lunes, 29 de diciembre de 2014

Página de publicaciones

Han transcurrido casi dos años desde que inicié este blog (sí, cuando ya estaban pasándose de moda, yo siempre a contracorriente), y pese a sus altibajos llevo ya más de cincuenta entradas. Interesantes unas, prescindibles otras, lo sé. Y me ha dado por pensar que, si por casualidad lo visitara un biógrafo venido del futuro para investigar sobre mis obras primerizas (circunstancia en absoluto descartable), seguramente se perdería entre comentarios sobre películas y reseñas de viejas novelas.

Así pues, he preparado una página oportunamente llamada Publicaciones, a la que se puede acceder desde la parte superior de cualquier entrada. Por ahora he puesto en ella las portadas de las antologías en las que han aparecido mis relatos, y pulsar en cualquiera conduce al artículo del blog donde hablo de ella.

Confío en que no sean los últimos libros en los que salgo, porque esto es como llamar al mal tiempo, pero me apetecía tenerlo todo más ordenado. Y oye, que ya son nueve libros (y uno más en breve, espero), y eso algo de lo que sentirse moderadamente orgulloso .

domingo, 21 de diciembre de 2014

Los derechos de Lovecraft I: El culebrón

Si hay un tema que inquiete periódicamente a los aficionados a los Mitos de Cthulhu, es el relativo a los derechos sobre la obra de Lovecraft. Es este, curiosamente, un asunto que se resiste a esclarecerse de forma definitiva pese a que ya han transcurrido más de setenta y siete años desde la muerte de H.P.L.

La principal causa de este caos está en la complejidad de las leyes estadounidenses sobre propiedad intelectual, afectadas desde hace décadas por la presión de diferentes lobbys interesados en no perder su fuente de ingresos. También influye lo golosa que resultó desde el principio la herencia literaria de Lovecraft, que nunca dejó muy clara su voluntad al respecto.

Voy a intentar a continuación analizar la situación actual, sin dejar de referiros a la auténtica biblia sobre este tema, la página de Chris J. Karr The Black Seas of Copyright, donde lleva años analizando las diferentes ramificaciones de este culebrón.

Resumen para vagos

La obra de Lovecraft está en el dominio público en Europa y buena parte del mundo, y seguramente también en los EE.UU. Creaciones de otros autores, aun cuando se incluyan en los Mitos de Cthulhu, no tienen por qué estar libres de derechos.

Primera fase

Cuando Lovecraft falleció, en marzo de 1937, en cumplimiento de su testamento fechado en 1912 correspondía a Ann Gamwell (la tía Annie, su única familiar directa todavía viva) ser la heredera de sus magras posesiones, incluyendo los derechos sobre sus obras. Hasta este punto todo está más o menos claro.

Pronto comezó a complicarse. La propia Gamwell había descubierto por casualidad, poco tiempo antes, un escrito de Howard por el que nombraba al joven Robert H. Barlow (a la sazón de sólo 18 años) su albacea literario. No era un documento con validez legal, pero Gamwell decidió cumplirlo. Cuando Barlow se presentó en su hogar para darle el pésame, Ann Gamwell hizo una copia a mano de dicha voluntad literaria (cuyo original se considera ahora perdido) y se la entregó. Barlow se llevó de la casa de Lovecraft un gran número de manuscritos con la intención de clasificarlos y publicar las obras más comerciales, a cambio de salvar un porcentaje para Gamwell, que carecía de otras fuentes de ingresos. Lamentablemente, Barlow nunca puso mucho empeño en su cometido.

No obstante, había dos buitres mucho más activos. August Derleth y Donald Wandrei, que a las pocas semanas del fallecimiento comenzaron a presionar a la tía Annie para que les cediera los derechos a ellos, bajo el pretexto de que serían mucho más comerciales (cosa por otro lado totalmente cierta) y de esa forma ella obtendría más dinero. Mantuvieron con Barlow un tira y afloja en el que el joven tenía todas las de perder, hasta que en 1939 la pequeña editorial que habían fundado, Arkham House, publicó su primer libro de Lovecraft, The Outsider and Others.

Gamwell murió en enero de 1941, y en su testamento cedió los derechos de ese libro a Derleth y Wandrei. Sus únicos herederos, unas primas lejanas llamadas Ethel Morrish y Edna Lewis, no se opusieron a ello y en mayo de ese mismo año ampliaron esta concesión a toda la obra de Lovecraft. Derleth se quedó solo al mando de Arkham House cuando Barlow arrojó la toalla y se marchó a enseñar antropología a Méjico (donde se suicidó a comienzos de 1951) y Wandrei fue llamado a filas para combatir en la 2ª Guerra Mundial. Para evitar que quedaran cabos sueltos, Derleth adquirió de Dorothy McIlwraith, editora en esos momentos de Weird Tales, los derechos sobre las obras de Lovecraft que aparecieron en su momento en dicha revista.

