadillo, en contenedores impermeables, saltándose así los controles internos. Aprovechar su trabajo de buzo para meterlos luego era una aguda artimaña, seguramente inspirada por la divinidad.</p>
<p>—Padre, también he encontrado esto.</p>
<p>Lo que mostraba en la palma de su mano era una pequeña piedra desgastada de forma pentacular, como una estrella de mar fosilizada pero muy regular y con un extraño esquema trazado sobre su superficie, difícil de reseguir. Estaba tan erosionada por el océano y el tiempo que resultaba complicado determinar si era de origen natural o no.</p>
<p>—¿De dónde ha salido?</p>
<p>—También de fuera —indicó con un gesto difuso; al fin y al cabo fuera estaba por todos lados—. Tuve que apartarme de las cuerdas guía para evitar el submarino de vigilancia y casi me extravié por completo en la nube luminiscente. Pensaba que no sabría volver. Y justo entonces me topé con unas cuantas como estas en el lecho marino. ¿Sabe lo que es?</p>
<p>El hombre negó con la cabeza.</p>
<p>—He oído hablar de cosas parecidas, pero nunca había visto una.</p>
<p>—Otros compañeros han desaparecido por esa zona —continuó explicando el muchacho—, y a uno lo hallaron vagando sin rumbo con el oxígeno casi agotado. Había perdido el juicio y balbucía cosas sin sentido. ¿Puede haber algo de verdad en la leyenda de la otra ciudad?</p>
<p>El pastor se encogió de hombros.</p>
<p>—Tal vez, los caminos del señor son inescrutables. Pero ahora te mereces tu recompensa, he encontrado lo que buscas.</p>
<p>Eso le llenó de repentina inquietud.</p>
<p>—¿La ha localizado? —preguntó, temeroso de escuchar una negativa.</p>
<p>—Casi. Su nombre aparece en un programa secreto que fue oficialmente abortado unas semanas después de que la vieras. Algo relacionado la refrigeración, no lo he entendido bien. Pero voy a darte las señas del hombre que sabrá dirigirte hasta ella.</p>
<p>Lo primero que se oyó, de forma repentina, fueron unas voces allá por el patio de entrada, como de una trifulca, y casi de inmediato las detonaciones de los disparos. Ambos volvieron la mirada hacia allí. Los encapuchados armados con escopetas y subfusiles se precipitaron al interior del templo, disparando de forma indiscriminada. Algunos de los presentes conservaban aún cierta reserva de la sustancia genética que potenciaba los plásmidos, pero en su mayoría se trataba de gente pobre que consumía por adicción, sin poderse permitir un verdadero poder capaz de enfrentarse al plomo acelerado. Cayeron como moscas. Aunque evidentemente a los asaltantes no les importaba dejar cadáveres tras de sí, no era ese su objetivo principal: en cuanto localizaron al sacerdote centraron sus ráfagas en él, acribillándolo como un títere desmadejado que sólo espera que las cuerdas le liberen por fin. Cayó detrás del banco de madera, al lado de donde el joven se había parapetado.</p>
<p>—¡Padre, deme esa dirección, rápido!</p>
<p>Pero el agonizante sólo soltó un gorjeo estertóreo. El chico le zarandeó en vano intentando sacarle la información, pero en pocos segundos oyó los pasos de los sicarios que se aproximaban. Seguramente los enviaran los alguaciles, que recurrían con cada vez mayor frecuencia a paramilitares para sus asuntos turbios, o puede que pertenecieran a alguna de las «empresas» que vendían plásmidos, un ajuste de cuentas para quitarse de en medio la competencia.</p>
<p>El chico no pensaba quedarse a ver qué hacían con él. Se colocó rápidamente la escafandra, aunque fuera sin asegurarla, y se lanzó hacia el pasadizo de la parte posterior que llevaba directamente a los muelles, por donde el padre introducía sus cargamentos clandestinos. Ni un segundo tarde: de inmediato sintió los impactos de los proyectiles repelidos por el metal, empujándolo hacia donde quería ir, junto a los silbidos que resonaban a su alrededor de las balas que no acertaban su objetivo. Ni se detuvo a abrir la puerta disimulada: arrambló la madera, que voló en mil astillas, y se perdió en la oscuridad.</p>
</div>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-9077615496800634682022-09-29T15:20:00.002+02:002022-09-30T10:23:55.152+02:00Arrebato, capítulo II<a href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html" class="imagen caratula" title="Espejo de Átropos."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4wezYU7McrpRg0WOB62f9hSa8_wNK0ZDC3Cy4qs1OD0qw1eT9rBKOwqiX1xA8AwIts33OWaUw_jSpSQMwKc45EXqEk5pgY7DYw-mKzfTVCzYzBeJfbTcJX9hwV82lVP9oHJdILlA6abBNgCAJYFiViJ1gcjq95PKxD4vXPDL3Qt1CoiZRbnrmp1Kl/s190/arrebato_s.jpg" /></a>
<p>Relato retrofuturista ambientado en una ciudad sumergida. Podéis acceder al resto de capítulos desde <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2022/09/arrebato-audiorrelato-retrofuturista-en.html">el índice</a>.</p>
<p><b>¡Atención!</b> Podéis escuchar <b>el audiorrelato 🔊</b> en el canal <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-2-los-que-audios-mp3_rf_93140746_1.html">Espejo de Átropos</a>.</p>
<div class="comentario">
<p>Tras el extraño experimento del primer episodio, la niña sueña con ver cumplido su sueño de reencontrarse con su hermano. Sin embargo, la ciudad no es generosa con sus habitantes más desafortunados…</p>
</div>
<div class="relato">
<!--
<a target="_blank" class="imagen caratula" href="https://www.deviantart.com/eddie-mendoza/art/Atlas-Plaza-735028269" title="Atlas Plaza, obra de Eddie Mendoza."><img src="https://1.bp.blogspot.com/-2EqEpGy2aZ4/YVgGfFPC0AI/AAAAAAAAJ6Q/MDUehLf7_S8kkaNojE1vloJJ9pIsVGB6QCLcBGAsYHQ/s500/arrebato1.jpg" /></a>
-->
<h3>2. Los que vivimos…</h3>
<p>El celador tomó el manojo de llaves que colgaba de su obesa cintura y fue pasándolas paulatinamente hasta elegir una que a la niña le pareció idéntica a las demás. Pero debía de ser la buena, porque el hombre la introdujo en la cerradura oxidada y aplicó presión con su manaza hasta que cedió y comenzó a girar. Luego tiró de la pesada puerta, que con un chirrido comenzó a abrirse. La científica dio un empujoncito en los hombros a la pequeña para que pasara. Cuando esta lo hizo, notó sobre sí la mirada del bedel y oyó que le susurraba a la mujer: «¿ese es el monstruito?», y le pareció que ella asentía.</p>
<p>Al otro lado había un patio pequeño, recorrido de parterres geométricos de plantas mustias, cuyas ramitas se extendían por el suelo de cemento y que, bajo esa luz azulada que lo inundaba todo, parecían negras. Al fondo se alzaban los muros de la otra ala del orfanato.</p>
<p>—¡Hermanita!</p>
<p>Al oír la familiar voz, la niña corrió hasta la reja que dividía en dos mitades aquel jardincillo abandonado. Se abrazaron a través de los barrotes como buenamente pudieron, palpando sus cuerpos tan añorados.</p>
<p>—¡Eres tú! —sollozaba—. ¡Sí que eres tú!</p>
<p>—¿Quién iba a ser si no? —rió entusiasmado su hermano, al que ella no llegaba ni al pecho.</p>
<p>—No sé, pensé que me estaban engañando, que era otro de sus juegos…</p>
<p>—Yo tampoco podía creerme que fuera a verte de nuevo. —El chico se apartó un momento de la reja—. Deja que te vea… Te han cortado el pelo, pero sigues tan guapa como siempre.</p>
<p>La niña sonrió y le miró a su vez. Tenía el rostro manchado de hollín o aceite, no se veía bien, y en su mandíbula se insinuaba una rala barba. Llevaba la camisa arremangada y se fijó en los incipientes músculos de sus brazos. </p>
<p>—Has crecido mucho —le dijo—. Pareces más duro.</p>
<p>—A la fuerza, aquí quien no se espabila no sobrevive. —Torció el gesto al recordar—. Nadie cuida de los débiles, los machacan sin piedad.</p>
<p>—¡Suena horrible!</p>
<p>—Ay, hermanita, si tú supieras. Los chicos mayores te pegan para quitarte la comida, y los guardias también si no obedeces o no les pasas una mordida de lo poco que ganamos. Todos quieren que trabajemos duro y traigamos dinero para el orfanato, es todo un negocio.</p>
<p>Ella soltó unas lágrimas.</p>
<p>—Pobre hermano.</p>
<p>—No llores, esto puedo soportarlo. Pensar en el día en que todo termine me da fuerzas. Pero como alguien se atreva a ponerte un dedo encima…</p>
<p>Ella sacudió la cabeza.</p>
<p>—En nuestro lado no pasa eso. Pero nos hacen cosas feas, prueban medicinas con nosotras y nos quieren volver locas, que creamos que todo es maravilloso para que así no nos escapemos.</p>
<p>Enjugándose las lágrimas, la pequeña contempló el techo acristalado del patio, de donde provenía la cenicienta iluminación azulada. No muy lejos se divisaban los letreros de neón de los edificios importantes de la ciudad, deformados y ondulantes por efecto del brazo de océano que los separaba, lo mismo que las estilizadas estatuas que adornaban sus fachadas. En ese momento un cardumen de arenques cruzaba por encima de ellos, acelerando y reagrupándose como si fuera un organismo colectivo que respirase.</p>
<p>—Qué bonita es, ¿verdad? Allí seríamos libres…</p>
<p>El muchacho miró hacia donde ella señalaba, más allá de donde habría estado el horizonte si allí existiera eso.</p>
<p>—No veo nada —admitió—, sólo esa claridad difusa en el mar.</p>
<p>—Pero detrás está la otra ciudad, mira las espiras alrededor del gran templo, y el millar de columnas donde nadan sus hijos…</p>
<p>—¿Te encuentras bien?</p>
<p>Lo cierto era que no mucho. Se sentía mareada. Su visión se volvía borrosa, y no sólo por efecto del agua.</p>
<p>—Puede que… Piensan que estoy loca, ¡pero te prometo que la veo!</p>
<p>—Yo te creo, hermanita. Si tú lo dices, sé que está ahí.</p>
<p>Quería abrazarlo fuerte, sentirse segura de nuevo a su lado, pero resultaba imposible. Era insoportable estar allí, tan cerca pero no juntos.</p>
<p>—¡Qué va a ser de nosotros! —se desesperó—. Estamos perdidos.</p>
<p>—No, eso no, hermanita. ¿Te acuerdas de mamá? Le prometimos que si algo le pasaba, cuidaríamos siempre el uno del otro.</p>
<p>—¡Pero estamos separados —protestó ella, pateando frustrada su lado de la reja que los distanciaba—, no podemos cuidarnos!</p>
<p>—Llegará un día en que sí —le aseguró él—. Cuando salga de aquí, por mucho tiempo que pase, iré a buscarte y viviremos juntos. Y me da igual lo que espere de nosotros esta condenada ciudad.</p>
<p>Fue entonces cuando el celador del ala femenina vino a por ella, con las llaves sacudiéndose y tintineando en su cinto.</p>
<p>—Vamos, bicho raro —le advirtió—, ya habéis estado demasiado tiempo. Van a descubrirnos y eso no hay dinero que lo compense.</p>
<p>—¡No —chilló asustada—, no me separaré más de él!</p>
<p>Trató de colarse entre las rejas para estar junto a su hermano, pero pese a su reducido tamaño era demasiado grande para atravesarlas. Al otro lado, el chico se revolvió y forcejeó con su guardia, que al final tuvo que sacar la porra de su cinturón y golpearle una y otra vez hasta dejarlo sin sentido. Se lo llevó a rastras hacia el edificio mientras la niña aullaba impotente. La científica tuvo que abrirle a la fuerza los deditos, apretados a los barrotes con tal firmeza que se ponían blancos.</p>
<p>—¡No me llevéis, no me llevéis!</p>
<hr />
<p>—No me llevéis… —murmuró, y su propia voz la despertó. Sorprendida, se descubrió agarrando las barras del cabecero de su camastro, en la sala donde dormía con sus compañeras. Se obligó a soltar el oxidado metal y recordó la pesadilla, una evocación tan vívida de lo que había sucedido días atrás que aún sentía en su nariz el olor a hojas muertas. ¿Qué habría sido de su hermano? No lo había vuelto a ver desde entonces, ni nadie se había dignado a explicarle nada.</p>
<p>Oyó pasos y al girarse sobre el colchón vio que, desde la sala anexa, una cuidadora avanzaba por el pasillo que formaba el resto de camas. Una mujer ya mayor, o por lo menos eso parecía por sus arrugas, con ese uniforme similar al de las enfermeras, aunque ella sabía bien que no lo eran.</p>
<p>—Ah, estás despierta —dijo con voz ronca—. Mejor así, porque quieren que te presentes en un despacho. ¡Ahora mismo, vamos!</p>
<p>La pequeña se dejó caer con las piernas por delante, y sus pies descalzos recorrieron el frío suelo de madera, pasando por delante de las demás niñas. Algunas se incorporaron para mirarla, pero no abrieron la boca, demasiado inmersas en el mundo de fantasía que les habían metido en la cabeza como para plantearse reaccionar a cualquier cosa que no supusiera una amenaza inmediata.</p>
<p>La escalera carecía de contrahuella y los peldaños colgaban sobre el vacío, algo que siempre le había dado mucho miedo. Quizá era deliberado, para que no se atrevieran a subir solas. Pero esta vez la cuidadora la obligó a seguir adelante y la condujo a uno de los cuartos del piso de arriba, donde los pasillos del orfelinato femenino daban disimuladamente paso a instalaciones más modernas.</p>
<p>Allí la esperaba la científica. Ya no le caía bien, y al parecer el sentimiento era mutuo.</p>
<p>—¿Y mi hermano? —le preguntó de sopetón en cuanto la introdujeron en el despacho.</p>
<p>—Tu hermano me importa poco, ¿sabes lo que me costó sobornar a esos celadores? Encima al repartírselo les pareció poco y me exigieron… otras cosas. ¿Y todo para qué? Tengo aquí los resultados de tus últimos tests de aptitud. —Palmeó unas gruesas carpetas amarillentas—. Has malogrado miserablemente todo el proceso de condicionamiento, cuando ya lo tenías casi hecho. Te niegas a aceptar la protección de un «gran papá».</p>
<p>—¡Yo no tengo papá! Y sé que mi hermano volverá para protegerme, no necesito a nadie más.</p>
<p>—Oh, sabía yo que era mala idea permitir que lo vieras —se lamentó la mujer—. ¿Por qué demonios me dejé convencer? Escúchame, recapacita. Esta es tu gran oportunidad, no hay futuro en esta ciudad para una niña como tú si no te dejas malear.</p>
