miércoles, 30 de marzo de 2016

Fiesta pagana

Fiesta pagana, título de mi relato incluido en Calabazas en el Trastero: Máscaras. Siglos atrás, durante una celebración pagana en uno de los últimos reductos de la religión precristiana, una muchacha mantiene un encuentro en el bosque con su amado… ¿o no? Tuve la idea hace muchos años (pero muchos, ¿eh?). Tampoco es que sea de una originalidad pasmosa, pero seguía gustándome y no había llegado a plasmarla sobre el papel. Una espinita que tenía clavada, y vi la opotunidad de quitármela con esta convocatoria centrada en el tema de las máscaras, que es uno de los aspectos centrales del argumento.

Nunca había escrito algo mínimamente en serio ambientado en el medievo. Tocaba documentarse. Y yo odio documentarme, supone estar todo el tiempo temiendo encontrarte con algo que imposibilite la trama que querías escribir y la mande al carajo. Y la documentación histórica es lo peor, sobre todo en lo que a tradiciones paganas se refiere. Hay demasiada leyenda impostada, demasiadas reescrituras modernas pasadas por el tamiz del neopaganismo porque, guste o no, más de un milenio de cristianismo ha borrado casi todas las huellas de lo que hubo antes.

Hice trampas, por supuesto. Siempre que puedo lo hago: ambiento los relatos en lugares y fechas indefinidos, con personajes cuyos nombres nunca se pronuncian. Me gusta porque le da un carácter intemporal a la narración, como si fuera una pieza de un puzle que encuentras suelta: podría encajar en muchos sitios. En el caso que nos ocupa,Fiesta pagana, los impuestos y las relaciones sociales y señoriales son típicas del reino de Castilla, mientras que el paisaje es más propio de suelo francés y las tradiciones corresponderían a tierras célticas. Menuda amalgama.

Otro aspecto derivado de emplazar la historia en un pasado remoto es el registro de la narración y los diálogos. Los personajes no pueden hablar ni comportarse como si fueran actuales, y se guían según usos y costumbres ajenos a los nuestros. Eso implicó usar expresiones arcaicas, palabras poco comunes hoy día, etc., siempre con cuidado para que no resultara ilegible ni recargado. Francamente, si ciertos individuos que han llegado a opinar de mis relatos que «parecen sacados de Jane Austen» leyeran este, sufrirían sin duda una apoplejía por forzar tanto sus toscas seseras.

A esta complejidad del registro lingüístico se sumaba el tope de extensión que impone la convocatoria: 5000 palabras. Dicen que no es estricto, pero no os fiéis, eso depende de los jueces y nunca se sabe de antemano. El final me salió más largo de lo que había previsto inicialmente y superaba el límite, así que tuve que recortar aquí y allá, podando todo lo que no fuera absolutamente necesario hasta quedarme justo a las puertas de los cinco millares. ¿Esto ha sido positivo para el relato (porque quita la paja) o negativo (porque complica un poco más la lectura)? Quién sabe.

Suele decirse que el primer párrafo es lo más importante de un relato, porque es lo que engancha al lector (lo mismo pasa con la primera página en el caso de una novela). Pues bien, yo con el primer párrafo las paso canutas. Pero mal, mal. No sé qué me sucede que me quedan muy rígidos, con frases demasiado largas. Mi lectora cero está desesperada, la pobre. Fiesta pagana no fue una excepción y hubo que pulir, dividir frases y mover cosas a otros párrafos. Así quedó al final:

El prado está en flor, pues así lo quiere la naturaleza llegada la primavera. Cuando por fin lo alcanza, la muchacha se siente embargada por la alegría que transmite el atardecer al derramarse sobre la suave pendiente. La ladera desciende hasta el riachuelo y luce amarillenta y rojiza por las prímulas y las caléndulas, a juego con la corona vegetal que ella lleva en la frente.

¿Qué tal? No demasiado mal, espero. Por cierto, este párrafo no está exactamente igual en el libro, donde falta el último «ella» que, a mi entender, facilita la comprensión. Hay otras diferencias, la más sangrante cuando más adelante la protagonista dice: «Pues bien, si me quieres acepta, lo que te ofrezco». No sé de dónde leches ha salido esa coma detrás de «acepta», y en general no entiendo que las editoriales corrijan los textos sin devolvérselos luego al autor para que repase los cambios. Porque sí, todo relato es susceptible de mejora (y este mío desde luego también), pero para meter la pata mejor lo dejamos como estaba.

Me consuela al menos que mi relato sea el que abre el libro. Puede deberse simplemente a que está ambientado en el pasado, y así aparece el primero sólo por establecer cierto orden cronológico. Pero como esta suele considerse posición de honor en una antología (junto con el cierre de la misma), me lo tomo como un halago y tan feliz . Hala, voy a seguir leyendo los demás relatos, que todavía me queda hambre de máscaras.

Calabazas en el Trastero XX: Máscaras
Varios autores. Saco de Huesos, 2016. 158 págs, 7€.

2 comentarios:

Kachi Edroso dijo...

Lo de la coma será un dedazo mío seguro. Me temo que el proceso de corrección tiene estas cosas y, la verdad, lo lamento. Es algo a mejorar. Por ahondar un poco en el tema, en los libros en general de Saco de huesos sí que se devuelven las galeradas a los autores para que den su confirmación, pero en el caso de antologías de convocatoria abierta, como los Polidori y los Calabazas, no se hace mera logística: ya es complicado conseguir todo el material a tiempo para mantener la periodicidad.

Lo ideal sería recuperar un segundo corrector, como en los primeros números, o al menos dejar una semana para que los autores que puedan o quieran señalen lo que no vean claro en sus relatos. Lo intentaré poner en marcha.

Como siempre, muy interesante leerte, Entro.

ps.- el relato va el primero porque es el de enganche y el que queda visible en los adelantos. Confiamos en él para que los lectores se animen con el libro :-)

Entropía dijo...

¿Que se animen con el libro? ¿Estás seguro de eso? Más de uno se va a asustar al toparse con ese tipo de prosa, ya verás.

Y más que otro corrector, lo suyo sería enviar los textos corregidos a los autores. El que quiera que repase los cambios, y el que no, que luego no se queje. Después de todo, la publicación de los Calabazas no está siendo tan inmediata como antes, y se puede aprovechar ese margen de tiempo.

Saludos,
Entro