En estos documentos se basó Derleth para mantener durante décadas sus famosas reclamaciones sobre la obra de Lovecraft. Sin embargo, ni la herencia de Gamwell ni la llamada "donación Morrish-Lewis" concedían en modo alguno a Arkham House la exclusividad sobre estos relatos, sólo daban permiso para publicarlos y ganar dinero con ello, por lo que Derleth se cuidó mucho de hacerlos públicos, y sólo se conocieron en detalle a partir de los años 70.

En cuanto a los derechos de Weird Tales, según la investigación que realizó S.T. Joshi para su biografía de 1996 H.P. Lovecraft: A Life (quedaos con esto), Lovecraft había retenido a partir de 1926 los derechos sobre sucesivas reediciones de sus relatos, por lo que poco podía quedar en manos de la revista. Tampoco se ha localizado nunca prueba alguna de que estos copyrights fueran renovados posteriormente, tal como exigían las sucesivas enmiendas a la ley estadounidense de propiedad intelectual, en particular la de 1978, aunque existen varias interpretaciones al respecto.

Ya os habéis perdido, ¿verdad? Demos un salto varias décadas al futuro.

Continúa

Este artículo continúa en Los derechos de Lovecraft II: La venganza.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Un final para Audrey II

Bienvenidos a un capítulo más de mis divagaciones narrativas. Hoy pretendo hablar de una película que seguramente conozcáis: La tienda de los horrores, una curiosa mezcla de musical, comedia y film de terror que en 1986 alcanzó un éxito limitado en los cines.

Su personaje protagonista es Seymour Krelborn (interpretado por Rick Moranis), un hombre joven, huérfano, tímido y torpe. Un antihéroe de manual, vaya. Seymour trabaja en una floristería que está al borde de la quiebra. Para evitar su despido, revela que ha estado cuidando una misteriosa planta que encontró de un modo no menos enigmático, a la que ha bautizado como Audrey II en honor de su compañera Audrey (de la que está secretamente enamorado).

Aunque la plantita no es precisamente hermosa, al exponerla en el escaparate atrae una gran afluencia de público, así como dinero y fama para la floristería y su descubridor. Pero lo que nadie más que Seymour sabe es que la planta es carnívora y se alimenta, primero, de sangre y luego de carne humana, que Seymour debe conseguir muy a su pesar para no tener que abandonar su sueño de huir de aquel miserable barrio y casarse con su amada Audrey.

Una trama curiosa, ¿verdad? La película en sí cuenta con su propia historia: The Little Shop of Horrors fue primero una película de serie B dirigida en 1960 por Roger Corman, a partir de un guión de Charles B. Griffith. No había canciones y el origen del vegetal era más mundano (mezcla de variedades de plantas carnívoras). Luego fue un musical teatral en 1982 y, finalmente, la película de 1986 que nos ocupa aquí.

Desde un punto de vista narrativo, se trata de una versión del clásico argumento "pacto con el diablo". El protagonista hace cosas que sabe malas a cambio de poder cumplir sus sueños, y en este caso con la variante de que él no ha buscado de forma voluntaria ese pacto mefistofélico, sino que ha encontrado por casualidad la llave de sus deseos. Es una trama especialmente interesante, muy utilizada a lo largo de la historia, porque juega con la escala de grises: nuestro personaje no es completamente bueno (o no haría esas cosas) pero tampoco verdaderamente malo, sino que siente remordimientos y trata de limitar la gravedad de sus acciones, aunque no lo consigue y se ve empujado a acrecentarlas por culpa de unas necesidades cada vez mayores. Es una trama con la que el lector puede identificarse fácilmente. Además, está el factor bastante original de la planta en si: los vegetales pocas veces ocupan el papel de antagonistas centrales de una historia (sí, está El día de los trífidos y aquella novela llamada Más verde de lo que creéis, de Ward Moore, pero poca cosa más).

The End

El aspecto en el que me quiero centrar de esta historia es el final, del cual hay unas cuantas versiones. La película original era más macabra; en ella Seymour mataba a varias personas y la planta no tenía maldad propia sino que sólo buscaba sobrevivir, por lo que el hecho de que al final Seymour, perseguido por la policía, se arroje a las fauces de su criatura resulta bastante adecuado y cierra el hilo de la culpabilidad.