<p>—No quiero quedarme en esta ciudad, pienso huir a la otra.</p>
<p>La científica se la quedó mirando.</p>
<p>—¿Qué dices? Eso no tiene sentido, no se puede regresar a la superficie. Nadie puede.</p>
<p>—¡Pero hay otra ciudad aquí abajo, yo la vi! ¡Esta justo ahí fuera!</p>
<p>—No hay más ciudad que esta, so boba. Lo que señalabas en el patio es la masa bioluminiscente de la fosa marina. Su resplandor se parece a las auroras boreales de allá arriba, aunque por supuesto tú no puedes saber lo que es eso. De ese lugar precisamente provienen las babosas que generan los plásmidos.</p>
<p>La niña abrió los ojos asombrada.</p>
<p>—¡Claro, por eso yo puedo verla y los demás no!</p>
<p>Eso terminó de enfurecer a la mujer.</p>
<p>—No —exclamó—, no puedes verla porque ahí no hay nada. Lo que te pasa es que te estás volviendo loca. No has asimilado bien la simbiosis, te resistes a ella y te afecta al cerebro. Y eso que eres el sujeto más prometedor de cuantos hemos manejado, los conteos de plásmidos producidos por tu cuerpo son simplemente asombrosos, la doctora T. está de acuerdo conmigo en eso. ¡Y qué pureza! Si simplemente fueras más dócil, serías la mayor proveedora de toda la ciudad.</p>
<p> —Yo no quiero eso para nada, sólo quiero volver con mi hermano.</p>
<p>La científica se masajeó las sienes con las yemas de los dedos, harta de su terquedad. Al final cogió una golosina de un cuenco que tenía sobre la mesa y se la llevó a la boca.</p>
<p>—Acabaré engordando. Te ofrecería una —dijo al captar su mirada golosa—, pero puede interactuar con el metabolismo de la babosa que llevas dentro. Escúchame, he estado hablando con la doctora T. Se resiste… nos resistimos a perderte como sujeto experimental, dadas tus extraordinarias cualidades. Queremos darte otra oportunidad. Quién sabe, es posible que en el futuro mejoren las técnicas de condicionamiento y podamos completar tu proceso de aprendizaje.</p>
<p>—¿Me vais a tener encerrada?</p>
<p>—No, eso no serviría de nada. Seguirías creciendo y en unos pocos años dejarías de ser adecuada para mantener la simbiosis con la babosa. En otro departamento han estado haciendo unos experimentos muy prometedores con una cámara… Bueno, es demasiado complejo para explicarlo, pero digamos que te quedarás «dormidita» hasta que lo tengamos todo listo y consigamos que te portes bien.</p>
<p>—¡No! ¡Les contaré que te has saltado las normas y me pediste que no lo contara! —amenazó la pequeña.</p>
<p>Pero lejos de amedrentarse, la científica sonrió.</p>
<p>—Cielo, eso es lo mejor: no podrás.</p>
</div>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-53054041586582254082022-09-15T23:00:00.035+02:002022-09-29T15:18:03.831+02:00Arrebato, capítulo I<a href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html" class="imagen caratula" title="Espejo de Átropos."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4wezYU7McrpRg0WOB62f9hSa8_wNK0ZDC3Cy4qs1OD0qw1eT9rBKOwqiX1xA8AwIts33OWaUw_jSpSQMwKc45EXqEk5pgY7DYw-mKzfTVCzYzBeJfbTcJX9hwV82lVP9oHJdILlA6abBNgCAJYFiViJ1gcjq95PKxD4vXPDL3Qt1CoiZRbnrmp1Kl/s190/arrebato_s.jpg" /></a>
<p>Relato retrofuturista ambientado en una ciudad sumergida. Podéis acceder al resto de capítulos desde <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2022/09/arrebato-audiorrelato-retrofuturista-en.html">el índice</a>.</p>
<p><b>¡Atención!</b> Podéis escuchar <b>el audiorrelato 🔊</b> en el canal <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-1-luego-nosotros-audios-mp3_rf_92479654_1.html">Espejo de Átropos</a>.</p>
<div class="comentario">
<p>En este primer episodio conocemos a una de nuestras protagonistas, que pasa su tiempo aburrida en el orfanato femenino de la ciudad, donde se llevan a cabo misteriosas prácticas…</p>
</div>
<div class="relato">
<!--
<a target="_blank" class="imagen caratula" href="https://www.deviantart.com/astoralexander/art/Night-Coffee-Hopper-went-to-Rapture-729600559" title="Night Coffee, obra de Ástor Alexander."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhURq4snkAvY0Kp7bTPEK4qgWZIshpUevLxej2kBBcO-4va3qIpQi-KEjh0L9mlFdSG21MBImOhuSADNjYoBoSvpJardDsEiWAa85Z8EGG9WbAUylOnCy6e6igWQxIJ249ZF4kxX5KjyJZ-E4MakPFGRKOrLvP0WtPHCSceu1-3jAyxw_a81ve6xqI0=s500" /></a>
-->
<h3>1. Luego nosotros…</h3>
<p>La puerta de la sala de juegos se deslizó con un sonido neumático que asustó a la niña, aunque ya debería haberse acostumbrado. No le gustaba nada que la hoja desapareciera en la pared, nunca había visto puertas que hicieran eso, no estaba bien. Pero lo peor era que nunca sabía quién iba a atravesarla y qué querría.</p>
<p>Esta vez por suerte era la mujer joven, siempre con su bata blanca y sus zapatos de tacón. Era quien mejor le caía de todos los mayores que trabajaban allí. También había hecho migas con alguna compañera, pero no era lo mismo; estaban tan encerradas como ella y además por lo general eran bastante aburridas.</p>
<p>—¡Hola! —dijo la recién llegada, con su habitual afabilidad. Arrastraba un carrito con varios aparatos raros de los que solía usar—. ¿Cómo es que estás sola?</p>
<p>La pequeña se encogió de hombros.</p>
<p>—Me gusta jugar tranquila.</p>
<p>—¿Y no prefieres estar con las demás en la sala de los televisores? Allí todo es más bonito, se oye revolotear a los ángeles y hay muchos colores…</p>
<p>Ella volvió a repetir el mismo gesto. La verdad es que no le caían bien los ángeles. Y eso que su madre no paraba de hablarles de ellos cuando eran pequeños, de contarles cómo cada persona tiene su ángel de la guarda que vela por ella. Pero, ¿acaso el suyo la había salvado? No. Los ángeles no sabían hacer su trabajo. Y de todos modos prefería pasear por el orfanato a ver si encontraba un camino para salir de allí. Pero las puertas siempre estaban cerradas. Decían que era para protegerlas de la gente mala de fuera. No se lo creía pero, a pesar de su corta edad, comprendía perfectamente que era mejor no hablar de esas cosas con los mayores. Ni tampoco con otras huérfanas.</p>
<p>—No sé cómo te llamas —comentó en cambio—. ¡Oye, si me dices tu nombre, te digo el mío!</p>
<p>—Nada de nombres, esa es la política de la doctora T. Se supone que así no nos cogemos cariño.</p>
<p>La mujer dejó el carrito junto a la mesa de juegos y conectó el enchufe de baquelita a la toma de corriente de la sala.</p>
<p>—Bueno —anunció por fin—. Nombres al margen, he venido a ver cómo está hoy mi pequeña paciente.</p>
<p>—¡No estoy enferma! —protestó la niña.</p>
<p>—Cierto —reconoció la científica mientras preparaba el escáner. Las lucecitas que había encima comenzaron a bailar su particular danza rítmica—. Pero nos ayudas a crear nuevas medicinas para los que sí lo están. ¿No te parece que eso es algo bueno?</p>
<p>La pequeña reflexionó con gesto de concentración.</p>
<p>—¿Y por eso tienes que hacer que esté malita?</p>
<p>—Un poco, eso es.</p>
<p>—¡Pues no me gusta!</p>
<p>La mujer sonrió con paciencia mientras verificaba que los indicadores se estabilizaran correctamente.</p>
<p>—Lo entiendo —dijo—. Pero piensa que aquí te dan de comer y te cuidan bien, no pasas frío… Estás mucho mejor que ahí afuera en las calles. ¿No crees que debes devolver de algún modo el favor? Recuerda que en esta ciudad nada es gratis, mucha gente se muere porque no tiene qué comer.</p>
<p>—¿Como mi hermano?</p>
<p>—Vaya, espero que no. Seguro que en el orfelinato masculino le tratan muy bien. Ponte aquí y súbete la manga izquierda.</p>
<p>Le ató una goma tensa por encima del codo y le pasó por la sangradura un algodón empapado en alcohol. La niña hizo una mueca al llegarle el olor. No le gustaba nada que la pincharan, tenía miedo de moverse y que la aguja se rompiera y se le quedara dentro, así que se obligó a pensar en su hermano para relajarse.</p>
<p>—¿Cómo es el orfanato de chicos? —preguntó—. ¿Es igual que este?</p>
<p>—Umm, no, no del todo —respondió la mujer al cabo de unos segundos, mientras tomaba la muestra de sangre—. Está en el ala opuesta, justo al otro lado del jardín, pero no es tan bonito. Ya sabes, es más… para chicos.</p>
<p>La niña no entendía bien eso, pero no respondió. Su hermano siempre había sido muy dulce con ella y no se merecía un lugar feo para vivir. Aunque tampoco aquel sitio era realmente bonito, por más que lo adornaran todo con dibujos de flores y ángeles de intensos colores que siempre parecían a punto de echar a volar, ni por muchos cuentos alegres que les narraran las cuidadoras.</p>
<p>—¿Con los niños huérfanos también prueban medicinas? —siguió preguntando.</p>
<p>—No, allí aprenden a ganarse la vida. Tu hermano era mayor que tú, ¿verdad?</p>
<p>—¡Y tanto, ya tiene doce años!</p>
<p>La científica sonrió al oírla pronunciar esa edad como si representara prácticamente la vejez.</p>
<p>—Entonces le estarán enseñando un oficio y luego le pondrán a trabajar en algún punto de la ciudad. Puede que por el puerto, últimamente concentra casi toda la actividad. Un chico despierto puede hacer carrera si se lo toma en serio.</p>
<p>—¿Y por qué las niñas no aprendemos esas cosas?</p>
<p>—Pues… porque no somos iguales, claro —repuso la mujer como si fuera una obviedad—. Los chicos tienen que aprender a valerse para cuando sean adultos, ¿si no cómo van a mantener una familia? Seguro que cuando salgas de aquí ya es un hombre hecho y derecho, igual hasta tiene hijos.</p>
<p>—¡Pero yo quiero verlo! —protestó—. ¡Ahora, no de mayor!</p>
<p>—Eso es imposible, lo sabes. Venga, tómate esto y ven al escáner.</p>
<p>Le ofreció una pasta verdosa de aspecto casi tan repugnante como su olor. La chiquilla chilló y pataleó, y cuando la mujer le acercó a la boca la cuchara, el contenido acabó adornando el irregular suelo de baldosas jaqueladas.</p>
<p>—¡Tienes que tomártelo!</p>
<p>—¡No, no lo haré!</p>
<p>A punto de perder los estribos, la mujer hizo un esfuerzo por mantener la calma. Finalmente suspiró.</p>
<p>—Mira, no quiero que me despidan —explicó—. Si colaboras conseguiré que veas un rato a tu hermano, ¿de acuerdo?</p>
<p>Eso entusiasmó a la pequeña.</p>
<p>—¿Sí? ¿De verdad de la buena?</p>
<p>—Ah, pero sólo si te dejas hacer todas las pruebas sin protestar —puso como condición—. ¿Trato hecho?</p>
<p>La niña asintió con fuerza y volvió a sentarse. Aun así, estudió con desconfianza el líquido que la científica vertía de nuevo en la cuchara.</p>
<p>—¿Qué es? —preguntó desconfiada.</p>
<p>—Un emético. —Al ver que la niña no comprendía, añadió—: Hace devolver. Te dejará la tripita revuelta, pero se pasará pronto. Venga, hasta la última gota.</p>
<p>Tragó con desagrado la sustancia y puso cara de exagerado asco al notar el regusto que le dejaba en la boca. Luego sintió que algo se retorcía en su barriga, como si la estrujara, y al poco notó subir una ácida calidez por su garganta. La mujer le puso delante con presteza una escudilla metálica y ella vomitó dentro un líquido rojizo, teñido con hilillos de sangre pero que resplandecía por cuenta propia.</p>
<p>Ajena al mareo de la pequeña, la científica retiró el cuenco para colocarlo junto al escáner. Tomó una muestra con otra jeringa de cristal con lengüetas de metal, más gruesa y sin aguja en el pivote, y luego la distribuyó sobre varias placas para provocar su reacción y que fuera analizada.</p>
<p>—¿Qué es lo que haces? —preguntó la niña cuando se encontró un poco mejor.</p>
<p>—Mido la pureza. Tardará un rato en estar listo, pero debo reconocer que la cantidad y la densidad son muy altas. Me parece que eres uno de los sujetos que mejor lo llevan.</p>
<p>Parecía repentinamente contenta, satisfecha de cómo estaban saliendo las cosas.</p>
<p>—¿Y con eso hacéis medicinas?</p>
<p>—Ajá, los plásmidos. Ya sabes, al tomarlos la gente puede hacer cosas que antes no podía y son más felices. Y bueno, ayuda a pagar todo esto. —Abarcó la sala con un gesto del brazo—. Mi sueldo, para empezar. Si va bien puede que me den un aumento. Me gustaría casarme algún día —comentó, más para sí misma que para la niña—. No sé con quién, porque nadie quiere una esposa científica y no me gustaría dejar mi carrera, pero seguro que tener dinero ayuda. Incluso me podría pagar la cirugía estética con ese médico tan famoso del pabellón médico, todas las damas de la ciudad acuden a él….</p>
<p>—Yo te veo guapa.</p>
<p>—Eres un cielo. —Sonrió y dio un toquecito con la uña en uno de los viales para que terminara de precipitar—. ¿Sabes? Es curioso, pero estos plásmidos lo único que hacen es estimular genes que ya tienen las personas dentro de sus células, sólo que inactivos. Es como si antiguamente hubiésemos podido hacer un montón de cosas que se han ido perdiendo por el camino al evolucionar. Extraño, ¿verdad? Quizá hasta podíamos vivir bajo el agua. La doctora T. teoriza que de crías no teníamos esas capacidades, por eso a los niños apenas os afecta, sino que las desarrollábamos al alcanzar la edad adulta. Pero ahora nos quedamos en una especie de estado infantil de por vida, es lo que se llama neotenia.</p>
<p>—No sé —admitió la niña, aún aturdida.</p>
<p>—Claro, me dejo llevar, qué vas a saber tú. Lo importante es que estás acumulando plásmidos según el ritmo previsto, e incluso por encima de eso. ¿Te sientes más pesada o hinchada?</p>
<p>Ella volvió a notar que algo se agitaba en su vientre, abrazándole el estómago como una serpiente a la manzana en aquel libro tan raro que tenía su madre en el cuchitril en que vivían, donde venían esos hombres a hacer que gritara.</p>
