domingo, 11 de noviembre de 2018

Cecaelias

En la mitología son abundantes las razas medio humanas, con la otra mitad correspondiente a un animal diferente: centauros, minotauros, sátiros, nagas, etc. Y aunque no siempre, en varios casos notables la parte humana es principalmente femenina: sirenas, arpías, esfinges… De las criaturas que entrarían en esta última clasificación, una me parece muy curiosa por su relativa modernidad es la cecaelia o cecælia, según os guste juntar vocales. Se trata de una mujer con la parte inferior del cuerpo correspondiente a la de un pulpo o calamar (o a veces una masa de tentáculos sin estructura), y por lo general vive en un ambiente acuático por motivos obvios.

Sus orígenes no son fáciles de trazar (y, cosa extraña, casi todos los artículos que encontraréis en la red sobre este tema parten de un mismo texto sin identificar y explican más bien poco). Aunque evidentemente siempre hay antecesores, principalmente diversos grabados eróticos de Hokusai (Katsushika Hokusai, artista japonés de los siglos XVIII y XIX), su relativa popularidad moderna comienza a partir de Cilia, una breve historia gráfica aparecida en 1972 en la revista Vampus, con guión de Nicola Cuti y dibujo del español Félix Mas. En esta obra, que podéis leer en el enlace anterior, nuestra criatura (que se llama como el título) se presenta ella misma como «una cilofita», una clasificación que puede interpretarse como indicadora de que les crecen cilios, algo por lo demás evidente.

También existen referencias en antiguas leyendas de tribus indígenas de la zona costera de la Columbia Británica (Canadá) al «pueblo pulpo», gente solitaria y peligrosa, pero no violenta, que a veces apresa a los viajeros que se acercan demasiado al mar. Ahora bien, suele ser su pelo el que acaba en tentáculos, no sus piernas, y cabe señalar que en estas tradiciones también hay varones en esta misteriosa raza.

Evidentemente, el personaje de Úrsula de la versión cinematográfica que hizo Disney de La Sirenita (1989) puede encajar en este concepto y también ha contribuido a su popularidad. En la película Dagon, la secta del mar (2001) el personaje de Uxía Cambarro, interpretado por Macarena Gómez, era un profundo (¿o se dice profunda?) que en lugar de piernas tenía dos grandes tentáculos; hay quien dice que esto basta para considerarla cecaelia y conectar así a estas criaturas con los mitos lovecraftianos, tan tentaculares ellos, pero otros discrepan.

Dicho sea de paso, en principio no existe relación con el nombre de Cecilia, más allá de cierto homofonismo. Cecilia (lo mismo que Celia) proviene del latín caecus, que significa «ciego» (era el apellido de una importante familia patricia romana), mientras que cecaelia viene presumiblemenete de cilio, «orgánulo filiforme de algunas células que tiene función locomotora o excretora».

Empleo

Todo esto está muy bien (o no, según vuestros gustos), pero no aporta gran cosa de por sí. Narrativamente hay que plantearse qué ofrecen las cecaelias respecto a las sirenas, con las que comparten varios aspectos fundamentales (esencia femenina, seducción, amenaza acuática), que justifique su inclusión en una historia. Aunque las cecaelias son definidas a menudo como "brujas de mar" e invariablemente malvadas, la ficción existente no apoya ese planteamiento (en la propia historia seminal, Cilia era bondadosa), y si a eso vamos, las sirenas son casi siempre malignas o cuando menos peligrosas para quienes se dejan atrapar por sus encantos, por lo que en ese sentido poco ganamos.

Una opción simplista sería usarlos como otro monstruo cualesquiera, mismamente las cecaelias (machos y hembras) ya aparecen en los bestiarios de juegos de rol como Pathfinder, pero en mi opinión eso es terriblemente pobre. Creo que lo más interesante es aprovechar todos esos «fragmentos en blanco» de su mitología, debidos precisamente a su génesis moderna, para adaptar viejos mitos a conceptos actuales.

Esto es algo que ya se ve. Por ejemplo, en muchas obras de ficción (no profesionales la mayoría) las cecaelias se muestran más carnales, sexuales y directas que las sirenas (rayando a veces en el infame «tentacle-porn» del hentai). Que es, desde luego, un modo de acomodar leyendas previas a una mentalidad que ya no corresponde a la antigua.

Las cecaelias incluso podrían servir para dar una vuelta de tuerca a los propios Mitos de Cthulhu, como ya se ha mencionado antes, y sustituir a los profundos para hacerlos más humanos y darles un matiz erótico y seductor del que carecían en la literatura lovecraftiana original, como se ha hecho en otros subgéneros del terror con vampiros u hombres lobo (ojo con los puristas, que esto no les va a gustar).

A título personal nunca he usado una criatura así en mis relatos, como tampoco he usado una sirena. Creo que exigen una «suspensión de la incredulidad» superior a lo que me es habitual porque ¿cómo van a mezclarse un humano y un pulpo o un pez? Habría que buscar alguna justificación, aunque fuese peregrina. ¿Mutación, experimentos genéticos, o podría bastar con mantener el misterio de su naturaleza?

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