Sin embargo, tanto en el musical como en la segunda película, Audrey II es en realidad un invasor vegetal del espacio exterior, y sus planes pasan por ocupar la Tierra entera. A partir de ahí hay algunas diferencias: en la obra de teatro Seymour y Audrey acaban en el buche vegetal, y la planta procede a reproducirse e invadir el planeta. Este final se rodó también para la segunda pelicula, pero los pases previos a su comercialización indicaron que el público no reaccionaba nada bien (normal, es pésimo) y se procedió a preparar a la carrera una nueva conclusión, que es la que seguramente vierais en su momento: Seymour salva a la chica, se carga a la planta in extremis electrocutándola, y puede cumplirse su sueño de vivir juntos en una hermosa casita, con un pequeño guiño postrero. En la edición de Blu-ray podéis comparar ambos finales.

Ninguno de los dos me convence, independientemente de la calidad técnica de cada uno. En el "bestia", Seymour no expía su culpa, aun pereciendo junto a su amada, porque el peligro que ha ayudado a traer al mundo sigue vigente y, de hecho, más fuerte que nunca. Sí, también un clímax puede ser un fracaso, pero este no resulta emocionalmente satisfactorio: ¿se mueren y qué, ya está? En el segundo, Seymour no llega a pagar por sus crímenes, y pagar es una parte inherente del pacto mefistofélico, aun cuando queramos huir de moralejas: quien acepta el trato con el diablo acaba sufriendo las consecuencias, de lo contrario se pierde el dilema moral, porque se transforma en una situación de win-win.

¿Qué haría yo? Sin duda, un griego. Un final de tragedia griega, digo. Seymour está marcado por la culpa y debe redimirse. ¿Cómo? Matando a Audrey II y dando su vida en el proceso. De este modo, todo el ciclo se cierra. Dramáticamente, cualquier otro resultado resulta poco satisfactorio, como si Darth Vader no hubiese logrado salvar a Luke o, peor aún, como si lo salvara fácilmente y luego se fueran los dos de farra como si tal cosa.

En cuanto a la Audrey humana, puede sobrevivir o no, a gusto del guionista. Podría quedarse para recordar toda su vida a Seymour, a modo de testigo de su sacrificio redentor, o morir antes si queremos que éste comprenda por fin en toda su magnitud el error que ha cometido. Por supuesto, además el modo de hacerlo debe resultar medianamente creíble y emocionante; ¿qué tal si Seymour lucha contra la planta, pensamos que puede vencer pero finalmente la planta se lo zampa. Y cuando el bicho se las promete felices, descubre que Seymour se ha envenenado para acabar con ella de una u otra forma...

Little Shop of Horrors, Frank Oz (director).
Warner Bros., 2013. 94 mins, 28$.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Alambre de Letras

Seguramente no recordéis ya que en marzo uno de mis relatos, titulado en este caso Esfuerzo de guerra, fue seleccionado para la antología Alambre de letras, de la joven editorial Neonauta Ediciones. Pues bien, el libro ya ha salido a la venta, se puede adquirir en la web de la editorial, en Cyberdark, y también llegará a tiendas físicas. Han tenido que transcurrir unos cuantos meses hasta poder verlo por fin impreso, pero la espera ha merecido la pena.

Neonauta ha publicado este año varios "bolsilibros" de marcado estilo pulp, pero para Alambre de letras han echado el resto. Si ya supuso una alegría ser elegido (después de haberme pasado todas las navidades escribiendo el relato), aún mayor fue la ilusión de descubrir que lo estaban ilustrando. Mikel Bao se ha encargado de darle al volumen un aspecto distintivo, elegante, con una serie de dibujos a tinta negra (en su mayor parte siluetas). A este recopilatorio de historias ambientadas en la Primera Guerra Mundial (cuyo centenario se conmemora este año) le sientan como un guante tanto las ilustraciones como esos títulos, el de portada y los de los relatos interiores, con un estilo marcadamente Art Nouveau.

Lógicamente aún no he podido leer a fondo el volumen (me llegó ayer por la tarde), pero por lo que he hojeado la variedad está asegurada: relatos de trincheras, por supuesto, pero también de misterio, de steampunk (el mío, sin ir más lejos) y también veo por ahí algo de terror y unos tentáculos. Y siempre sin olvidar el horror que fue en todo momento la llamada Gran Guerra.

Como ya expliqué en su momento, mi relato pretende ser un homenaje en recuerdo de todas aquellas mujeres que trabajaron en las fábricas de armamento, sin experiencia, sin condiciones laborales dignas y casi sin sueldo. No se desarrolla pues en el frente, pero no por ello es una historia sin peligros ni muertes, al contrario. Es, sobre todo, una reflexión sobre el sinsentido que suponen todas las guerras.