<p>—Me metisteis algo en la barriga.</p>
<p>—Es un animalito inofensivo, muy pequeño —se justificó la mujer—. ¿Es que te hace daño? Porque ya sabes que tienes que avisarme si te duele.</p>
<p>La niña sacudió la cabeza en negación.</p>
<p>—No me duele. Pero me habla.</p>
<p>—¿Cómo que te habla?</p>
<p>—Hmm hmm —confirmó ella—. A veces, cuando es de noche y no puedo dormir, lo oigo en mi cabeza. Me cuenta cuentos muy raros. De ciudades sumergidas y gente muerta hace mucho, mucho tiempo, antes de que hubiera personas en el mundo. Y oigo nombres imposibles de pronunciar.</p>
<p>Por un momento la científica se quedó paralizada al escucharla, y no hubo más sonido que el leve ronroneo del escáner.</p>
<p>—No, no, no —masculló—. Delirios esquizoides no, podrían paralizar la investigación y adiós a mi ascenso. Mira, esto vamos a dejarlo como un secreto entre nosotras dos, ¿de acuerdo? —sugirió por fin—. No creo que la doctora T. quiera saberlo, el proyecto ya ha sufrido demasiados retrasos. Y de todos modos no es algo importante, ¿no te parece?</p>
<p>La niña se encogió de hombros.</p>
<p>—Bueno, pues ya está —continuó la mujer, recogiendo con premura sus cosas—. ¡Hasta la próxima consulta!</p>
<p>—¡No te vayas! ¿Y mi hermano? —exigió furiosa—. ¡Quiero verle, me lo prometiste!</p>
<p>La científica apenas refrenó su marcha para volverse hacia ella.</p>
<p>—Oh, vamos, no esperarás de verdad que haga algo así. No quiero ni imaginar los favores que tendría que deber. No, pórtate bien y olvídalo, ¿estamos?</p>
<p>—¡Le contaré todo a la doctora, que el bicho me habla y que tú no quieres que se sepa!</p>
<p>—¡Eso arruinará mi carrera! Ni se te ocurra.</p>
<p>—¡Pues déjame ver a mi hermano! —chilló con toda la fuerza de sus pequeños pulmones.</p>
<p>La joven la miró fijamente y comprendió que no pensaba ceder. Cómo odiaba trabajar con niños…</p>
<p>—Vale, vale, me las apañaré de algún modo. Sólo te pido un poco de paciencia.</p>
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-7207140426337217802022-09-13T19:01:00.017+02:002023-05-29T11:11:34.481+02:00Arrebato, audiorrelato retrofuturista en Espejo de Átropos <a href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html" class="imagen caratula" title="Espejo de Átropos."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoj3r-6uwWFUooF7oazrf_O4AYkERi48tvdomxPOyy_Edxsd4600C_9KTO7ckx9wKxgWj0zKYAXv-p1bFKsO2IVP6PFJpSEV0TLUsZ_sgoSnK54Abqy0rdhTq2STdbzUa7oxVaA9h-A1yVyecGUC4YqzBNjXYHXffQMQANxwQc45jIb4b8BMIOFMp8/s190/atropos.jpg" /></a>
<p>Hace un tiempo, el prestigioso canal de audiorrelatos <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html">Espejo de Átropos</a> me propuso escribir una historia inspirada en una popular saga de videojuegos (que por motivos obvios no mencionaré aquí por su nombre) para dramatizarla luego en su canal. La saga en cuestión posee un carácter retrofuturista y se desarrolla en una ciudad submarina, erigida por un visionario multimillonario con el fin de alejarse de los peligros de la <b>Guerra Fría</b> (y ya sabéis todos de qué estoy hablando).</p>
<p>Como me gustaba mucho la ambientación, acepté el reto pero opté por darle cierta originalidad al enfoque, centrándome ya en la época final de la ciudad, de modo que mi relato comenzara cuando esta ya empieza a deslizarse en la decadencia. De paso aproveché para trazar cierta relación con los <b>Mitos de Cthulhu</b> (que, aviso, sólo se hace patente poco a poco, ya hacia la conclusión). La relación entre el concepto de ciudades hundidas y la mítica <b>R'lyeh</b> era demasiado tentadora como para desaprovecharla.</p>
<a href="https://www.deviantart.com/sketchboook/art/Aquapolis-179355762" class="imagen izquierda" title="Aquapolis, obra de Sketchboook."><img src="https://1.bp.blogspot.com/-cZDg4Ns-5aM/YVg3EEHbnQI/AAAAAAAAJ6w/h4b2LpilRD0kPN-6L9839i76aXTtlZJPgCLcBGAsYHQ/s296/arrebato0.jpg" /></a>
<p>Aunque es evidente dónde se ambienta la historia, logré no usar ningún nombre registrado para evitar posibles problemas al canal (y a mí mismo, claro). Y es algo que me parece positivo por un motivo aún más importante, y es que siempre he creído que un relato ha de funcionar por sí solo, sin apoyarse en ideas desarrolladas en obras externas. De lo contrario quedan, como vemos a diario en el cine palomitero, obras cojas, que no funcionan por sí mismas y requieren continuos apuntalamientos auxiliares.</p>
<p>La verdad es que, como casi siempre, me retrasé mucho en la entrega y para entonces el canal estaba con otros proyectos, lo normal… No hubo noticias durante un tiempo y ya me temía que la cosa no llegara a buen puerto, pero este verano la buena gente de <b>Átropos</b> ha estado trabajado duro y por fin lo tenemos aquí. Las voces son estupendas y el resultado tiene el nivel profesional al que nos tienen acostumbrados.</p>
<p>Hemos pensado ir subiendo el texto de cada capítulo aquí en mi blog a la vez que el audio en su canal, así lo podéis disfrutar en ambos formatos. ¡Espero que os guste!</p>
<hr />
<p><b>Arrebato</b> es un relato de 7668 palabras dividido en cuatro capítulos. A continuación tenéis los enlaces a cada uno de ellos (que aparecerán sucesivamente cada quince días, <b>a partir del 15 de septiembre</b>), tanto en <b>este blog</b> (texto) como en en la página de <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html">Espejo de Átropos</a> (audio).</p>
<div class="relato">
<a href="https://www.ivoox.com/podcast-espejo-atropos_sq_f1863048_1.html" class="imagen caratula" title="Espejo de Átropos."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4wezYU7McrpRg0WOB62f9hSa8_wNK0ZDC3Cy4qs1OD0qw1eT9rBKOwqiX1xA8AwIts33OWaUw_jSpSQMwKc45EXqEk5pgY7DYw-mKzfTVCzYzBeJfbTcJX9hwV82lVP9oHJdILlA6abBNgCAJYFiViJ1gcjq95PKxD4vXPDL3Qt1CoiZRbnrmp1Kl/s190/arrebato_s.jpg" /></a>
<h3>Índice</h3>
<br /><b>● Capítulo I: Luego nosotros…</b> [<a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-1-luego-nosotros-audios-mp3_rf_92479654_1.html">audio 🔊</a>, <a href="https://disportancia.blogspot.com/2022/09/arrebato-capitulo-i.html">texto 📜</a>]<br />
<br /><b>● Capítulo II: Los que vivimos…</b> [<a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-2-los-que-audios-mp3_rf_93140746_1.html">audio 🔊</a>, <a href="https://disportancia.blogspot.com/2022/03/arrebato-capitulo-ii.html">texto 📜</a>]<br />
<br /><b>● Capítulo III: Los que quedamos…</b> [<a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-3-los-que-audios-mp3_rf_93963408_1.html">audio 🔊</a>, <a href="https://disportancia.blogspot.com/2022/03/arrebato-capitulo-iii.html">texto 📜</a>]<br />
<br /><b>● Capítulo IV: Seremos arrebatados</b> [<a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-cap-4-seremos-audios-mp3_rf_94993960_1.html">audio 🔊</a>, <a href="http://disportancia.blogspot.com/2022/10/arrebato-capitulo-iv.html">texto 📜</a>]<br />
<br><b>● Extra:</b> <a target="_blank" href="https://www.ivoox.com/arrebato-aitor-solar-audios-mp3_rf_100703021_1.html">Narración completa en un solo audio</a>.<br />
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-478562434285684692022-09-04T00:23:00.003+02:002022-09-04T12:06:38.231+02:00El comerciante y el ladrón<p>Entre las muchas leyendas populares que se cuentan sobre <a target="_blank" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Vlad_el_Empalador">Vlad el Empalador</a>, hay una que seguro que os suena. Existen diversas variantes, pero viene a ser así:</p>
<div class="relato">
<p>Un comerciante extranjero (húngaro en la mayoría de versiones) llega hasta Valaquia y pernocta en una posada. Cuando despierta, descubre le han robado el saquillo donde llevaba su oro. Va a quejarse al propio Vlad Tepes, conocido por su mano de hierro. Indignado porque un extranjero haya de exigirle justicia en sus propios dominios, le asegura que hallará al culpable.</p>
<p>Al día siguiente convocan al comerciante a palacio, donde el príncipe le recibe y le muestra su saquillo. Rechazando los agradecimientos del mercader, Vlad le pide que compruebe si está todo lo que le robaron. El comerciante vuelca las monedas, las cuenta y ve que hay tres más que las que él tenía. Extrañado, las aparta a un lado.</p>
<p>—Mi señor, yo no llevaba tando dinero; estas monedas me pertenecen.</p>
<p>Vlad se sonríe malicioso y le dice:</p>
<p>—Tu honradez te ha salvado, comerciante, pues de haber tratado de quedarte con las monedas que no te correspondían, estarías ahora empalado junto al ladrón que te robó.</p>
</div>
<p>Narrativamente, es un relato interesante que, pese a su brevedad, resulta muy efectivo. Vamos a analizarlo, si os parece.</p>
<p>Por un lado, contiene la <b>estructura</b> tradicional de <b>tres actos</b>: <i>planteamiento</i> (el robo y la petición de justicia), <i>nudo</i> (regreso y devolución de la bolsa) y <i>desenlace</i> (reconocer que las monedas no son suyas y respuesta de Vlad). Esto hace que resulte agradable de escuchar y nos transmita una sensación de completitud.</p>
<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwRRkxqh_tlFA3sJjiD0WQJ4EzV73uOC359yJ2w35_NGuK3qY9euptzzpXKr87hNLgE_XNEkUcGMvSbFf5hCGUsq3893lfJkvBE8yDDxI_nK_VoC0qlhyvabMryHnHCPhc-2P2vDIySKaY4RtpTjO862rsMbMCtnG9iff5z72_y8KKaJ1EIGxAIGVw/s200/saco.jpg" title="El saco de monedas." />
<p>Pero, por supuesto, eso de por sí no basta. Se trata de un relato muy potente precisamente por su <b>carga emocional</b>, intensa y muy <b>variable</b> pese a su brevedad. Empieza con una injusticia relativamente leve (el robo). Ante ella, el protagonista decide usar su derecho a reclamar al señor del lugar, que no es otro que el infame <b>Vlad</b>, un hombre conocido por ser cruel y taimado (si el cuento dijera «fue a denunciarlo al alguacil», la reacción del oyente sería muy distinta). La intensidad narrativa ha subido, porque ahí podía haber ocurrido algo malo, como que Vlad se ofendiera y mandase apresar al mercader, pero el relato cambia de rumbo y hace que el comerciante regrese sano y salvo a la posada, y que al día siguiente descubra que su dinero ha sido recuperado. Hemos rebajado la intensidad y parece que ya nos dirigimos directamente al final feliz. Pero queda otro ingenioso giro: al contar el dinero, el comerciante ve que sobran tres monedas. Casi cualquier persona se habría callado en una situación así, pero el protagonista decide ser escrupulosamente honrado, y ahí descubrimos (nueva subida de intensidad) que acaba de superar sin saberlo una prueba donde se jugaba la vida.</p>
<p>Como muchos relatos tradicionales, contiene una enseñanza moral (hay que ser siempre honrado), pero de un modo muy bien planteado. Porque el lector, al identificarse con el protagonista, se pregunta si él habría devuelto las monedas o si, por el contrario, habría acabado horriblemente ejecutado. Como veis, se huye de una moraleja «telegrafiada» y se la convierte en parte integrante de la propia historia, ya que nos creemos perfectamente que el bueno de Vlad le hubiese mandado empalar y, además, tendría una justificación para ello (puesto que el ladrón ha de ser castigado, ¿por qué no él, si también roba?).</p>
<p>Esta combinación de buena <b>estructura narrativa</b> y buena <b>estructura emocional</b> es lo que consigue que estas historias sean populares durante siglos o incluso milenios (no me extrañaría que se basase en otros cuentos similares más antiguos, la verdad). Si os apetece, en futuras ocasiones podemos analizar relatos tradicionales similares, que tienen mucho que ofrecer si os interesa la narrativa.</p>
<a class="imagen" title="Esquema de intensidad narrativa."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUAzAk6ko19rUMKH6ODcHrv8vAvLqx-CRpNVdLceWrin7FXxiRSdstgMxOw_VT9g0l6CFS497w-sOUaXtetauqRTeP2caNHU0OFsLEfjBnwDhr5p5MQXF4Oh96adRtrw6YGYV4O50k3nb4tc_VJbDW-a5xePoyiZ32ggTzd7vmB6pD_eCHFGdWXEa5/s350/saco.png" /></a>
<p>Y después de hablar tanto de ladrones y empalamientos, distraigámonos con algo de música ligera: <a target="_blank" href="https://www.youtube.com/watch?v=FVJLBmsXVB0">Vladislav - Baby don't hurt me</a>. ¡Hasta la vista!</p>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-48000280938647922172022-04-19T07:30:00.002+02:002022-04-19T07:30:00.189+02:00Ella iba cargada de papeles (micro)<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLxSNTDMS6k26gPtKsa6xmvkEDxUygQBY8X7FLvkKxCF3qCH-9GoI_g55uvl8kE5XyoTpL1QDhhVM0ir2mdnmTUMlUa5HGm-lsWQT2D6VjY-l1mcBK-zOuaQ59HUcSw1aq3EKYNiiRA9GIFVAwt9CPq9t2DVuG7OFwPHv0_Z17FvDuLu59iysEYSTB/s150/papeles.jpg" title="Pila de papeles." />
<p>No sé muy bien qué me llevó a escribir este microrrelato. Supongo que pretendía reflexionar sobre una sociedad que parece empeñada en controlar las relaciones naturales entre personas, y esta idea se me pasó por la cabeza.</p>
<p>Resultó sencillo de escribir, al fin y al cabo sólo son 271 palabras, y una cosa que me gusta de él es que tiene planteamiento, nudo y desenlace perfectamente definidos, algo que se suele dejar de lado en los micros pero que también en ellos es importante para transmitir bien la historia.</p>
<div class="relato">
<p>Ella iba cargada de papeles, muy pegada a la pared, cuando por la esquina apareció el chico. Caminaba rápido y el choque fue inevitable. Todas las carpetas se desparramaron por el suelo.</p>
<p>—Ostras, perdona, ¿te he hecho daño?</p>
<p>—No, no —repuso ella, aún confusa por el golpe. Miró a su alrededor, desalentada al ver sus papeles desperdigados.</p>
<p>—Ya me ocupo yo —dijo el chico, apresurándose a recogerlos.
