jueves, 19 de diciembre de 2013

Hispacón 2013

El pasado domingo Misne y yo regresamos de la Hispacón, la convención anual de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, que en esta ocasión se ha celebrado en Quart de Poblet, a las afueras de Valencia, durante el fin de semana del 14 y 15 de diciembre.

Era la primera vez que asistíamos a un evento de estas características, por lo que me cuesta valorar si cada aspecto era habitual o particular de esta edición. Por ejemplo, el pack de bienvenida contenía libros recién publicados, impresionantes (el PVP de cada uno superaba el precio de la inscripción, ¡y regalaban seis por persona!), pero me han dicho que era el primer año que se veía algo así.

Nuestro objetivo principal en este viaje era aprender: ver cómo son las cosas, conocer a la gente, y ya que estábamos, pasarlo lo mejor posible. También porque aparecía un relato mío en Visiones 2012, que se iba a presentar allí. Y por supuesto, lo que acabó de decidirnos fue enterarnos de que era finalista del premio Domingo Santos, aunque estaba convencido de que no lo iba a ganar, habiendo candidatos con mucha más experiencia. En definitiva, la idea era perder la virginidad en lo que a hispacones se refiere.

Así que el viernes por la tarde, con cielo encapotado y lluvia intermitente pero intensa, nos pulimos cuatrocientos kilómetros en el coche, llegamos al hotel (otra odisea, luego os cuento) y tras un reparador sueño nos dispusimos a buscar Quart de Poblet y la casa de cultura donde se celebraba la inauguración, con espíritu de auténticos guiris despistados, mapa en mano y pensando instintivamente que el metro siempre circula por la izquierda.

Quart de Poblet

Es imposible asistir a todo lo que ofrece una Hispacón, primero porque hay diversas conferencias y presentaciones simultáneas (y la bilocación no nos acaba de salir bien), pero además porque entonces uno no disfrutaría del entorno y tampoco es plan. Fuimos a la conferencia inaugural de Rafael Marín, pecando quizá de ingenuos porque todo el mundo fue primero a inscribirse y hacerse con el pack de bienvenida, aunque la verdad es que libros de regalo no faltaron, al contrario. Impresionante la generosidad de las editoriales colaboradoras.

La charla de Marín estuvo interesante, ofreció una amena visión de cómo eran las cosas en el fandom hace 30 años y por qué sigue siendo importante verse en persona cada año. Emotiva, aunque reconozco que a mí esas experiencias me pillan muy lejanas. Dicho sea de paso, me preocupó ver la sala tan vacía, una apreciación que mantuve a lo largo de toda la convención. No sé cuánta gente fue, pero creo que falló el público, porque prácticamente todos los asistentes pertenecían ya al mundillo de la literatura de género. De hecho, en los bares de Quart nos preguntaban por qué había tanta gente por allí en fin de semana, y algo parecido le ocurrió a algún despistado que se pasó por el centro de juventud.

Quizá la conferencia más interesante a la que pude asistir fue la que versaba sobre Philip K. Dick, impartida el sábado por la mañana por Salvador Bayarri, quien ha subido a su blog un extenso resumen. Para el aficionado a la obra de Dick, una magnífica oportunidad de ampliar horizontes y descubrir nuevos detalles sobre las obsesiones que marcaron su obra.

Nos tuvimos que dividir para poder disfrutar del final de la charla sobre Dick y asistir también a la presentación de Hijos de Tayyll, la primera novela de Raelana Dsagan. Entre que llegué tarde, lo rápido que hablaban los ponentes y la pésima acústica de la sala, no me enteré de gran cosa aparte de que transcurre en el desierto, pero no he leído nada de la autora que me disguste, así que tiene mi voto de confianza. Por cierto, seguro que Raelana prepara un resumen de la Hispacón mucho mejor que este, por lo que os recomiendo estar atentos a su blog.

Valencia

Otro de los motivos de ir a esta Hispacón era conocer Valencia. Lo sé, es imperdonable no haberlo hecho todavía, y aún queda mucho por descubrir de la ciudad del Turia, pero gracias a nuestro buen amigo Solomon Kane (el puritano no, el del podcast Leyendas de Cthulhu) y su encantadora familia, bebé incluida, disfrutamos de su historia y de algunas localizaciones fundamentales: el ayuntamiento, la lonja, la catedral, las torres de Serrano... Ojalá podamos regresar antes de que transcurra mucho tiempo.

Por cierto, tratando de orientarnos en la ciudad la primera noche, buscando el hotel, averiguamos algo fascinante: Valencia es no-euclidiana. Tú estás en una calle, coges el primer giro de 90º a la derecha, repites la operación tres veces y, en lugar de volver al punto de partida, estás en otro sitio más perdido que una peonza. Y si os interesan los agujeros de gusano infranqueables, puedo hablaros del garaje del hotel: ni el protagonista de Las ratas del cementerio iba tan estrecho en su túnel. Lamentablemente estábamos demasiado aterrados como para tomar fotos de la experiencia.