Una última reflexión: que no os engañe el reducido número de páginas de Alambre de Letras, porque están a doble columna y con una letra tirando a pequeña, aunque sin pasarse. Para que os hagáis una idea, mi relato, de unas 5700 palabras, sólo ocupa nueve páginas del libro, cuando en cualquier otro hubiesen sido entre dieciocho y veinte. Por tanto, en contenido (que es lo que importa) tenéis el equivalente a un tomo de entidad, y el precio, 15€, es mucho más razonable de lo que pudiera parecer a primera vista. ¡Y encima te dan marcapáginas exclusivos!

Alambre de Letras, varios autores.
Neonauta Ediciones, 2014. 114 págs, 15€.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Tres novelas cortas cinematográficas

Estoy empezando a cogerle el gusto a la novela corta, esa distancia tan denostada en la literatura actual. Tras el trío que ya reseñé, le toca ahora turno a otras tres seguramente más conocidas por su versión cinematográfica que por sí mismas.

El amante (Marguerite Duras, 1984). La obra más famosa de su autora, sobre todo a raíz de la película de 1992 que supuso el debut de la pobre Jane March, a la que encasilló en papeles de destape pese a su gran interpretación. La historia se centra en la polémica relación de la protagonista, una adolescente francesa en Indochina, en los años 20, con un joven chino de mayor categoría social.

Como affaire escandaloso lo tiene todo: diferencia de edad, de etnia, dos extranjeros en un país colonizado... Se supone además que la historia es autobiográfica, que la propia Duras la vivió, lo que le añade un morbo que las diversas ediciones se afanan en aprovechar (por ejemplo usando para la portada una foto suya de la época).

Pero la gran sorpresa que se lleva el lector es que, a la hora de la verdad, esa relación ocupa una parte muy pequeña del texto, que además es bastante complejo pese a su brevedad. Duras prescinde de cualquier convención narrativa y va soltando párrafos que hablan de una cosa o de otra, tanto de la época que vivió en Asia como de después, cuando regresó a Francia. Me parece que cuenta más cosas sobre su madre y sus hermanos que sobre la relación que le da título. No obstante, para el que guste huir de la literatura al uso es una gozada. Sus descripciones de las sensaciones, los olores y las sensaciones vitales de Camboya son espectaculares.

He leído este libro en la edición Maxi de Tusquets, correcta y muy barata. Quien desee ir más al grano debe saber que existe otra versión, llamada El amante de China del Norte, más ajustada la historia que se relata en el film, pero que carece de las reflexiones internas de la protagonista, que son quizá lo más interesante.


Desayuno en Tiffany's (Truman Capote, 1958). Es muy complicado leer este libro sin tener en la cabeza continuamente la magnífica película de Blake Edwards, y eso lastra la experiencia porque, aunque comparten cierto número de escenas, la novela es mucho menos edulcorada que la versión cinematográfica homónima (homónima en su versión original, aquí pusieron eso de "con diamantes" porque nadie debía de saber qué era Tifanny's).

Para empezar, la novela no es romántica y no existe en ella una relación sentimental entre Holly y el narrador, del cual incluso se ha sugerido con buen tino que podría ser homosexual, como el propio Capote. Evidentemente, el personaje de la mujer madura que lo mantiene tampoco existe. La propia época es diferente, ya que aquí todo transcurre mientras se desarrolla la Segunda Guerra Mundial; las connotaciones, por tanto, no pueden ser las mismas que en los liberales años 60.

La esencia de Desayuno en Tiffany's descansa, por tanto, en ese maravilloso personaje que es Holly Golightly, esa chica encantadora a su pesar, arribista inestable, con un rechazo casi patológico a cualquier tipo de compromiso y que se engaña a sí misma tanto como a los demás. Se ha debatido mucho sobre si Holly, que en el libro es bastante más basta, directa y desvergonzada que el papel interpretado por Audrey Hepburn, se podría considerar o no una prostituta. Quizá, simplemente, no hay términos adecuados para clasificarla.

La edición de Anagrama, que aprovecha como gancho publicitario el quicuagésimo aniversario de la película, incluye otros tres relatos de Truman Capote: Una casa de flores, Una guitarra de diamantes y Un recuerdo navideño. Son tristes y alegres a la vez, aunque no dejan tanto poso como la novela corta principal.


El buscavidas (Walter Tevis, 1959). Aquí hago algo de trampa, porque con sus 250 páginas se la puede considerar una novela por derecho propio, aunque la letra sea un poco grande. Pero haré la vista gorda por lo rápido que se lee y porque, narrativamente, se trata de un único hilo ininterrumpido, con una trama principal y sólo una secundaria (su relación con la chica).

El buscavidas gira alrededor del ascenso como jugador de billar "profesional" de Eddie Felson, por lo que podéis esperar largas escenas con taco, troneras y paño verde. Pero también tiene mucho de novela negra, no tanto en la trama como en el ambiente sórdido, traicionero y desesperanzado en el que se mueven sus personajes. También por los castigos físicos que sufre el protagonista, que no describiré pero que recuerdan a la habitual paliza que debe soportar el detective durante su investigación. El final me resultó anticlimático, pero supongo que era lo más adecuado dada su trayectoria.