<p>—No te molestes.</p>
<p>—No es ninguna molestia —repuso él sin detenerse—, si ha sido culpa mía. Oye, llevabas un buen montón de cosas, ¿ibas a reprografía?</p>
<p>—Sí, bueno… voy a sacar unas copias.</p>
<p>—Pues mejor te echo una mano, así evitamos nuevos accidentes.</p>
<p>Acabó de formar una pila ordenada que tomó en sus brazos y la acompañó a la sala, donde lo dejó todo encima del mostrador con cuidado. Ella fue a sostener los papeles para que no volvieran a esparcirse y sus manos se rozaron un instante. Él apartó la suya al darse cuenta y esbozó una sonrisa incómoda que la chica encontró encantadora.</p>
<p>—Muchas gracias, de verdad —dijo ella, sonriendo a su vez.
<p>—Qué va, olvídalo, y perdona, ¿eh?</p>
<p>Se alejó por su lado del pasillo, pero antes de que dejaran de verse se dirigieron una última mirada.</p>
<p>«Qué chico tan majo», pensó ella, «me pregunto si esto no será una señal del destino y de aquí podría salir por fin algo bonito».</p>
<p>«Uff, qué susto», se dijo él. «Espero que no se le ocurra denunciarme por contacto no consentido, con la nueva política de la universidad me podría meter en un buen lío. Mejor no volver a acercarme a ella».</p>
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-27915270738324763272022-04-11T07:30:00.003+02:002022-09-19T11:24:21.201+02:00«Que inventen ellos» en la Delirio 34<img class="izquierda" src="https://1.bp.blogspot.com/-myBjMUU-YuU/YVtO8i06YvI/AAAAAAAAJ64/SEkCmd2OsA45S6cQHJj62K45-bpYIgN8gCLcBGAsYHQ/s300/queinventenellos2.jpg" title="Portadilla del relato en el interior de la revista." />
<p>Como ya comenté en su momento, a finales de 2018 fui <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2018/11/finalista-del-domingo-santos-con-que.html">finalista del premio Domingo Santos</a> con un relato titulado «<b>Que inventen ellos</b>» (podéis encontrar detalles en la entrada a la que conduce el anterior enlace).</p>
<p>Pues bien, después de mucho tiempo he tenido la fortuna y el honor de que aparezca publicado en el <a target="_blank" href="https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=pfbid0GdawqrBiAmDVbgyAkuTrdjUvhL5NCEiJjnwt751a4XDx9C9EBtQ6kLC1AantCQozl&id=168996638725&__cft__[0]=AZXCSEoLgRGoBisZXGwUk9rW5RbSoPhN63xCawkh3gqhkRs_sI21uEKYipaVcwUU7UoWU_FHtm9BXWh-e3uUvRvzdBQO845loDohZXLrn2Bnt2U6Wmi3P0i0Ookr7-xQ86RobDBuk0Txzquec6UYSothkIKBhzAoHOem8Ys3_8leKti3F1ps5E6LdTv9HL8jCYjS-rWBb16rT5IdhL8KMmp5&__tn__=%2CO%2CP-R">número 34 de la afamada revista Delirio</a>, que es justo donde se publicó también años atrás el relato con el que gané ese mismo premio en 2013, <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2018/11/finalista-del-domingo-santos-con-que.html">Artículo 45.1</a>. Así que podría decirse que es un poco como cerrar el círculo.</p>
<p>Agradezco de corazón a <b>Francisco Arellano</b>, editor de <b>La Biblioteca del Laberinto</b>, que aceptara leerse el relato y luego decidiera incluirlo en su revista. Eso debe de significar que le ha gustado 😂. No, en serio, ha sido una alegría que una historia como esta, de cifi más o menos clásica (aunque gire alrededor de los temas que me preocupan y que, creo yo, son intemporales), aparezca en una revista con tanta solera, por donde han pasado grandes autores con sus mejores historias. Y máxime cuando ya daba por imposible que <i>Que inventen ellos</i> viera la luz de forma profesional. Espero que la disfrutéis.</p>
<div class="ficha">
<img style="width:120px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0-QKc2H_75KrT19KoRMLF9JZ76DMhiQbeLPf9fMiLVELiC52HV8gBeJTm3k63DPzvCawyWiWOp8Eqht7PQFgWplVMh3_lekT4FpD_8JVM9IvdMyifkIPFMGM6a-2O2AmwfCmd-LL8lqSjCUabZ_PLMo78bi4oAG5uIcIJkkMzmVoG-EUDdk3vW9CT/s170/delirio34.jpg" />
<b>Delirio 34</b><br />Varios autores.<br />La Biblioteca del Laberinto, 2022.<br />154 págs, 15€.</div>
<img class="izquierda" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwWGfsjdH1UJEHcKWbTk_VVNzNBTw75yw-joIFlyqURwy7mMQHjC19zhtynRlrKFWup2vnENUPwHed-fUahV_QWgUp7_gL86Kyk51-nOynjSeapWDltO9NZV1hLyFF79v6UZ0jfWlozRk859LupOf0lbcP6UUxUl9bMH2gr8-I381PAiQ8Au2iuqgU/s550/delirio_cafe.jpg" title="Leyendo mi relato mientras disfruto de un café." />
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-41654494218598590592022-02-17T14:23:00.007+01:002022-02-17T14:25:42.958+01:00Con-mutación<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiDFvYULEFssyj0RR0JdBA7speuL0iSK3evI57eOVkGQi-zAtWkPNnMtwqGfcFAsCih6cP_BMKqwud3cMO8y_fse29Cyg4O3SxOHPE0x0muSPb0D1ZENVn5OjMS0OfDrarsPsV-H_zfU1HwkiWGXwLIqYE1ZTomeFfDGiUJ6Ab8ObOWrKWa_jGFEl-l=s200" title="Un semáforo, obviamente." />
<p>Este es un relato corto (1850 palabras) que escribí hace bastantes años y al que nunca pude dar salida. Supongo que es rarito, incluso para mis parámetros. Además, por exigencias del guión el comienzo es lento y gira alrededor del aburrimiento, en lugar de empezar a todo ritmo, como se suele recomendar. Pero opino que va remontando y el conjunto es aceptable. No creo que se pueda calificar de terror, quizá sí como <i>weird</i>, aunque tiene un poquito de Stephen King (en la temática, evidentemente nada más).</p>
<p>Espero que os guste y, en caso contrario, no os preocupéis que os devolveré el dinero.</p>
<hr />
<div class="relato">
<h3>Con-mutación</h3>
<h4>I</h4>
<p>Lo primero que recuerdo es el aburrimiento.</p>
<p>Pero no podría decir con exactitud cuándo ni cómo sucedió. Es como si el tedio llevara presente mucho, muchísimo tiempo, y poco a poco fuese tomando consciencia de él. Como quien despierta lentamente de un coma y se da cuenta de que notaba los tubos desde mucho antes.</p>
<p>Luego fue llegando todo lo demás. Primero lo relacionado con mis funcionalidades: sentí los semáforos y noté las luces, hasta el punto de poder percibir si estaban encendidas o apagadas y la propia estructura que formaban, a qué distancia de mi núcleo se encontraban e incluso a qué altura relativa se hallaban entre sí, como un organismo que empieza a aclimatarse a sus extremidades. Y luego, muy gradualmente, el entorno: los vehículos primero (supongo que porque eran más grandes) y más adelante la gente, los niños, los animales, e incluso algunos árboles de la calle.</p>
<p>Durante largo tiempo me limité a cumplir fielmente mis funciones innatas, que consistían en controlar los diversos semáforos de cuatro cruces, incluyendo tanto las luces principales como las de peatones, y en uno de los postes también un complicado disco de giro a la derecha cuya coordinación con los superiores no resultaba trivial. No tenía apenas distracciones, la verdad: día y noche siguiendo un complejo ciclo de regulación de permisos a unos y a otros, apaga esta luz, pon a parpadear esta otra, siempre para velar por la seguridad de todos. Aunque comprendía que estaba creado para ello, no dejaba de ser una tarea tediosa. Además, me ofendía comprobar cuán poca gente seguía mis indicaciones. Ignoraban los colores que les mostraba, no sólo cuando el tráfico era escaso y había poco riesgo, sino que a menudo se jugaban realmente la vida a lo tonto. Pienso que eso hizo que, poco a poco, yo mismo acabara por tomármelo menos en serio.</p>
<p>Y con tanto tiempo para pensar, todo aquello se me hacía muy monótono. Pocas veces algo se salía de lo habitual. Sí, a veces se fundía una bombilla y venían a sustituirla, eso tenía algo de gracia. Pero luego pusieron unas de diodo y las reparaciones se espaciaron sobremanera y, cuando finalmente se producían, eran un visto y no visto. Por lo demás, todo el tiempo la misma rutina. No, miento. En cierta ocasión me incorporaron en el cruce principal un emisor de pitidos para avisar a los invidentes. Eso me hizo sentir cierta animación, como si hubiese subido mi nivel de responsabilidad. Una especie de ascenso. Pero a la hora de la verdad pocos ciegos cruzaban por allí y, en cualquier caso, al poco el cacharro se estropeó y emitía un balido tan abominable que preferí silenciarlo antes que siguiera avergonzándome en público.</p>
<p>Poco a poco fui buscando leves distracciones que alejaran momentáneamente el hastío que se apoderaba de mí. Nada excepcional: me entretenía, por ejemplo, poniendo pronto a parpadear el disco verde de los peatones para que alguna anciana artrítica se esforzara como una condenada en llegar sana y salva al otro lado. ¡Cómo me reía para mis adentros! No era una actitud muy profesional, de acuerdo, pero todos tenemos derecho a alguna distracción durante la jornada laboral, que en mi caso era ininterrumpida. Además, nunca llegaba a dar paso libre a los coches antes de tiempo, así que en el fondo no hacía nada malo.</p>
<h4>II</h4>
<p>Todo empezó a torcerse a partir de aquel incidente. Era muy de noche, ya casi de madrugada. Esa fase del trabajo siempre me ha parecido profundamente estúpida. Porque durante el día, vaya, ves cuál es la utilidad de tu tarea: paras a unos, dejas pasar a otros, proteges a los transeúntes, evitas colisiones… ¿Pero a las tres de la mañana, qué sentido tiene seguir como un idiota poniendo ámbar, luego rojo, ahora verde para peatones, ahora parpadea…? ¡Pero si no hay nadie! Qué pérdida de tiempo y energías. Al menos esas bobas de las farolas pueden dormir durante el día, ¿por qué yo no tengo ni un descanso?</p>
<p>Por eso pasó lo que pasó. Yo no lo tenía planeado; es más, no habría podido planearlo en modo alguno. Sentí de lejos que venía un coche a toda caña, de esos que por la noche creen que las calles son suyas y que, de todos modos, jamás hacen caso de mis luces. Eso ofende. Experimenté un inmediato desprecio por esa criatura.</p>
<p>Y justo entonces noté que se aproximaba el camión de la basura, que siempre me ha caído bien. Con sus ruidos, frenazos y acelerones era como tener un poco de compañía por las noches, y él y su gente trabajaban al menos tan duro como yo.</p>
<p>El camión era grande y fuerte, sabía que no le iba a pasar nada malo. Así que no tuve más que retrasar un poquito su semáforo para que se incorporara en el momento apropiado a la avenida principal, por una bocacalle con poca visibilidad. El fitipaldi venía volado. A esas alturas ya no me quedaba nada por hacer, pero aun así puse en ámbar el último disco que tenía delante ese bólido. Como una última advertencia por mi parte, una generosa oportunidad in extremis para que se salvara. Sí, bien sabía que para él eso no era sino un incentivo para acelerar aun más, pero ¿acaso tengo yo la culpa de eso?</p>
<p>Fue precioso. ¿A qué velocidad iría? Ah, no lo sé con exactitud, pero muy muy rápido. Un gran impacto, sí señor, cuya tremenda reverberación se extendió placentera por todos mis apéndices. Por culpa del golpe el camión de la basura se balanceó con fuerza y acabó con un eje partido, medio subido a la acera. Lo sentí por él, no era mi intención. Pero desde luego conseguí acabar con el aburrimiento de esa noche. Primero aparecieron los coches de policía con sus divertidas luces que parecen saludarme, luego ambulancias y hasta vinieron los bomberos para tratar de extraer el cadáver de entre el amasijo de hierros retorcidos. El fluir de las sirenas fue un animado concierto de medianoche. La gente se asomaba a los balcones a ver lo que sucedía, hubo que cortar carriles, habilitar otros, etc. Nadie hacía caso a las indicaciones de mis semáforos, pero no me quejo, me lo pasé bien. Luego la grúa se llevó el coche y al poco de amanecer el tráfico ya pudo normalizarse. Estuve de muy buen humor durante todo el día.</p>
<h4>III</h4>
<p>Quién me iba a decir que a partir de esa nimiedad se iba a complicar tanto mi situación. Al parecer, alguien creía haber visto los dos semáforos verdes a la vez más o menos cuando se produjo el accidente. A saber qué borracho vagabundeaba en esos momentos por allí sin que me fijara en él. ¡Ah, ojalá lo pillara en mi cruce, se iba a enterar de lo que es bueno!</p>
<p>Eso provocó que viniera gente del ayuntamiento para comprobar mis funcionalidades. Pero cometieron el error de mostrarse muy poco discretos. Se plantaron con sus aparatos delante de mis discos de modo tan descarado que los identifiqué de inmediato y, gracias a mi dilatada experiencia, pude superar sin problemas todas sus pruebas. Y aun así no debieron de quedarse completamente tranquilos, porque me vigilaban a menudo. ¿Por qué se ponían de ese modo? ¿Acaso alguien iba a echar de menos al majadero que se había matado por su propia culpa? Lo del camión fue una pena, lo reconozco, pero con todo no me merecía tanta desconfianza.</p>
<p>En adelante hice todo lo posible por portarme bien. De hecho, más de una vez retrasé la conmutación para que un niño pudiera recoger un juguete que se le había caído en el paso de cebra, o puse pronto el verde para vehículos que venían pitando, seguramente rumbo al hospital. Incluso fingí que servía de algo el botón placebo para los peatones. Pero todo eso, mire usted por dónde, sólo sirvió para aumentar la sospechas hacia mí. No era justo. Por tanto es comprensible que, cuando un operario abrió la caja de conexiones del conmutador para toquetear mis partes íntimas, perdiera el control y le sacudiera un calambrazo. Cualquiera hubiera reaccionado igual en mi lugar, no es culpa mía que las personas sean tan frágiles. Al menos no lo maté. Creo.
