martes, 2 de febrero de 2016

Las Crónicas de Prydain (I)

A mi hijo le apasiona leer, pero sigue empeñado en que cada noche sea yo el que le lea un par de páginas antes de dormirse. Y creedme, no es fácil encontrar material adecuado. Hace un tiempo decidí que ya estaba preparado para ponernos con las Crónicas de Prydain, de Lloyd Alexander.

Es una saga inspirada en la mitología galesa que me influyó bastante en su momento (aunque entonces era mayor que él, claro), porque pese a su tono juvenil, no cae en los tópicos. Su protagonista, Taran de Caer Dallben, es un aprendiz de porquerizo que sólo ansía convertirse en un gran guerrero. Y en cierto modo lo consigue, mas al precio de descubrir que la guerra nunca conduce a nada bueno, que al final lo que hace grande a un hombre no es su cuna o su espada, sino su trabajo y sus esfuerzos por ayudar a los demás. Para mí, esa es una lección muy adecuada para un muchacho (o muchacha), especialmente en esta época de gratificación inmediata, en la que en las obras de ficción más populares se alcanza el éxito sin el menor esfuerzo.

Mucha gente sólo conoce estos libros por la película que hizo Disney en 1985 titulada The Black Cauldron, que aquí renombraron por algún ignoto motivo Tarón y el caldero mágico. Está basada en los dos primeros tomos de la serie y, francamente, no es gran cosa, por no mencionar que cambia totalmente el final para «disneizarlo» adecuadamente. Yo la vi en el cine de crío, mucho antes de conocer esta saga, y no guardo buen recuerdo de ella. Así que no os dejéis influir en ese sentido, la narración de Alexander es mucho más profunda.

Esta serie no ha tenido demasiada fortuna editorial en España. Los libros originales datan de los años 60, pero aquí no aparecieron hasta que los publicó Martínez Roca en su fabulosa colección Fantasy entre 1987 y 1994. Existe otra edición posterior de Alfaguara Juvenil, de 2003 a 2005, que francamente no conozco. Voy a referirme a la edición de MR, que es la que tengo, pero asumo que salvo las portadas (y el título modificado del cuarto libro) son básicamente idénticas.

El libro de los tres

El comienzo de la saga no podría ser más típico: Taran es un chaval solitario que trabaja cuidando cerdos en una granja y sueña con ser un gran guerrero, pero Hen Wen, su cerda oráculo (sí, habéis leído bien) se pierde y para no llevarse una bronca de su maestro sale en su busca, metiéndose de paso en una arriesgada aventura.

Este primer tomo maneja muy bien la presentación de los personajes secundarios, tanto Gurgi la bola de pelo que siempre termina las frases con dos sustantivos que riman, como la atolondrada princesa Eilonwy (que no calla ni bajo el agua) y el bardo Fflewddur Fflam, cuya arpa mágica tiende a romperse cuando su dueño cuenta alguna «mentirijilla», situación bastante frecuente. De hecho, una de mis escenas favoritas es cuando Fflewddur relata cómo ha luchado contra hordas de enemigos y Taran (y el lector con él) está esperando que la cuerda del arpa salte, pero eso no sucede. En cambio, en cuanto el bardo asegura que no pasó miedo, ¡doinnng!

Si algo sorprende al lector de esa breve novela es que, después de todo, Taran no hace gran cosa. No vence a los enemigos, no es el elegido para desenfundar la espada mágica (de hecho casi muere por intentarlo), y tampoco toma decisiones especialmente acertadas, y todo esto es algo de lo que él es tristemente consciente. A lo sumo posee ciertas dotes de liderazgo, pero eso le supone escaso consuelo.

El libro de los tres, Lloyd Alexander.
The Book of Three (1964)
Martínez Roca, 1987. 155 págs.

El caldero mágico

Aquí las cosas ya se ponen serias: este es uno de los tomos más oscuros de la saga, y seguramente el mejor. La trama general recuerda bastante al primer libro (y al último), en cuanto a que Arawn el señor del mal planea apoderarse de Prydain y hay que evitarlo, y en que grandes nobles que se suponen fieles acaban traicionando a nuestros protagonistas.

Pero la chicha está en la lucha interior de Taran por aquilatar lo que realmente significan y conllevan conceptos como valor, orgullo y honor, y en lo que sucede si permites que te cieguen y guíen tu vida, todo esto acompañado de varios momentos impactantes de sacrificio personal. Literalmente. A mi juicio, una auténtica etapa de maduración personal muy bien narrada, evidentemente con un poso agridulce, como era de esperar.

Por su parte, los nacidos del caldero (muertos vivientes de la mitología celta) son, junto a los Cazadores, de lo más aterrador que vamos a encontrar en estos libros. Pero por encima de ellos destaco la aparición de Orddu, Orwen y Ordoch, tres brujas (personificación de las moiras) que tejen el destino de los hombres, y con las que siempre es muy peligroso tratar. Fascinantes personajes.

Un detalle: quizá no lo apreciéis a simple vista, pero la portada corresponde a otra zona de la misma ilustración que se usó para el primer libro. De hecho la aparición del Rey Astado, principal oponente de El libro de los tres, ya constituye una buena pista. Curioso, ¿no? Pues no fue la última vez que ocurrió.

El caldero mágico, Lloyd Alexander.
The Black Cauldron (1965)
Martínez Roca, 1988. 159 págs.

Nos quedan todavía por comentar tres libros de esta serie: El castillo de Llyr, Taran el vagabundo y El gran rey. Pero no desesperéis, ya está subida la segunda parte de este artículo; a disfrutarla .

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