En este caso la edición corresponde a Alamut y data de 2009, dentro de la colección Marelle. El ejemplar era uno de los que se ofrecían de forma gratuita dentro del pack de bienvenida de la Hispacón 2013, y lo escogí precisamente porque no tenía nada que ver con la temática de la convención. Como la propia portada desvela, el libro fue adaptado a la gran pantalla en 1961 y protagonizado nada menos que por Paul Newman.

Existe una segunda parte llamada El color del dinero, emplazada veinte años después. En ella, Felson toma un joven protegido e intenta transmitirle su experiencia. También ha sido publicada en castellano por Alamut, y de nuevo fue llevada al cine y protagonizada por Paul Newman, aunque en esta ocasión compartía reparto con Tom Cruise y, en consecuencia, no era lo mismo.


Aquí lo dejo. Las tres novelas me han dejado un regusto agridulce; ninguna era lo que esperaba aun cuando calidad no les falta en ningún momento, y en el desarrollo de los personajes son impresionantes. El buscavidas ha sido quizá la mas sorpresiva, porque al no haber visto la película carecía de condicionantes previos, mientras que en las otras dos hay una "pelea" entre la idea cinematográfica y la impresa, pero recomiendo cualquiera de las tres si buscáis textos diferentes a lo habitual, intensos y breves.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Seleccionado para Visiones 2014

Parece que todas las noticias tengan que acumularse en unos pocos días... Pero no nos quejemos. A finales del mes pasado recibí la grata sorpresa de haber sido seleccionado para el tomo Visiones 2014, un reputado recopilatorio anual que organiza la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror.

Como recordaréis, ya tuve el honor de ser elegido para la edición de hace dos años, Visiones 2012, con un relato de los Mitos de Cthulhu. En este caso el género es totalmente distinto. El único seleccionador, Joaquín Revuelta (ganador de dos Domingo Santos y un Alberto Magno, ahí es nada), planteó como tema lo que el llama "next minute fiction", una literatura de anticipación a muy corto plazo. Un desafío al que era difícil resistirse.

Cuando me muevo dentro de la ciencia ficción, me atrae lo que suele llamarse mundane science fiction; entornos bastante realistas que exploran circunstancias sociales o tecnológicas no muy alejadas de nuestra realidad cotidiana. Sin olvidar nunca la sana dosis de terror que acostumbro, por supuesto. Para que os hagáis una idea, un poco al estilo de lo que ya hice en Artículo 45.1, que ganó el premio Domingo Santos en la edición de 2013. Así nació mi relato, titulado Sabemos lo que te gusta, que viene a plantear lo que podría suceder con toda esa información sobre nuestros gustos y costumbres que se acumula en manos desconocidas. Más que next-minute, es que ya está pasando...

Como no hay portada todavía (que yo sepa), acompaño la noticia con el logo de la AEFCFT. Tampoco conozco fechas de publicación, aunque si sirve de referencia, los seleccionados para el Visiones del año pasado también se anunciaron a finales de octubre y el libro se puso a la venta hacia febrero-marzo.

miércoles, 29 de octubre de 2014

En italiano, Articolo 45.1

¡Me han publicado en otro idioma! En italiano, nada menos.

Ma che cosa dici? Pues sí, tal cual. Gracias a los desvelos de la AEFCFT y su presidente, Antonio Navarro, mi relato Artículo 45.1, ganador del Premio Domingo Santos, ha aparecido en La Maledizione e altri racconti dal Trofeo RiLL e dintorni. Mille grazie!

Nota: Si no domináis el italiano y deseáis leer Artículo 45.1, os recuerdo que se publicó en castellano en la revista Delirio nº 13.

No me esperaba que llegara tan pronto, ni siquiera sabía si ya se había publicado en Italia. Y dejadme decir que hace verdadera ilusión recibir por sorpresa un paquete del extranjero, sacar tus ejemplares y verte en otra lengua. Lo primero que hace uno es buscarse: "La visita dei liquidatori non è stata piacevole. Stando a quello che mi hanno raccontato, non lo è mai".Vaya, ¿yo escribí eso? Bueno, no, realmente lo ha hecho el traductor, Francesco Troccoli, a quien extiendo mi agradecimiento. Y mis disculpas si le he dado involuntarios quebraderos de cabeza. Nunca pensé que este relato fuera siquiera a aparecer en algún sitio, mucho menos a traducirse.