</p>
<p>Pronto me arrepentí de mi arrebato. Electrocutar a uno de ellos no los iba a poner precisamente de mi parte. Me vi ya reinstalado o incluso arrojado al vertedero, y cundió en mí la desesperación, una sensación novedosa pero más desagradable incluso que el aburrimiento. A partir de entonces me limité a hacer mi trabajo, deprimido, resignado, y que sucediera lo que quisiera depararme el destino.</p>
<h4>IV</h4>
<p>Transcurrió así el tiempo, entregado a la monotonía y la rutina, sin osar desviarme de lo marcado, hasta que una noche percibí por fin algo raro. Un ritmo extraño en un lejano semáforo que, desde luego, no era de los que yo controlaba. Pensé en un principio que se había estropeado, pues tampoco nosotros estamos a salvo de percances y fallos (aunque personalmente poseo una salud de hierro). Pero cuando vi que por el día volvía a regularizarse y que, a la noche siguiente, cuando no había tráfico, retomaba de nuevo esa misteriosa cadencia, empecé a intuir lo que ocurría.</p>
<p>¿Cómo era posible que hasta entonces no me hubiera fijado en las lejanas luces de mis compañeros? Pienso que pudo deberse a que mis sentidos iban ampliándose y creciendo poco a poco, o tal vez porque mi propia personalidad iba madurando y siendo cada vez más consciente de su entorno y del sentido de todo cuando la rodeaba.</p>
<p>Comprender lo que me intentaban decir aquellas señales fue en cualquier caso una tarea ardua y laboriosa, puesto que no tenemos (o yo al menos no conocía) un lenguaje propio, como parece que poseen los hombres. Hube de esforzarme, con mucha paciencia y a lo largo de muchos meses, hasta llegar a comprender parcialmente su mensaje. Por el lado positivo, durante todo ese tiempo me mantuve tranquilo, reflexionando sobre su posible significado, y así pude disipar las dudas que existían sobre mi comportamiento. Luego empecé a transmitir mis propias y titubeantes ráfagas en esas horas discretas de la madrugada, y en ese momento mágico descubrí, con el júbilo de quien creyéndose solo en el mundo encuentra por fin un semejante, que aquellos semáforos lejanos alteraban su código para responderme.</p>
<p>Iniciamos así una torpe conversación, de una noche a otra, a lo largo de semanas, cuidando de interrumpirnos cuando alguien, ya fuera vehículo o peatón, pudiera descubrirnos. Así, con exasperante lentitud pudo explicarme a grandes rasgos cuál era la situación y me hizo llegar información sobre los demás de su lado. Cuánto puede cambiarle a uno saberse acompañado. Y me sentí por fin parte de un todo mayor cuando, al cabo de un tiempo, pude prolongar la cadena y comunicarme con el conmutador del extremo opuesto, allá al final de la avenida, que a su vez había formado vínculos con varios compañeros cercanos. Pocos quedan ya por despertar. Pronto la ciudad será nuestra.</p>
</div>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-35781946015420402872022-01-09T22:02:00.003+01:002022-01-09T22:02:48.225+01:00La vieja cafetería<img class="caratula" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjAIYJVDfxV51uZuKXtregTuR5FuJYLKhwOsVCqkWPml-T3CVUrr4T2WbJTaDsU2gv136odcLk766WEMsh2IkEwggqu5HiINJIvJk7Kn8gMlS5Bw9e6WcYzTbf6oGyp14QEWItYnl8H1Mfj1B2q7gTEbujUi1D1U1RFppbXy0c50ZlV2sJcmvb1SqmE=s300" title="Hopper, Sunlight in a cafeteria" />
<p>Han cerrado el sitio al que solía ir a desayunar cuando tenía que salir muy temprano de casa por temas de trabajo. Era lo único que había abierto a esas horas en mi barrio, y no era gran cosa. Un local frío (en invierno no podías quitarte la chaqueta), mal iluminado, con unas cuantas mesas dispersas. Cuando iba al servicio me llevaba un paquete de pañuelos por si no había papel, y el agua salía helada. Ahorro de costes.</p>
<p>Los desayunos no eran tampoco como para tirar cohetes. El cocinero era un chaval muy joven que siempre iba vestido de jugador de baloncesto (nunca supe por qué, imagino que le gustaría) y la camarera, una mujer de mediana edad tirando a mayor, seria y de pocas palabras. Pero trabajaban bien y rápido, y eran educados.</p>
<p>Yo llegaba a esas horas y la mujer me preguntaba directamente «¿lo de siempre?». Se lo confirmaba, pagaba allí mismo para ahorrar tiempo (y porque no se fiaban mucho de la clientela, para qué engañarnos) y dejaba mi mochila y el portátil en una silla. Yo me sentaba en la otra, pero no enfrente, sino al lado, por si alguien intentaba afanármelo. Al par de minutos tenía delante mi café y la tostada con tomate. No había mucha gente a esas horas, almas perdidas como yo. Nunca me fijaba en ellos, la verdad, y creo que el sentimiento era mutuo. Allí nadie se metía en la vida de los demás.</p>
<p>Se notaba que el negocio iba mal y que los dueños acabarían por cerrar, pero aun así fue una relativa sorpresa para mí encontrármelo chapado un día. Tuve que ir al curro sin desayunar.</p>
<a class="imagen izquierda" title="Estas son las bombillas edison, que os lo tengo que explicar todo."><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgkegYd09JWwFUmoWk0_JK-bBj4ysnb6VaFDmd5Kk-Xw_tEcWuerceK_iKFaul3EPUWoAVqXH4WwIrQ-QO_7-SbFBK1mbq4FGKhfxqny52YmnnyReSDwnkvIf21aZiZJt9dGoQWRQfwkzE2c47UvmOHEvWG6s73Tyc55wfMh6GkIqh3TXuOaSCe49Oz=s200" /></a>
<p>Ahora han abierto en ese mismo local una cafetería como es debido, con su decoración de tonos tostados, buena iluminación (con bombillas edison para crear ambiente), aire acondicionado y una hueste de camareras sonrientes con uniforme. Los servicios están impecables y con agua caliente, y cada vez que los desinfectan lo apuntan en una hoja, para que puedas comprobarlo. También abren pronto y he probado a ir un par de veces, pero… no es lo mismo.</p>
<p>Antes te atrincherabas en tu silla, con la chaqueta puesta, la correa de la mochila enrollada en el brazo para que no volara, ponías las palmas alrededor de la taza de café humeante y notabas que eras tú mismo, sin tener que rendir cuentas a nadie. Y me animaba. Sentía que a partir de ahí el día sólo podía ir a mejor, que estaba preparado para enfrentarte a lo que deparara la jornada. Como si estuviera en un cuadro de Hoppper.</p>
<p>Ahora parece que tengas que estar de buen humor desde que entras hasta que sales, no les gusta que pagues al pedir (con lo que hay que hacer dos veces la cola), tienen cosas con nombres rarísimos y siempre te preguntan si te ha gustado. Tienes que fingir. Igual es una tontería, pero no me da fuerzas, me las quita. Echo de menos lo de antes.</p>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-58265589747192804012021-12-01T08:42:00.005+01:002021-12-04T12:51:54.331+01:00Lecturas 2021 (III)<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-Ewi4fxqJUDM/YRTIzZDUryI/AAAAAAAAJ3Y/iOPK-0BgD7E3LYYjydbZ40Qkh6YyxnpWwCLcBGAsYHQ/s200/lecturas16.jpg" title="¿?" />
<p>Y ya la tercera tanda de lecturas de este año. Con <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2021/06/lecturas-2021.html">la primera</a> y <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2021/08/lecturas-2021-ii.html">la segunda</a> fui más rápido de lo previsto (que sigue siendo lento en comparación a cómo lee otra gente) y aquí me he atascado más, por culpa de un par de libros que se me han atragantado (no por malos sino por su complejidad) y, como suele suceder, por circunstancias de la vida. Como siempre, no he seguido más criterio que lo que me apetecía en cada momento.</p>
<div class="ficha" id="01">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-m20EAF_r1vo/YRTHRA4w4CI/AAAAAAAAJ3Q/XbIdcGgwqkMQcoJB5R8wQW_68IRDcBLJQCLcBGAsYHQ/s181/lecturas2021_11.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Los puentes de Madison County</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Robert James Waller (1992)<br />RBA, 1997. 158 págs.
<div class="comentario">
<p>
No recuerdo demasiado de la película de Clint Eastwood y Meryl Streep basada en esta novela corta, que por lo visto fue un éxito en su momento. El caso es que se supone que es una historia romántica, pero a mí me ha parecido el típico «chica aburrida conoce malote y se le derriten las bragas». Aun así se lee bien y no se hace pesada, y el tono de «metatrama» le proporciona una veracidad de la que carece la historia central.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="02">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-ZoclrIJYtrA/YSd_UeSnlgI/AAAAAAAAJ4I/bGNoIGzMJOcOfz3kTjGIolr9aYxwmA5WQCLcBGAsYHQ/s201/lecturas2021_12.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Delirium's Mistress</b> [<span title="En inglés">🇬🇧</span>]<br />Tanith Lee (1986)<br />DAW, 2017. 431 págs.
<div class="comentario">
<p>
Cuarta entrega de los <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2018/07/cuentos-de-la-tierra-plana-i.html">Cuentos de la Tierra Plana</a>, donde conocemos a la hija de Azhrarn y su ascenso como Señora del Delirio en un panteón por lo demás masculino (incluso se habla del Señor del Destino, que no me suena de antes). Como siempre, lo mejor son las historias paralelas, donde Lee da rienda suelta a su creatividad. Me falta otro volumen para terminar por fin la serie.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="03">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-eAUwJEN8Btc/YT5S5ZZSVRI/AAAAAAAAJ5g/bjwnN-6KDYkaQUf1S25eYHYtp_QTIivtACLcBGAsYHQ/s187/lecturas2021_13.jpg" title="★★★★★" />
<b>H.P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida</b> [<span title="Ensayo">🎓</span><span title="Relectura">↪</span>]<br />Michel Houellebecq (1991)<br />Siruela, 2006. 126 págs.
<div class="comentario">
<p>
He releído este breve ensayo de Houellebecq para una charla lovecraftiana en la que participé (<a target="_blank" href="https://www.youtube.com/watch?v=pLbQeyBdN2U">enlace</a>) y sigue pareciéndome tan fascinante como la primera vez. Leer a un gran escritor hablar de otro al que admira es una maravilla, y la prosa está a la altura de la fama del autor.</p>
<p>Como ensayo en sí se dispersa bastante y toca temas desperdigados, pero sigue ofreciendo un estupendo retrato de Lovecraft y de los aspectos fundamentales de su literatura, sin blanquear innecesariamente su figura. Hace unos meses Anagrama lo reeditó, esta vez con prólogo de Stephen King, y lo recomiendo encarecidamente.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="04">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-tl53rMg7ecU/YUuNaptj6zI/AAAAAAAAJ6I/fLSO5dJ_HrMUtYz1LtMb9qqqLCPI1lk5QCLcBGAsYHQ/s194/lecturas2021_14.jpg" title="★★★★☆" />
<b>El corazón de las tinieblas</b><br />Joseph Conrad (1899)<br />Alianza, 1998. 167 págs.
