viernes, 16 de junio de 2017

Firmando se aprende

Como ya anuncié por aquí, el pasado día 2 estuve en la Feria del Libro de Madrid firmando La Fuente de las Tinieblas en la caseta de Atlántica Juegos (una gente majísima, por cierto, y con mucha experiencia en estas cosas). Pongo algunas fotillos a lo largo del artículo para que veáis que no miento.

La verdad es que algo así hace ilusión, y más porque yo vivía de crío cerca del Parque del Retiro y mi padre me llevaba siempre a la feria (antes incluso de que aprendiera a leer), y luego la frecuenté mucho de adolescente, preso de mi pasión por la literatura de género. Así que, quieras que no, es como otro logro conseguido, aunque no se puede decir que reventara la feria con mi presencia. De La Fuente de las Tinieblas debí de firmar seis o siete ejemplares, aparte de unos cuantos de las antologías pequeñas de Edge, Ritos de Dunwich y Adoradores de Cthulhu, ya que también estaba conmigo firmando Rubén Serrano, el recopilador. No fue un exitazo, tampoco un fracaso absoluto; digamos que pasable, como tantas cosas en la vida.

Por lo que me contaron, las sesiones de firmas en las ferias van a rachas. Y es verdad, de repente se acumula gente preguntando por tu libro y estás intentando que todos tengan acceso a él, y luego te pasas un buen rato que no viene ni el Tato, así que aproveché para sacar algunas reflexiones de lo que supone estar al otro lado de la barrera, y de paso las comparto aquí con quien esté interesado.

La principal es que la promoción en redes (que fue bastante intensa por parte de la editorial, la librería y los propios autores) no tuvo un impacto directo apreciable. Quienes se llevaron el libro lo descubrieron allí mismo, pasando por casualidad delante de la caseta. Lo cual es lógico si te pones a pensarlo: no somos famosos como para que nuestro mero nombre atraiga a las masas, y por otro lado mediante esos canales especializados sólo llegas a un público que casi con total seguridad ya conocía el libro y se lo compró en su momento si les interesaba. Pero atención, sí que es verdad que mover el título y hablar de él ayuda aunque la gente no vaya a las firmas: las ventas online, por ejemplo, tuvieron un notable repunte esa semana. O sea que el objetivo principal podría no estar en la sesión en sí, sino en dar vidilla adicional a libros con unos meses de antigüedad. Tenedlo en cuenta al sopesar estas iniciativas.

Sobre el público en sí, también hay alguna conclusión curiosa que extraer. Por ejemplo: por lo visto las jóvenes lectoras se interesan mucho por las novedades, y en la feria hay un montón (de novedades y de chicas), así que muchas estuvieron hojeando el libro y preguntando por el tipo de historias que incluía. Y también se acercaron varias mujeres mayores que no sólo conocían la obra de Lovecraft sino que controlaban del tema (y de verdad, nivel «pronuncio Cthulhu mejor que tú»). Pero ni unas ni otras acabaron decantándose por La Fuente de las Tinieblas o por las otras antologías de Edge; todo lo que se vendió fue a varones. De hecho, en el único caso en que unas chicas compraron el libro, al preguntarles a qué nombre lo dedicaba resultó que se lo iban a regalar a un amigo. Es raro, porque todos los informes apuntan a que las mujeres leen de media más que los hombres. ¿Son los Mitos una excepción, o afecta a todo el género de terror, o qué sucede? Porque en la presentación del libro el panorama fue muy similar, y me atrevería a decir que en Leyenda.net también ocurre lo mismo. Hay una barrera que romper ahí.

Por supuesto, lo que más vende son las sagas de fantasía de moda, y si están dirigidas a un público joven, doble premio. Es que no hace falta ni promocionarlas, viene la gente a pedirlas y se las llevan a capazos. Me quedó claro que escribiendo terror pierdo el tiempo . Pero en general todo el mundo fue muy amable y aunque no les interesara tu libro te deseaban suerte, y se agradece, aunque descubrí que también en estos eventos hay quien se dedica a vacilar y a tocar un poco las narices, sabiendo que debes ser educado con ellos. No sólo conmigo, con los propios dependientes de la librería para comprar un puñetero libro. ¿En serio hay personas con una vida tan triste como para tener que comportarse así? Ay, qué poca fe me queda en la humanidad.

Pero bueno, en resumidas cuentas fue una experiencia positiva, no tan glamourosa como se supone pero sí instructiva. Y oye, que he estado firmando en la Feria del Libro y vosotros no 😛.

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