La Maledizione e altri racconti es un volumen que reúne las obras vencedoras de la presente edición del concurso literario italiano Riflessi di Luce Lunare (que lleva ya veinte años celebrándose) y, al menos en esta ocasión, de otros prestigiosos certámenes europeos, como el premio Nova de Finlandia, el Aeon Award Contest de Irlanda, el James White Award del Reino Unido y, evidentemente, el Domingo Santos español, representado por mi relato.

Es un honor y una alegría haber cruzado el Mediterráneo y que mi relato aparezca en tan ilustre compañía. De aquí a la conquista del mundo, sólo hay un paso...

La Maledizione e altri racconti, varios autores. Wild Boar Edizioni, 2014. 176 págs, 9.5€.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Calabazas en el Trastero: Conspiraciones

Como dicen que el saber no ocupa lugar, informo de un tomo recién salido del horno, llamado Calabazas en el Trastero: Conspiraciones y que contiene uno de mis relatos. En esta ocasión, el elegido se titula Hasta que no ocurre una desgracia.

Cuando de conspiraciones se trata, existe siempre la tentación de hacerlo todo a lo grande: poner en juego la civilización, el mundo, la humanidad entera, con implicaciones que llegan hasta lo más alto. Muy peliculero, vaya. Yo soy de estilo más recogido, más intimista, así que he ambientado mi relato en un modesto barrio del extrarradio, acuciado por un problema que, para sus habitantes, es tan importante o más que todo lo anterior. La trama, como suele ser el caso, me rondaba hace tiempo por la cabeza. Intento aprovechar los concursos para plasmar proyectos pendientes; ya que no hay ninguna garantía de salir publicado, que al menos nos sirva para progresar.

Hay quien ha dicho que este relato sólo gira alrededor de una idea, y es cierto. Claro que en mi opinión, hay dos tipos de historias: las que ofrecen una idea y las que no ofrecen ninguna. Así que en ese sentido estoy satisfecho. Pero sí, es cierto que se trata de un planteamiento sencillo, y espero que además resulte claro y comprensible. Mi objetivo es explicar historias, no jugar al gato y el ratón con el lector. Espero que el resultado os complazca.

Diecisiete Calabazas se han publicado ya, más cuatro especiales. Tiene mucho merito por parte de Saco de Huesos; semejante perseverancia tal como está el mercado es digna de loa. Espero que el proyecto pueda seguir adelante con buena salud durante mucho tiempo aún. Es además mi quinta aparición en esta serie. Y me da en la nariz que la última. Le debo mucho a esta colección y sus responsables por la confianza depositada en mí, pero me falta motivación para seguir intentándolo. Quizá en una futura convocatoria, quién sabe. A veces es difícil resistirse a las temáticas propuestas .

Calabazas en el Trastero 17: Conspiraciones, vv.aa.
Saco de Huesos, 2014. 210 págs, 7€.

martes, 30 de septiembre de 2014

Obras primerizas de Philip K. Dick

El volumen Cuentos Completos I recoge veinticinco relatos de la primera época de Philip K. Dick, escritos entre 1952 y 1955, aproximadamente. Advierto de antemano que, salvo alguna agradable excepción, no son nada del otro jueves. Se pliegan a los estándares de la época (normal, Dick tenía alrededor de veinticinco años en esos momentos y estaba muy influido por las revistas que devoraba en los ratos muertos que le dejaba su empleo en la tienda de discos). Las características que le harían posteriormente famoso (realidad en duda, teísmo o estados alterados de la consciencia) sólo empiezan a intuirse, sin llegar a condensar, salvo por un férreo antimilitarismo que sorprende sin consideramos que se escribieron en plena Guerra Fría.

El mayor interés de esta recopilación radica, precisamente, en lo que sabemos del PKD posterior. Anima constatar que ni siquiera él alcanzó enseguida un estilo propio o logró plasmar de inmediato su genialidad. Por el contrario, sólo hallamos aquí indicios de lo que llegará a ser, larvas latentes que ni siquiera el mejor crítico hubiese sabido apreciar si, por ejemplo, Dick hubiese dejado de escribir en ese punto (algo perfectamente posible). De hecho me sorprende que consiguiera subsistir, aunque fuera malamente, publicando relatos de esta índole. Hace que uno comprenda cuánto ha cambiado el mercado editorial desde entonces, incluso en un mercado que no dejaba de ser, como ahora, un nicho bastante limitado. ¿Hubiera tenido Dick hoy día la oportunidad de seguir escribiendo y perseverar hasta que eclosionara su propio estilo y temática? Lo dudo.