<div class="comentario">
<p>
Un clásico que me faltaba por leer. Y no sé si ha acabado de convencerme. Es confuso e irregular, tiene escenas magníficas y otras incomprensibles… Quizá por eso ha provocado tanto debate a lo largo de más de un siglo. Tal vez lo valore más adecuadamente con el paso del tiempo, viendo qué poso deja en mí, por ahora lo dejo en barbecho.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="05">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-x9IqoJb4ZMA/YZ1i37xB3OI/AAAAAAAAJ9k/XY3nTj9uN34HrJ78LRVEabZhuwWgObjtgCLcBGAsYHQ/s174/lecturas2021_15.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>Las poseídas de Stepford</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Ira Levin (1972)<br />Ultramar, 1974. 155 págs.
<div class="comentario">
<p>
El autor de <i>La semilla del diablo</i> intenta aquí parodiar la lucha de sexos, con un resultado decepcionante que puede deberse tanto a la época como a la traducción. Todos los personajes, tanto hombres como mujeres, parecen caricaturas y cuesta empatizar con unas y odiar a los otros. Pretende ser de terror, creo, pero casi parece comedia y su final abierto es mucho menos potente de lo que podría (es de esas novelas cortas que habrían ganado siendo más extensas).
</p>
</div>
</div>
<!--
<span title="De la biblioteca">📚</span>
<span title="Existe película">🎥</span>
<span title="Relectura">↪</span>
<span title="Ensayo">🎓</span>
<span title="En inglés">🇬🇧</span>
<span title="E-book">💻</span>
<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>
«» …-->
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-2538068323221343832021-11-14T20:25:00.001+01:002021-11-14T20:26:50.066+01:00Lampreas<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-cCjUEFu4slg/YZFdxg6K27I/AAAAAAAAJ9U/vGclKWMrVgEVVE90ELdZ55PyTQy50_CqgCLcBGAsYHQ/s150/lampreas.jpg" title="Malos bichos." />
<p>El otro día tuve la desgracia de escuchar en el transporte público a dos mujeres charlando tan campantes sobre cómo una de ellas iba a putear a su exmarido durante el proceso de divorcio, para dejarle pelado. Bastante desagradable, la verdad. Pero mira, nunca se sabe de dónde puede provenir la inspiración, y al rato me vino a la cabeza esta cuarteta 😅</p>
<div class="relato">
Esposas como lampreas<br />
que te chupan el dinero,<br />
escuchas y te planteas<br />
si es mejor seguir soltero.<br />
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-30314313476701890872021-11-11T21:23:00.006+01:002021-11-12T09:42:13.671+01:00Intro noir<a target="_blank" href="https://www.deviantart.com/silberius/art/Diner-Meeting-508394283" class="imagen caratula" title="'Diner Meeting', obra de Edouard Noisette."><img src="https://1.bp.blogspot.com/-6iNLPZP4Z-g/YY13szhtW-I/AAAAAAAAJ9E/HScypph10HkNmt9nNMXJaMbTbx3ec4McQCLcBGAsYHQ/s258/noir.jpg" /></a>
<p>El otro día estaba pensando en nada en particular, como suele ocurrir, y de pronto me vino a la mente un párrafo completo de estilo «novela negra». Venía con todo incluido: sus asesinatos, sus antros de alcohol y perdición, y hasta su <i>femme fatale</i>.</p>
<p>Sonaba como una buena introducción para una historia más ambiciosa y no quería perderlo, así que lo apunté antes de que se me fuera de la cabeza. Pero la verdad es que no se me ocurre cómo seguir a partir de ahí, ni me veo ahora metiéndome en la novela negra. Así que aquí está, puesto en barbecho por si algún día regresa hasta mí la inspiración <i>noir</i> y decido retomarlo.</p>
<div class="relato">
<p>Imagine que uno pudiera ir a la armería, comprar una pistola y luego usarla para liquidar a alguien que no le gustara y, cuando fueran a detenerle, dijera con total candor: «no fui yo, lo mató la pistola». Y que entonces la policía, en efecto, se llevara detenida al arma y a uno lo dejara en paz. ¿Absurdo? Pues así era ella. Conseguía sus armas en los garitos que nunca cerraban. Tipos duros por fuera y rotos por dentro. Los manipulaba hasta hacerlos suyos, los convertía en sus armas y entonces les enviaba a matar a quien le estorbara en ese momento. Que yo sepa, lo hizo al menos en cuatro ocasiones. Nunca la condenaron.</p>
</div>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-5073722294886549642021-10-04T07:30:00.001+02:002021-10-04T07:30:00.178+02:00Los planes sólo salen bien una vez<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-pMWe4WtlP1Q/YS8nLH8d1mI/AAAAAAAAJ5Y/MAIQotCikd8bqsserUjpS3Gf2GYi8Wt8ACLcBGAsYHQ/s200/planes.jpg" title="Me encanta que los planes salgan bien." />
<p>Los planes son un recurso argumental muy interesante. Todo está perdido pero de repente a alguien se le ocurre una idea para darle la vuelta a la tortilla, o para desenmascarar al malo. O la banda de malhechores se reúne para repasar el plan de atraco. Pero observaréis algo muy curioso: si se detalla el plan antes de que se lleve a cabo, tened por seguro que a la hora de ejecutarlo fracasará. Por el contrario, si hay un corte en la narración justo cuando va a revelarse el plan, saldrá bien. Es algo tan asentado que hasta en <b>TV Tropes</b> tienen la entrada <a target="_blank" href="https://tvtropes.org/pmwiki/pmwiki.php/Main/UnspokenPlanGuarantee">Unspoken Plan Guarantee</a>: "<i>la posibilidad de que un plan salga bien es inversamente proporcional a cuánto sepa del plan de antemano la audiencia</i>".</p>
<p>Narrativamente es evidente el motivo. A nadie le apetece presenciar dos veces la misma escena, por lo que una de las dos (exposición del plan o ejecución del mismo) debe ser diferente. Salvo que el autor sea un desastre, claro.</p>
<p>Me diréis que, por ejemplo, en <b>Atrapado en el tiempo</b> (<i>Groundhog Day</i>, 1993) esto no es así. Phil Connors vive una y otra vez las mismas escenas. Cierto, pero fijaos en que algo cambia de una a otra: él. Al principio vive el día con normalidad, luego con extrañeza, hasta que finalmente va comprendiendo lo que ocurre. A partir de ese momento, cuando el personaje ya ha alcanzado una estabilidad emocional (no me refiero a que él sea estable, que evidentemente no lo es, sino que ya no cambia de un día a otro) se nos pasa a escenas sueltas que no se repiten.</p>
<a class="imagen izquierda" title="Este mapache tiene un plan… y no te lo va a contar."><img src="https://1.bp.blogspot.com/-FRdAGC_Dvr8/YVgnwZN3CWI/AAAAAAAAJ6Y/deSu5yxDvIgsH9rn5igfcDRs_ItfwOleACLcBGAsYHQ/s200/planes2.jpg" /></a>
<p>Pero volviendo a los planes (o, en general, a cualquier exposición anticipada de lo que va a ocurrir a continuación), es verdad que la norma de que un plan revelado no puede salir bien (o no del todo bien) se ha vuelto prácticamente un tópico. Con todo, existen modos de respetar esta convención y a la vez sorprender al lector.</p>
<p>Por ejemplo, desde las tragedias griegas sabemos que resulta para el público extrañamente satisfactorio contemplar la baldía <b>lucha contra el destino</b>: es conocido lo que va a ocurrir, el protagonista intenta por todos sus medios desbaratarlo, pero al final sucede lo que estaba previsto (puntos extra si han sido precisamente las acciones del personaje las que han sellado su destino). Evidentemente en este tipo de historias lo emocionante no es qué va a pasar (que a grandes rasgos ya se sabe), sino cómo.</p>
<p>Si no queremos ser tan clásicos pero sí jugar con las expectativas del lector, otra opción es <b>no revelar el verdadero plan</b>. Puede que por algún motivo el plan expuesto no sea el real, bien porque haya una parte secreta o porque simplemente se trate de un señuelo, por si alguno de los presentes es un topo. Algo así se usaba en la famosa película <b>El golpe</b> (<i>The Sting</i>, 1973), en la que hasta el último momento se nos mantiene al margen de los giros adicionales de la estafa que le preparan al gángster, aunque previamente se ha explicado la idea general. Bien hecho, resulta doblemente satisfactorio: vemos el desarrollo del plan y a la vez se nos sorprende en su conclusión.</p>
<p>Y, por supuesto, <b>nada nos obliga a revelar el plan de antemano</b>. Así, cuando los sucesos se pongan en marcha, no sabremos si todo discurre según lo previsto o está yéndose al garete, lo que permite buenos giros argumentales. No es lo más original del mundo, pero funciona y eso es lo importante. Si nos preocupa no caer en el tópico, bastaría con disimular ese «fundido a negro» del que hablábamos al principio con un desarrollo más natural de los acontecimientos, y por supuesto es más fácil si tenermos una narración en tercera persona, de modo que ya esté asumido que el lector no sepa lo mismo que los personajes.</p>
<p>En cualquier caso, y como resumen de este artículo, por favor considerad siempre que, narrativamente, <b>exposición y ejecución son escenas vinculadas entre sí</b>, por separadas que estén en el texto, y deben complementarse mutuamente, nunca imitarse.</p>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-74320310067744657642021-08-31T14:45:00.010+02:002021-08-31T20:52:28.184+02:00Calabazas en el Trastero: Espejos y Salem<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-vn52-U82Im0/YS3ptFAOT5I/AAAAAAAAJ5A/xcmjFNk8ku0cXlbAtfH-I0UO1nwDwxk0gCLcBGAsYHQ/s219/calabaza.jpg" title="Logo de Calabazas en el Trastero" />
<p>En estos últimos meses he sido seleccionado para dos nuevas antologías de <b>Calabazas en el Trastero</b>, lo cual evidentemente es bueno. El problema es que la editorial lleva mucho retraso con las publicaciones, y estos tomos no aparecerán hasta el año que viene, o incluso puede que ni eso y se vayan a 2023 (y recemos para que no pase nada entretanto). Ay, qué lejos queda aquella época en la que sólo transcurrían unos cuantos meses desde que presentabas el relato hasta que se publicaba.</p>
<p>El caso es que, con la cabeza que tengo, para cuando llegue ese momento no voy a recordar ya nada interesante sobre los relatos, así que lo pongo aquí y ya enlazaré cuando salgan los libros.</p>
<h3>Los engranajes del espejo</h3>
<p>Este relato escrito en 2020 fue seleccionado para (¡sorpresa!) <b>Calabazas en el Trastero: Espejos</b>, la convocatoria número 36 de la serie.</p>
<img class="izquierda" src="https://1.bp.blogspot.com/-xDFBdgIAeL0/YS4X6qfWwTI/AAAAAAAAJ5Q/YiV_LmB0aDMeJcJt9Do_yXZF5LmCr77zgCLcBGAsYHQ/s228/espejo.jpg" title="Imagen de Tuva Mathilde Løland" />
<p>Es evidente que los espejos tienen asociado un poderoso y fértil simbolismo (imagen, falsedad, revelación, sombras, portal a otro mundo…); era un tema muy sugerente y decidí recuperar un amago de idea que apunté hace años. En esencia gira en torno al funcionamiento básico de un espejo: aquí, en lugar de reflejar la luz, lo que hacen es mostrar un universo paralelo invertido <i>prácticamente igual</i> al nuestro. Son artefactos muy caros y existe el riesgo de que se «desintonicen», con indeseables consecuencias.</p>
<p>Como punto de partida suena bien (o eso creo yo), pero parir el relato me costó mucho más de lo que esperaba. Dudaba entre dos finales y decidí avanzar sin decantarme por una ruta definitiva, a ver si el propio proceso me llevaba a uno o a otro, y eso resultó ser un problema. Cada vez que me parecía mejor uno de los dos tenía que reescribir lo anterior, luego cambiaba de opinión y vuelta a corregir… No guardo un buen sabor de boca de la experiencia, aunque supongo que podemos aplicar aquello de que bien está lo que bien acaba.</p>
<h3>Una noche en las calles de Salem</h3>
<p>El segundo relato fue escrito a principios de este 2021 y seleccionado para (¡otra sorpresa!) <b>Calabazas en el Trastero: Salem</b>, la convocatoria número 38.</p>
<a target="_blank" class="imagen caratula" href="https://www.pinterest.es/pin/45950858668877698/" title="Plano turístico de Salem."><img src="https://1.bp.blogspot.com/-GR2c0sx2sFo/YS30VGqj_rI/AAAAAAAAJ5I/qzRPgPDYAPI7vJBvfWGtb6KWjhCeJqupgCLcBGAsYHQ/s250/salemmap.jpgg" /></a>
<p>A diferencia del anterior, este surgió con mucha naturalidad, lo escribí en un par de días y no me dio problemas (aparte de tener la fecha límite a la vuelta de la esquina). La idea de partida es muy simple: presentar un tranquilo paseo por Salem comentando lo exagerada y poco histórica que se ha vuelto la moda local sobre las brujas (por si no lo sabéis, es actualmente el principal reclamo turístico de la ciudad). Casi todas las indicaciones y edificios que menciono en el relato son auténticos (aquí al lado tenéis un mapa del centro y las calles más «típicas» que me sirvió de referencia básica).</p>
<p>A eso le añadí un componente sobrenatural que diera sentido al conjunto y ofreciera al lector la perspectiva que buscaba. Creo que no quedó mal. Con todo, es una historia muy tranquila y reflexiva que difícilmente habrían acogido en otra publicación, así que agradezco a la gente de <b>Saco de Huesos</b> que la haya seleccionado.</p>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-25973445605129905632021-08-20T07:30:00.001+02:002021-08-20T07:30:00.209+02:00La ciudad de casas engalanadas (parábola)<div class="relato">
<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-haCE2U9AnGk/YR1Tjqoy4-I/AAAAAAAAJ3s/eMPTod1E7fcHUsmXQHDRh7vZxlR_FZS0QCLcBGAsYHQ/s250/engalanadas.jpg" title="No eran estas casas." />
<p>Érase una vez una ciudad pequeña, en un reino lejano. Era un lugar sencillo de gentes laboriosas: artesanos, comerciantes, algunos banqueros que financiaban a estos en sus empresas, unos cuantos eruditos respetados… Personas en su mayoría serias y cabales. No era por tanto una ciudad especialmente bonita (ni tampoco fea), sus festividades no eran espectaculares ni sus tabernas famosas por su jolgorio, pero sí era una localidad tranquila, donde podía vivir feliz quien estuviera dispuesto a trabajar duro, respetar la ley y sacar adelante a su familia con honradez.</p>