Cena de gala

El sábado por la noche, de vuelta a Quart, se celebró la cena de gala de la Hispacón. Siendo todos friquis, lo de "de gala" es un decir, cada uno iba como quería (como debe ser). Fue, en cualquier caso, una magnífica oportunidad de relacionarse entre aficionados y juntaletras. Yo soy un antisocial y encima no conozco a nadie, pero quiso el azar que Sergio Mars y Emilio Bueso se sentaran junto a nosotros (doble fortuna, porque quería haber asistido a las presentaciones de Bueso esa misma tarde, pero con la visita a Valencia nos fue imposible).

Con Bueso y Mars de un lado, y Ángeles Pavía y Raelana del otro, las conversaciones no decayeron en ningún momento. Fue enriquecedor observar cómo enfocan sus proyectos literarios personas con mucha más experiencia que uno. La comida, en cambio, ni fu ni fa (al menos fue más barata que otros años, cosa que se agradece visto cómo va la economía).

Al final de la cena se entregó el premio Domingo Santos y a renglón seguido los Ignotus, que habíamos podido votar esa misma mañana tras un problema con las papeletas. Finalmente resulté ganador (ex aequo) del Domingo Santos, pero permitidme que hable de ello en otra entrada; ahora me voy a centrar en los Ignotus, que fueron lo más divertido de la cena.

Hubo bastante ganadores, y por lo que recuerdo triunfaron especialmente la antología Terra Nova y Santiago Eximeno (una entidad formada por millones de monos tecleando sin parar). También destacó el ciclo de Akasa Puspa, de Aguilera y Redal, con un premio Gabriel. En cierto modo yo también estaba representado, merced a la candidatura de Calabazas en el Trastero: Horror Cósmico, que incluía un relato mío (el primero que logré publicar, nada menos). Obviamente no ganó, pero es un orgullo para una publicación tan modesta haber llegado hasta ahí.

No puedo dejar de agradecer a Ángeles Pavía y consorte su hospitalidad, y la amabilidad de llevarnos de vuelta al hotel a horas indecentes en las que los trenes de metro duermen como buenos cristianos.

Domingo en Quart

El domingo, acusando ya el cansancio, abandonamos el hotel (repito, lo de sacar el coche de ahí fue de traca) y marchamos de nuevo hacia Quart para la última jornada. Desayunamos un par de veces para coger fuerzas al estilo hobbit y asistimos en el ayuntamiento a la charla de José Carlos Somoza, que no me quería perder bajo ningún concepto, tras haber descubierto el año pasado su brillante oratoria.

Incido aquí de nuevo en lo escaso de la concurrencia. Menos de treinta personas en la que seguramente era la charla más destacada de la convención. Cierto que al mismo tiempo se celebraba la junta de la AEFCFT y debido a ello muchos tuvieron que perderse una de las dos, pero aun así debería haber despertado más interés. Somoza estuvo brillante, como siempre, pero mucho más pesimista de lo que recordaba. No es de extrañar, visto lo que se ha complicado el panorama literario desde el comienzo de la crisis. Según contó, el paulatino proceso de asimilación de la literatura de género al mainstream se ha detenido en seco y las editoriales sólo quieren obras de corte clásico o éxitos seguros.

Después nos trasladamos a la presentación de Reyes de aire y agua, donde Jesús Fernández Lozano (autor) y Sergio Mars (editor) lograron que me entraran ganas de leer este libro de cuentos, por más que pertenezca a un género que a priori no suele llamar mi atención. Justo a continuación subí a la sala superior para lo que iba a ser la presentación de Visiones 2012, antología que incluye uno de mis relatos, La voz de la razón, gentilmente elegido por el jurado (los Verdhugos).

Por suerte o por desgracia éramos muy pocos (era la hora de comer, y encima se trataba de la última actividad de la Hispacón y casi todo el mundo estaba largándose ya), así que aprovechamos para charlar sobre lo que había sido el largo proceso de selección y publicación, las intenciones de la AEFCFT para con la retomada serie Visiones y la toma de experiencia de la nueva junta. Me sorprendió enterarme de que no se había impuesto ninguna cuota de fantasía, ciencia ficción o terror para la antología, sino que simplemente salió así.

Carretera y manta

Zanjada la Hispacón, comimos junto al ayuntamiento a buen precio y rehicimos el viaje inicial, pero esta vez en sentido contrario. Cansancio, alegría, muchos temas de los que hablar y la sensación de que, aunque el reloj decía que sólo habían transcurrido dos días, eran semanas las que llevábamos alejados de la rutina cotidiana.

4 comentarios:

Raelana dijo...

Yo al final no pude quedarme a lo del Visiones o no iba a llegar al tren :( Otros años he cogido el transporte con más tiempo, pero estas son fechas muy malas y de mucho trabajo.

A ver si saco un rato para hacer la crónica, que llevo una semana mortal xDD. De todas formas mola leerlas todas porque cada uno fuimos a actos distintos :D

¡¡Besos!! ¡¡Y también para Misne!! Estoy a ver si consigo averiguar como va lo del Flirk para subir las fotos allí y que las veáis ;)

Entropía dijo...

Estoy deseando leer tu crónica, Rae, seguro que es más divertida que la nuestra :-D

Saludos,
Entro

Santiago Eximeno dijo...

Te vemos.

Te escuchamos.

Somos legión.

Entropía dijo...

Me das miedito...