Para mí es un misterio que PKD se empeñara durante toda su vida en tratar de medrar en la ciencia ficción, cuando sus mejores obras apenas pueden considerarse como tales. Voy a decir una cosa que no os va a gustar. Tapaos los ojos. ¿Ya? Bien: Philip K. Dick no era un buen escritor de ciencia ficción. Lo digo en serio, tiene obras magistrales, pero la ci-fi en sí se le daba fatal. Sólo cuando se olvida de inventos, artilugios y sociedades tecnológicas, y se centra en la vida cotidiana de las personas, asoma su maestría. Pensadlo: Ubik, Sueñan los androides con ovejas eléctricas, El hombre en el castillo, etc., hablan de inquietudes y angustias humanas, y el tema futurista no deja de ser una excusa mal llevada que estorba más que otra cosa. Dick sentía demasiada empatía hacia el ser humano como para detenerse lo necesario para mostrar tecnologías creíbles. Quizá si hubiese nacido en otro país y en otra época, ahora lo estudiaríamos dentro de un género totalmente distinto.

Lo mismo ocurre con estos relatos: los mejores son los que hablan de personas (o animales), no de máquinas. Cuentos como Roog, La vida efímera y feliz del zapato marrón (bastante conocido, por cierto), el maravilloso El constructor, el siniestro En el jardín o incluso El rey de los elfos, que es declaradamente fantástico, funcionan mucho mejor que otros más al uso, y no tienen nada de cientificos. En cambio, cuando describe sociedades policiales donde al final resulta que cualquiera hace lo que le da la gana, la cosa se resiente mucho. Por cierto, debo reconocer públicamente las dotes de anticipación de Dick, que en Flautistas en el bosque ya nos advirtió contra los peligros del respiracionismo .

Para el final he dejado el que sin duda es el más dickiano y potente de todos los relatos incluidos en esta antología, La paga, cuento en el que se basa (muy libremente) la película homónima de 2003, Paycheck. Aquí ya se empieza a reconocer el PKD al que estamos acostumbrados: predestinación, negación del libre albedrío y manipulación de los recuerdos. El protagonista acaba de cumplir con un contrato laboral muy bien pagado, por el que accedió a que le borraran la mente a la finalización, por motivos de seguridad. Y al ir a cobrar, descubre que él mismo renunció a la paga a cambio de una serie de objetos en apariencia carentes de valor... Recuerda en cierto modo a Desafío total, aunque aquella película estaba inspirada en otro relato de Dick, We Can Remember It for You Wholesale, del año 1966 y que aparece en el siguiente tomo de estos cuentos completos. Eso de ir usando en el momento adecuado objetos que tienes en el inventario también se parece mucho a una aventura gráfica, alguien debería adaptar este relato a un videojuego.

Cuentos Completos I, Philip K. Dick.
Minotauro, 2005. 488 págs, 22€.

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos

Ya que dedico esta entrada a Philip K. Dick, no puedo resistirme a recomendaros la biografía que preparó sobre él Emmanuel Carrère y que lleva el evocador y acertado título de Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos (frase tomada de Ubik). También ha sido publicada en castellano por Minotauro, aunque en este caso en su colección de ensayo, y puede ser un poco más complicada de conseguir.

En mi opinión, todo aquel que sienta un interés más que pasajero por la obra de PKD encontrará muy útil esta biografía, por un motivo muy simple: si la vida de un autor siempre influye en su obra, en el caso de Dick esa influencia era directa e inmediata. Es muy interesante comprobar cómo sus vaivenes vitales se reflejan en la estructura de novelas como El hombre en el castillo, Los tres estigmas de Palmer Eldritch o La transmigración de Timothy Archer. Lamentablemente no incluye mucha información sobre la génesis de los relatos cortos, pero aun así comprobaréis que la vida de Dick fue, al menos, tan interesante como sus mejores obras. Por otro lado, he llegado a sentir cierta vergüenza ajena al leer sobre su etapa final, tan mujeriego y manipulador como siempre y con el añadido de los crecientes delirios religiosos. Pero como se suele decir, nadie es perfecto. ¿Y quién quere ser nadie?

Umm, PKD sacaría una novela entera de esa frase...

Yo estoy Vivo y Vosotros estáis Muertos: Philip K. Dick 1928-1982, Emmanuel Carrère.
Je suis vivant et vous êtes morts (1993)
Minotauro, 2005. 320 págs, 17€.
La noche a través del espejo. Fredric Brown. Night of the Jabberwock (1950). Reino de Cordelia, 2014. 304 págs, 19€.

viernes, 8 de agosto de 2014

Consideraciones sobre las bases de concursos

Cuando uno empieza a tantear el mundillo editorial y trata de publicar algo, lo más normal es probar con concursos (otra gente opta por el peloteo y le va mejor, pero dejemos eso para otro día). Así, a la fuerza, se le va cogiendo el tranquillo a las bases de los concursos y empieza a diferenciar uno el trigo de la paja.