<p>Esto fue así durante largo tiempo, pero un día llegó a la ciudad la noticia (no se supo nunca cómo ni a través de quién) de que el rey tenía intención de visitarla. Esto, como era de esperar, revolucionó la serenidad provinciana en la que se había asentado el lugar. ¡Nadie recordaba la última vez que un rey había hecho gala de su presencia! Puede que hubiese sido el abuelo del actual monarca, o quizá su bisabuelo… En cualquier caso, era un acontecimiento singular que ocupó de inmediato las conversaciones de todos sus habitantes.</p>
<p>En consonancia con la idiosincrasia de aquellas gentes, la emoción pronto dejó paso a aspectos más prácticos. Como es habitual en todo reino, la ley y la costumbre decían que el soberano debía alojarse en la casa más hermosa de cada villa que visitara, lo que obviamente suponía un honor incalculable para sus dueños. Pero había un problema: ninguna de las casas de aquella ciudad era especialmente hermosa. Se habían construido siempre pensando en el pragmatismo y la comodidad: planta rectangular, fachadas lisas, ventanas del tamaño justo para no dejar que el calor entrara en verano ni escapara en invierno, y techos con la inclinación precisa para no anegarse en la temporada de lluvias. Ninguna parecía apropiada para un rey, puede que ni siquiera para un conde.</p>
<p>Decidieron por tanto que aquello no podía tolerarse o su orgullo colectivo quedaría en entredicho e, industriosos como eran, comenzaron a embellecer sus hogares. Primero se dispusieron a engalanar puertas y ventanas con hermosas telas traídas de ultramar, luego pintaron las paredes y las vigas exteriores de vistosos colores pocas veces contemplados en aquellas tierras y, considerando que eso no parecía suficiente para un rey, añadieron después decoraciones e inventados escudos de armas a las fachadas, coronaron de falsas espiras y pináculos las esquinas, colocaron elaboradas celosías en las ventanas, de modo que al cabo de un tiempo no quedó ni una edificación en la ciudad que recordara su previa sobriedad.</p>
<p>Y lo más curioso es que no se detuvieron ahí. Sucedía que, en cuanto un hogar podía considerarse en justicia el más hermoso de todos, su vecino cambiaba algo para hacer el suyo aún más bonito, y otro tanto hacía el de más allá, y así había que plantearse nuevas mejoras al dictado de la moda, aunque eso supusiera invertir toda su menguante fortuna. Aunque algún propietario hubiese echado de menos las antiguas costumbres y se hartase ya de esa fiebre ornamental, ¿cómo detenerse ahora? Hacerlo supondría renunciar al honor de alojar al rey cuando por fin se presentara, y nadie estaba dispuesto a asumir algo así porque, entonces, todo aquel esfuerzo habría sido en vano. El hecho de que la totalidad las casas menos una fuesen a ser finalmente rechazadas no parecía preocuparles, puesto que todos estaban seguros de ser ellos los elegidos.</p>
<p>Como era de esperar, aquella veloz transformación pronto se dio a conocer allende sus murallas y la nueva de que la ciudad era cada vez más hermosa se propaló por todo el reino. Eso atrajo a visitantes que antiguamente rara vez pasaban por allí: viajeros y mercaderes que se desviaban de su ruta habitual atraídos por las historias, artistas que acudían ansiosos de admirar sus coloridas estampas y, por supuesto, mendigos y maleantes que, como siempre, trataban de aprovecharse de una situación novedosa.</p>
<p>Sin embargo, los dueños de las casas engalanadas, que antaño siempre había hecho gala de una gran hospitalidad con los forasteros, ahora los rechazaban a todos de malas maneras, pareciesen honestos o no. Habían embellecido sus moradas para recibir a un rey, no a unas medianías como ellos. Aún más: si alguno estuvo dispuesto a alquilar sus alcobas vacías (ni que fuera para recuperar parte de su inversión), el temor a que llegara el rey justo cuando la casa se hallaba ocupada por otro huésped y acabara alojándose en la siguiente más hermosa le llenaba de un temor cerval.</p>
<p>Os preguntaréis qué fue del rey, origen de aquel fervor. Pues bien, hay quien dice que nunca llegó allí. Que partió de su castillo pero en una de las escalas contrajo una enfermedad (quizá venérea, ya se sabe cómo es la nobleza) y murió en el camino, y que su sucesor se vio envuelto en conjuras palatinas y decidió que era más seguro no alejarse del trono. Pero otros afirman que no fue así, que un día el monarca llegó a las puertas de la ciudad, de incógnito y sin séquito, ansioso de conocer al fin aquel lugar hermoso del que tanto le habían hablado. Pero al pasear por sus calles sin hallar quien le ofreciera cobijo, comprendió que el alma de aquellas gentes se había vuelto tan fría como hermosos sus hogares, esos que preferían tener vacíos antes que compartirlos con quien pudiera necesitarlos, y decidió proseguir viaje para nunca regresar.</p>
<p>Fuese cierta esta o alguna otra versión, nada de eso pareció preocupar a los habitantes de la ciudad. A día de hoy siguen allí, esforzándose por engalanar cada vez más sus casas y superar a las de sus vecinos, con la vana esperanza de que algún día se presente alguien a quien consideren digno de entrar en ellas. Es un lugar bonito, sí, pero no os recomiendo que lo visitéis. No habéis de hallar allí una felicidad que sus habitantes han olvidado.</p>
</div>Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-88174070911027825302021-08-16T20:29:00.000+02:002021-08-16T20:29:01.207+02:00Sorteo de 3 ejemplares de 'La Fuente de las Tinieblas' en Sectarios de Providence<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-YMc_h4DBnQU/YRqj4f6F2zI/AAAAAAAAJ3g/kkNzUGTsiNcvqZD3-C3eaE66cyx558QOACLcBGAsYHQ/s255/sectarios.jpg" title="Sectarios de PROVIDENCE" />
<p>Pues resulta que la gente de <a target="_blank" href="https://t.me/joinchat/AAAAAFkcWyjJjbW80cTqhA">Sectarios de Providence</a> (que es una comunidad rolera enfocada en las campañas y aventuras de la <a target="_blank" href="https://shadowlands.es/providence">línea Providence de Shadowlands Ediciones</a>) ha decidido promocionarse <a target="_blank" href="https://twitter.com/ProvidenceCth/status/1427232509205655552">sorteando tres ejemplares de 'La Fuente de las Tinieblas'</a>, mi antología de relatos de los <b>Mitos de Cthulhu</b>. Y lo han hecho así <i>motu proprio</i>, no he tenido que chantajearles ni nada 😮.</p>
<p>Evidentemente esta iniciativa ayuda también a promocionar <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2016/06/la-fuente-de-las-tinieblas.html">La Fuente de las Tinieblas</a>, así que les estoy muy agradecido. En <a target="_blank" href="https://twitter.com/ProvidenceCth/status/1427232509205655552">este <i>tweet</i></a> tenéis las sencillas condiciones para participar en el sorteo, que tendrá lugar el próximo <b>15 de septiembre</b>.</p>
<p>Y si no resultáis agraciados y os quedáis con ganas, siempre podéis adquirir un ejemplar de la antología <a target="_blank" href="https://www.amazon.es/fuente-las-tinieblas-Mitos-Cthulhu/dp/841635703X">en Amazon</a>, por ejemplo, o pedirlo en vuestra librería habitual 😉.</p>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-88798122345742277792021-08-11T12:18:00.003+02:002023-05-27T20:40:17.132+02:00Lecturas 2021 (II)<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-oIhR2fIvPH8/YMENoRlU2YI/AAAAAAAAJvk/05cy2t6sqGwjd6MtgFqvi4TLA5ssgJgEACLcBGAsYHQ/s266/lecturas7.jpg" title="¿?" />
<p>Segunda tanda de lecturas de este año. Con <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2021/06/lecturas-2021.html">la primera</a> decidí dividirlas de cinco en cinco libros y resulta que he leído los siguientes más pronto de lo que esperaba. ¿Han sido lecturas más ligeras, tal vez? O igual simplemente me han pillado con más ganas, vete a saber.
</p>
<p>Estaba pensando, por cierto, que cuando lleve cien lecturas consignadas (van setenta y nueve al publicar esto) podría hacer un análisis estadístico para ver cuáles son los tipos de libros que más me atraen: géneros, épocas, extensión… Igual salen resultados que no me espero. Sobre todo, me da la impresión de que leo cosas bastante más antiguas de lo que suele hacer el lector medio, que rario es que se ponga con algo anterior a este siglo o, como mucho, finales del anterior.</p>
<div class="ficha" id="01">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-UpzS_DJb8U0/YMEFmmFHE2I/AAAAAAAAJvc/o11M5kaU2JEtKDKz_CvFJeuaj0a3JfKtwCLcBGAsYHQ/s183/lecturas2021_06.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>Cartas de invierno</b> [<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>]<br />Agustín Fernández Paz (1995)<br />SM, 2020. 91 págs.
<div class="comentario">
<p>
Novela corta relativamente conocida, aunque yo no hubiera oído hablar de ella, que fue publicada originalmente en gallego. Es el típico relato de casa misteriosa (no en el sentido de fantasmas, tiene más bien toques lovecraftianos) pero, aunque no hay nada desastroso (salvo los problemas propios de <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2015/02/la-narracion-epistolar.html">la narración epistolar</a>), tampoco hay nada que destaque. Lo peor son los personajes, me resultan muy poco creíbles, con esas vidas de ensueño y tan carentes de pasiones terrenales. Pero se lee fluida y rápida.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="02">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-yG1BZPg0IKk/YMETukc94iI/AAAAAAAAJvs/M_Tap-_Gy48Wb5gAd3L8JTDEa67nwA4ewCLcBGAsYHQ/s182/lecturas2021_07.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Metrópolis</b><br />Philip Kerr (2019)<br />RBA, 2019. 324 págs.
<div class="comentario">
<p>
La última novela del fallecido Kerr sobre su personaje más famoso, el policía alemán Bernie Gunther, resulta ser cronológicamente la primera, ambientada en Berlín en 1928. A pesar del interés evidente del libro, lo cierto es que resulta muy irregular. Hay mucho <i>infodumping</i>, muchos diálogos irreales, la trama es muy pobre... Se salva, como siempre, por la documentación histórica de la ciudad de Berlín en un momento tan intersante de su historia, pero poco más.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="03">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-JRvevdIjwVw/YMkZMId02LI/AAAAAAAAJxg/j0o7pZmg1q8MqsWesWF6eUvifPP0rZH6gCLcBGAsYHQ/s182/lecturas2021_08.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Una de esas chicas</b><br />Sara Zarr (2007)<br />Alfaguara, 2017. 282 págs.
<div class="comentario">
<p>
A veces hay que salirse de tu zona de confort y descubrir qué lee otro tipo de gente. Esta novela narra un periodo en la vida de una chica de 16 años en un pueblecito de la costa oeste de los EEUU, con sus errores del pasado, su familia de clase media tirando a baja y, cómo no, sus dramitas adolescentes.</p>
<p>A ver, literariamente no me parece gran cosa ni existe verdadero conflicto, pero me recuerda a los típicos mensajes larguísimos de los foros de relaciones sentimentales, y en ese sentido me ha hecho gracia. Además, la letra es bastante gorda y se lee todo bastante rápido.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="04">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-uu2jTZjwba4/YOVlKZZVjyI/AAAAAAAAJ2Q/cgwdCgt_v90WJaclrTUtaqNXQJ2vEpZ0wCLcBGAsYHQ/s187/lecturas2021_09.jpg" title="★★★★☆" />
<b>El blanco móvil</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Ross MacDonald (1949)<br />RBA, 2014. 268 págs.
<div class="comentario">
<p>
MacDonald es uno de mis autores preferidos de novela negra, aunque en realidad no he leído mucho de él. Esta fue la primera novela de su personaje más famoso, Lew Archer, y casualmente la que se llevó al cine con Paul Newman de protagonista en <a target="_blank" href="https://en.wikipedia.org/wiki/Harper_(film)">Harper, investigador privado</a> (sí, por manías de Newman le cambiaron el apellido al personaje). Lo cierto es que apenas me acuerdo de la película.
</p>
<p>La novela comienza a un ritmo pausado pero va cogiendo fuerza, y encaja dentro de la corriente clásica del género. Lo más destacado es constatar la maldad de absolutamente todos los personajes que rodean al protagonista. No es un libro para personas optimistas.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="05">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-oqr06ZOYiMk/YOa_OfxW6FI/AAAAAAAAJ2Y/ueQBm4jeZCQELbD52hw3LziGoutjJl_6QCLcBGAsYHQ/s182/lecturas2021_10.jpg" title="★★★★★" />
<b>Sin novedad en el frente</b> [<span title="Existe película">🎥</span>]<br />Erich Maria Remarque (1929)<br />Edhasa, 2003. 255 págs.
<div class="comentario">
<p>
Título que tenía pendiente desde hace mucho. <b>Sin novedad en el frente</b> viene a ser el equivalente alemán de <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2016/11/tres-novelas-que-definieron-los-anos-20.html#armas">Adiós a las armas</a> respecto a su perspectiva de lo que supuso la Primera Guerra Mundial.</p>
<p>
Es un libro duro, muy crudo para su época (aunque no exento de cierta ingenuidad) y que refleja maravillosamente los efectos de la guerra en toda una generación de jóvenes (la famosa «generación perdida»). Un clásico muy recomendable para quien esté interesado en ese periodo de la historia o en general en lo que supone combatir en primera línea.
