jueves, 21 de marzo de 2013

Paraguas

Para no encasillarme como juntaletras de lo meramente terrorífico (un poco tarde para eso, ¿no?) os ofrezco un micro con un toque romántico. Son trescientas palabras justas, título incluido.

Como veréis, está escrito en presente. Habría mucho que hablar sobre las ventajas y dificultades de este enfoque, que cansa más al lector que el pretérito y que por lo tanto sólo suele funcionar en relatos cortos que avanzan rápidamente hasta la conclusión. Otro cantar sería el presente histórico, usado puntuamente dentro de una narración en pasado (aunque hay quien equipara el presente histórico con este presente narrativo, yo discrepo).

Ya callo, espero que os guste.

Paraguas

Hoy me he entretenido demasiado y al salir a la calle ya chispea. ¡Justo entonces caigo en la cuenta de que no llevo paraguas! Recuerdo con pesar que me lo he dejado en el paragüero de casa, precisamente porque estaba empapado tras la lluvia de ayer tarde, y esta mañana se me ha olvidado cogerlo. A mí, que siempre salgo con un paraguas hasta en pleno agosto, por si me pilla una de esas raras tormentas de verano. ¿Cómo he podido ser tan despistada?

En fin, me digo que un poco de agua tampoco me va a hacer daño y echo a andar decidida. Pero el camino que tengo que hacer es largo y empieza a llover con más fuerza. Como siempre ocurre, enseguida aparecen personas que brindan cobijo bajo sus paraguas a los viandantes desguarnecidos. Gente solitaria, me imagino. Por descontado, rechazo sus ofrecimientos amablemente pero con firmeza.

Cuanto más me aproximo al centro, más llueve y más gente hay ofreciendo paraguas. Me estoy calando. Paso entonces junto a un hombre con dos paraguas abiertos, uno en cada mano, y debajo de cada uno una chica cogida alegre a su brazo. ¡Menudo aprovechado!

La lluvia arrecia y me veo obligada a refugiarme en un soportal. Por desgracia muchas otras personas han tenido la misma idea y el espacio es escaso e incómodo. En cuanto parece que amaina me decido a salir, pero no, enseguida vuelve a caer con fuerza. No puedo aguantar más; si no encuentro cobijo pillaré una pulmonía. Busco al menos entre la multitud a un chico con cara de buena persona y acepto su ofrecimiento. En cuanto la tela de su paraguas me pone a cubierto, empiezo a encontarlo atractivo.

Qué le vamos a hacer. Nadie puede evitar enamorarse bajo el paraguas de un desconocido.

La ilustración es de Dmitry Narozhny, un magnífico artista. Visitad su galería en Deviantart.

1 comentario:

MisNE dijo...

Uy, uy, uy... ¡con la que está cayendo esta primavera! ;-)