Durante el breve e insatisfactorio periodo en que me esforcé por frecuentar el mundillo de la literatura de género, descubrí para mi asombro que a la mayoría de la gente que estaba allí la literatura en sí le interesaba entre poco y nada, lo que ellos buscaban eran… otras cosas. Pronto acabé por dividirlos con facilidad en estos tres grupos:
El intelectual («hintelektual» para los amigos). A este individuo la literatura le importa un bledo, pero ha descubierto que escribir algo y publicarlo es el modo más barato y sencillo de que te entreguen el carné de intelectual. Da igual lo que haya escrito, de hecho no hace falta ni que lo haya leído nadie (ni siquiera él mismo). Lo que importa es que ha publicado, ergo es escritor, ergo es un intelectual. Fácil, ¿no? De pronto se le permite opinar público de política, terrorismo internacional, crisis energéticas, educación, neurocirugía, ¡de todo! Y siempre lo hace con una seguridad aplastante. Coño, que para eso es un intelectual. Lo malo es que cada equis años tiene que renovar el carné, así que escribe otra chorrada, la publica de cualquier manera y se reincorpora así a la intelligentsia.
El socialite. Para el escritor o escritora de sociedad, como ocurría en el caso anterior, la literatura no es más que una excusa. A él lo que le gusta es todo lo que la rodea: jornadas, charlas, convenciones y sobre todo las presentaciones de libros (si son suyos y puede ser el centro de atención, muchísimo mejor). En el fondo tanto da; clubes de escritura, asociaciones de escritores, redes sociales para matar el gusanillo entre un evento literario y el siguiente… Cualquier situación donde se pueda beber y hacerse las fotillos de rigor le encontrarán de protagonista. Su aprecio por tal o cual corriente literaria es siempre superficial, al fin y al cabo lo último que desea es discutir, ¡él sólo piensa en pasárselo bien!
El metaescritor. Hay que reconocer que a este sí le importa la literatura. Demasiado. Su vida gira en torno a escribir, pero no a escribir tal cual (¡eso sería demasiado fácil!), lo que él hace es escribir sobre cómo escribir. Cada semana sube artículos con consejos para escribir mejor y análisis de las novelas de moda señalando las claves de su éxito, mantiene interesados a sus miles de seguidores con ingeniosas observaciones y, por supuesto, da charlas y conferencias sobre la literatura presente, pasada y hasta futura. Uno podría preguntarse por qué, si tan claro lo tiene, no alcanza la gloria por sí mismo, no sé… escribiendo algo interesante, quizá. Pero él está demasiado ocupado enseñándonos a escribir como para ocuparse de esas minucias.
En fin, ahora comprenderéis por qué dejé de ir a esas cosas (y por qué nunca me invitan ).
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