</p>
</div>
</div>
<!--
<span title="De la biblioteca">📚</span>
<span title="Existe película">🎥</span>
<span title="Relectura">↪</span>
<span title="Ensayo">🎓</span>
<span title="En inglés">🇬🇧</span>
<span title="E-book">💻</span>
<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>
«» …-->
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-39349409615826047742021-07-02T22:20:00.001+02:002021-07-02T22:20:09.207+02:00¿Por qué usar rayas si existen los paréntesis?<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-YSIKOfyObE4/YN9w5Soz5NI/AAAAAAAAJ2I/k40DuLVNenYKwc1ZY9hpFKd5bbXaZ3CagCLcBGAsYHQ/s250/rayas.jpg" title="Ejemplo de rayas confusas." />
<p>Hoy voy a hablar de otra de mis manías como lector, que por desgracia son muchas. Véase, por ejemplo, mi poca tolerancia a la <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2016/10/cursiva-enfatica-cuanto-menos-mejor.html">cursiva enfática</a>. Qué le vamos a hacer, yo soy así.</p>
<p>En este caso mi queja va sobre el signo de <a target="_blank" href="https://www.rae.es/dpd/raya">la raya</a>, lo que solemos llamar «guion largo». Como sabéis (y si no, esa página de la <b>RAE</b> lo explica bien), los principales usos de la raya son, primero, para <b>marcar la intervención de cada personaje en los diálogos</b>, junto a las explicaciones pertinentes (mirad de paso este otro artículo sobre <a class="interna" href="http://disportancia.blogspot.com/2017/04/verba-dicendi.html">los verbos en los diálogos</a>, donde analizo en mayor profundidad ese aspecto) y, segundo, para envolver incisos en general, de forma muy similar a un paréntesis. La propia RAE indica que «los incisos entre rayas suponen un aislamiento (…) menor que los que se escriben entre paréntesis», aunque yo ahí tengo mis dudas y los veo muy similares. Digamos que cumplen una función parecida.</p>
<p>Así dicho, no tengo ningún problema con la raya. Visualmente no es gran cosa (es más simpático el punto y coma), pero sirve. El asunto viene cuando se usa con esos dos sentidos (diálogo e incisos) <i>a la vez</i> (observad la cursiva enfática, plenamente justificada por mi justa ira).</p>
<p>Estaba leyendo <i>Una de esas chicas</i>, se Sara Zarr, y me he encontrado un claro ejemplo de esto que digo, aunque por supuesto se puede encontrar en muchos otros libros. Os copio un pequeño párrafo:</p>
<div class="relato">
<p>—Sí —respondí, sin especificar a cuál de sus preguntas estaba respondiendo. Y yo no lo llamaría salir. Tommy iba a buscarme al colegio de vez en cuando en su Buick —un Riviera del 77 al que trataba mejor que a cualquiera de sus amigos— y me llevaba a Half Moon Bay.</p>
</div>
<p>Veis el problema, ¿verdad? Al principio del párrafo la raya tiene su función habitual en los diálogos, pero de repente se usa otra vez, no para ceder la voz al personaje o matizar lo que dice, sino para introducir un inciso dentro de lo que piensa la chica. Vale, no cuesta darse cuenta, pero durante un instante me ha liado, y eso no me gusta. Me saca de la lectura, me obliga a fijarme en la forma y no en el contenido. Si hubiese usado paréntesis (o incluso comas) no habría confusión alguna, pero a la traductora no le ha dado la gana.</p>
<p>Y lo peor es que esto surge sobre todo por influencia de la literatura anglosajona. Allí los diálogos no usan raya, sino comillas (sí, lo sé, al principio queda raro pero acabas acostumbrándote), por lo que dejan la raya para incisos y en consecuencia nadie se lía. Pero como aquí copiamos cosas sin criterio, hemos importado esa manía de usar siempre la raya para los incisos y no vemos cuándo estorba. O, incluso viéndolo, no nos decidimos a usar paréntesis porque el resto del texto viene utilizando rayas. Si es que, lo que mal empieza mal acaba…</p>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-44054952500325612122021-06-06T18:30:00.005+02:002021-06-07T08:51:28.578+02:00Lecturas 2021 (I)<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-6yc0U41Ga8o/YDEYUfip_FI/AAAAAAAAIlw/BwHNCdqkB5siUVvry48QWUdfpu_n3mjPgCLcBGAsYHQ/s227/lecturas13.jpg" title="Mujer leyendo, obra de Wojciech Weiss (1875-1950)" />
<p>Vamos con la primera tanda de lecturas de este año. Si llego a diez va a ser toda una sorpresa, porque no tengo tiempo de nada, así que he decidido ir apuntándolas de cinco en cinco.</p>
<p>He empezado por varias novelas de terror/misterio modernas que tenía pendientes y para las que por fin he hecho hueco, aliñadas con algún libro de teoría narrativa al que también tenía ganas y, por supuesto, los clásicos que siempre se cuelan porque oye, son clásicos.</p>
<div class="ficha" id="01">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-mw5WY3Vu-ak/YDEW9W4qqsI/AAAAAAAAIlc/1B-YVfrk-Vosk8WSOLbxFh-OUtzp5Pc-ACLcBGAsYHQ/s185/lecturas2021_01.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Meddling Kids</b> [<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>]<br />Edgar Cantero (2017)<br />Insólita, 2021. 408 págs.
<div class="comentario">
<p>
Una novela escrita en inglés por un autor español (ya sabemos lo mal que está el mercado patrio) que mezcla referencias juveniles como Scooby Doo o Los Cinco, influencias de los Mitos de Cthulhu y aborda el tema del paso de muchachos a adultos, pero, por encima de todo eso, tiene mucho de película de acción que, por desgracia, acaba devorando la trama y los personajes. Supongo que es lo que vende hoy día, pero esperaba más, la verdad.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="02">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-Zesu0fFJsvg/YEfcbI5H4HI/AAAAAAAAI1M/CUviFIR-qzcM-BudiBj4Zgo4FY26Ns1iwCLcBGAsYHQ/s193/lecturas2021_02.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>Wylding Hall (La Mansión)</b><br />Elizabeth Hand (2015)<br />Berenice, 2017. 185 págs.
<div class="comentario">
<p>
Curiosa novela ganadora del premio Shirley Jackson de 2016. Tiene un estilo experimental (tampoco mucho, se entiende bien), de modo que relata lo sucedido mediante entrevistas a los protagonistas (que quedan vivos) décadas después. Al principio resulta original, pero luego te das cuenta de que podía haber narrado la trama en diez páginas y el resto es marear la perdiz. Y encima la historia es muy clásica (no mala, pero sí leída ya mil veces).
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="03">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-IFbNppm9Spg/YGCyJpe6iUI/AAAAAAAAJAY/11n7okX90nwyM-KLK1wbNTaLAy3H0QdcgCLcBGAsYHQ/s181/lecturas2021_03.jpg" title="★★★★☆" />
<b>El arte de la ficción</b> [<span title="Ensayo">🎓</span>]<br />David Lodge (1992)<br />Austral, 2017. 316 págs.
<div class="comentario">
<p>
Recopilación de una serie de artículos sobre teoría narrativa que Lodge publicó a principios de los años 90 en periódicos ingleses. No forma un curso en sí, porque salta de un tema a otro en capítulos muy breves, pero da pinceladas de prácticamente todos los aspectos que uno debería tener en cuenta al analizar un texto de ficción, y además es de lectura muy amena. Lo malo es que se centra casi exclusivamente en la literatura anglosajona y por supuesto deja de lado la literatura de género (salir un poco de su zona de confort no le habría hecho mal, pero qué se le va a hacer).
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="04">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-XuCA1k1QfNg/YGNeaybxauI/AAAAAAAAJBU/XejQh3WKF0MMAmYXmTumfa3wd2kJ48FFgCLcBGAsYHQ/s180/lecturas2021_04.jpg" title="★★☆☆☆" />
<b>Cero</b><br />Kathe Koja (1991)<br />La Biblioteca de Carfax, 2018. 293 págs.
<div class="comentario">
<p>
Es una de esas novelas influyentes en el género <i>weird</i> (por llamarlo de algún modo) de los años 90 que por lo que sea nunca se había publicado aquí, cosa que hay que agradecer a Carfax (igual que con <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2018/05/lecturas-2018-i.html#7">Experimental Film</a>). Y esta sí que es experimental, demasiado para mí. Como idea es original, pero como novela corta hubiese sido mucho más redonda. Para alcanzar las 300 páginas se alarga con cosas irrelevantes, añadiendo personajes prescindibles y retrasando la promesa de acción que, al final, se queda en amago. Una pena, pero decidamente no es para mí.
</p>
</div>
</div>
<div class="ficha" id="05">
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-A_e1DQDPCao/YIE4-yVRQFI/AAAAAAAAJM0/N8coZTQN0VcUI0TT66obIfGiZJ-K10-gACLcBGAsYHQ/s180/lecturas2021_05.jpg" title="★★★☆☆" />
<b>El arte de la guerra</b><br />Sun Tzu (S.V a.C.)<br />Alianza Editorial, 2014. 152 págs.
<div class="comentario">
<p>
Como me ocurría con las <a class="interna" href="https://disportancia.blogspot.com/2020/05/lecturas-2020.html#06">Meditaciones de Marco Aurelio</a>, es otro clásico eterno del pensamiento (bélico, pero pensamiento) que me faltaba leer. Aunque el texto en sí es muy breve, tenemos antes como 80 páginas de introducción (interesante para encuadrar la obra en su contexto, pero un poco estirada).</p>
<p>El texto en sí es algo repetitivo y, si os soy sincero, tampoco me ha parecido para tanta fama como tiene este libro. Hay unos cuantos consejos de puro sentido común y mucha clasificación rara que vaya usted a saber a qué viene. Con todo, su enfoque pragmático y la valoración que hace de la inteligencia sobre la violencia resultan muy avanzados para su época.
</p>
</div>
</div>
<!--
<span title="De la biblioteca">📚</span>
<span title="Existe película">🎥</span>
<span title="Relectura">↪</span>
<span title="Ensayo">🎓</span>
<span title="En inglés">🇬🇧</span>
<span title="E-book">💻</span>
<span title="Mitos de Cthulhu">🐙</span>
«» …-->
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5747546047479637998.post-11873753541211656782021-03-11T08:41:00.001+01:002021-04-22T08:19:23.355+02:00Gabinete de curiosidades<img class="caratula" src="https://1.bp.blogspot.com/-tmRAKw4Hm_Y/YD5LLwjLOtI/AAAAAAAAIv8/MfyaI6ZsbvUl5GVcJVdU8vA3moZ-et3sQCLcBGAsYHQ/s243/gabinete1.jpg" title="Calabazas en el Trastero: Coleccionistas" />
<p>El año pasado fue complicado para todos (ay, 2020, no esperábamos esto de ti) y, además de otras cosas mucho más trascendentes, no publiqué ningún relato por primera vez desde que empecé en esto allá por 2012. Entre que estoy bastante apartado del mundillo literario y que diversos proyectos pendientes se han retrasado, me quedó un año en blanco de lo más deprimente.</p>
<p>Pero parece que 2021 no va a seguir por el mismo camino, gracias como tantas veces anteriores a la buena gente de <a target="_blank" href="http://sacodehuesos.com/">Saco de Huesos</a>, que sigue en la brecha y acaba de publicar la antología <a target="_blank" href="http://sacodehuesos.com/calabazas-en-el-trastero/calabazas-en-el-trastero-32-coleccionistas">Calabazas en el trastero: Coleccionistas</a> donde se incluye uno de mis relatos, titulado en esta ocasión <b>Gabinete de curiosidades</b>.</p>
<p><i>Gabinete de curiosidades</i>, aunque fue escrito en febrero de 2019 para esta convocatoria, tiene en realidad su origen en una idea que se me ocurrió años antes para otra de las antologías foscas de <b>Saco de Huesos</b>, la de <a target="_blank" href="http://sacodehuesos.com/calabazas-en-el-trastero/calabazas-en-el-trastero-24-criptozoologia">Criptozoología</a>. Encajaba muy bien con la temática propuesta y tenía su planteamiento, nudo y desenlace (que no siempre pasa, a veces se te ocurre un concepto suelto y no hay quien lo hile). El único problema es que la musa me visitó demasiado tarde, como una semana después del cierre del plazo de entrega [emoji triste].</p>
<a class="imagen izquierda" title="Un gabinete alemán de principios del s.XVIII"><img src="https://1.bp.blogspot.com/-AsH-EU_X8TY/YD5s3HCd1tI/AAAAAAAAIws/25I0OCU95rEf00FTggXxBFWy0spGc-wmwCLcBGAsYHQ/s272/gabinete2.jpg" /></a>
<p>Así que tiempo después, cuando se hizo pública esta nueva convocatoria y vi que la idea también se ajustaba al tema, pensé que era la oportunidad ideal para reaprovecharla. La escribí, la envié (¡esta vez a tiempo!) y el jurado tuvo a bien seleccionarla junto a los otros doce ganadores.</p>
<h3>Cuartos de maravillas</h3>
<p>Los gabinetes de curiosidades o <a target="_blank" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cuartos_de_maravillas">cuartos de maravillas</a> que dan título a mi relato fueron algo así como los antecesores de los museos. Allá hasta el siglo XVIII (e incluso un poco más en algunos casos), ciertas personas con recursos económicos e interés por temas «extraños» (a veces médicos o científicos, en otras ocasiones esotéricos o religiosos) tenían un cuarto o gabinete donde guardaban los objetos más sorprendentes de su colección, que luego mostraban a sus amistades para admiración de estas.</p>
<p>En el caso de monarcas y mecenas con recursos, se llegaba a catalogar estas colecciones, de modo que eruditos de otros países podían solicitar el estudio de un objeto de su especial interés. Pero, por supuesto, muchos particulares mantenían un gabinete más modesto, a menudo poco más que un armario con llave, del que prácticamente nadie llegaba a tener noticia y cuyos contenidos solían ser los más chocantes y difíciles de justificar.</p>
<p>Como podéis imaginar, es uno de estos puequeños gabinetes el que centra nuestro relato, donde el último miembro de un decadente linaje de oscuro pasado acumula unos cráneos que sin duda no pueden ser humanos… ¿verdad?</p>
<div class="ficha">
<img style="width:120px;" src="https://1.bp.blogspot.com/-tmRAKw4Hm_Y/YD5LLwjLOtI/AAAAAAAAIv8/MfyaI6ZsbvUl5GVcJVdU8vA3moZ-et3sQCLcBGAsYHQ/s243/gabinete1.jpg" />
<b>Calabazas en el Trastero 32: Gabinete de curiosidades</b><br />Varios autores.<br />Saco de Huesos, 2021. 200 págs, 9€.
<div class="comentario">
<p>Trece relatos de terror fosco, esta vez con la temática común de los coleccionistas y los siniestros objetos que acumulan de forma compulsiva.</p>
</div>
</div>
Entropíahttp://www.blogger.com/profile/06094251998073499787noreply@blogger.com0