Y es que, aunque la mayoría de bases son en lo esencial prácticamente idénticas, hay convocatorias que parecen pensadas para que no te presentes. Seamos sinceros, señores organizadores: vale que estáis ofreciendo una oportunidad a escritores desconocidos, pero si nosotros no somos Reverte, vosotros no sois Planeta, así que no pidáis la luna con las condiciones de vuestra convocatoria. Queréis que la gente participe, ¿verdad? Pues ponedlo fácil.

Veamos unos cuantos ejemplos apenas alterados para proteger a los inocentes:

"Las obras deberán estar presentadas con interlineado 1.5, sangría francesa y tipografía gótica a 11.7 puntos". Muchachos, estamos en la era digital, ¿qué importa el interlineado y todo lo demás? Pedid que se use una tipografía fácilmente legible y chutando. Y lo mismo digo del formato de archivo. Admitid al menos RTF, que se puede generar desde cualquier editor de texto. No, DOC es de Microsoft y si trabajamos en Linux constituye una molestia adicional.

"No deberán ocupar más de siete folios y medio a una sola cara". Otra igual. Vamos a ver, ¿cuánto es una página de folio? ¿Es que esto es el siglo XIX? Poned los límites en número de palabras o, si os da por poneros quisquillosos, en el número de caracteres. Así sabré rápidamente si mi relato cumple con los requisitos. Pero es que, ojo, hay certámenes que todavía piden envío físico por triplicado, en sobre cerrado bajo seudónimo y con la plica aparte. No, no me lo estoy inventando. Eso sí, del fallo... te informarán por teléfono

"Haremos lo que nos dé la gana con los relatos no premiados". Meeeec. Fallo gordo. Con los relatos que no resulten premiados no se debe hacer nada, ni subirlos a una web ni leerlos en la quedada de la asociación ni nada. Porque entonces estoy tirando un relato a la basura: no gano y encima me quedo sin poder presentarlo a otros muchos concursos que exigen material inédito. Indicad claramente cuántos ganadores va a haber y qué va a pasar con ellos.

"La temática de los relatos se englobará dentro de los géneros de ciencia ficción, fantasía o terror". Esta es la típica mentira "por quedar bien", como cuando decimos que nos gusta cualquier tipo de música. Salvo raras excepciones, nadie publica un libro con relatos de space opera, fantasía romántica y horror lovecraftiano todos mezclados. Y si lo hace, no venderá un colín, doy fe. Por lo tanto, sed sinceros. No juntéis esas tres etiquetas sólo porque está de moda, ya que os enviarán un montón de relatos que, por muy buenos que sean, no vais a elegir porque no encajan con vuestros verdaderos intereses. ¿La cifi dura os la pone dura? Pues decidlo de antemano.

"Para participar, deberéis ser seguidores del blog / facebook / twitter y compartir la entrada en vuestro blog / facebook / twitter". Esto tampoco me lo he inventado, sucede. Por patético que pueda parecer, hay certámenes que dan más peso a su propia popularidad en las redes sociales que a elegir obras de calidad. Luego sale lo que sale, claro. Y la gente se pregunta por qué la literatura de género tiene tan poco éxito...

"Para participar, debes pagar 3€ por cada relato que envíes". Bueno, esto ya es la bomba. Ni siquiera el timo de pagar por publicar es tan indigno: aquí pagas por participar, sin ninguna contraprestación (aunque con gente tan pesetera, a nadie extrañaría que por un extra puedas mejorar tus posibilidades de ser elegido). Normalmente se justifica el pago como compensación al tiempo que dedica el jurado a valorar los textos, o la organización a imprimirlos y entregar una copia a cada miembro, pero eso nos hace comprender que la editorial no piensa asumir ninguno de los esfuerzos que conlleva sacar un libro. Para eso, mejor que se dediquen otra cosa.

Eso es todo por ahora, amiguitos. Estad atentos a las bases engañosas o innecesariamente complicadas, pensad que el mundo literario está literalmente (oh, el humor) lleno de certámenes y debéis elegir los que os convenzan. No es cuestión de ganar dinero (tema que ni he mencionado), sino de dar una salida digna a vuestras creaciones.

domingo, 13 de julio de 2014

Visiones 2012 en Lektu

Seguramente conozcáis ya Lektu, el nuevo proyecto online de venta de libros electrónicos apoyado por varias editoriales, principalmente por Gigamesh.

Pues bien, ya está allí a la venta la edición digital de Visiones 2012, antología seleccionada por los Verdhugos y publicada por la AEFCFT, y que incluye uno de mis relatos como ya os he dado la lata comentado en anteriores ocasiones. Aparte de ese innegable incentivo, podéis encontrar también historias de ciencia ficción, terror e incluso alguna de fantasía. Lo que se dice para todos los gustos.

El precio de la edición en ePub y Mobi es de 1.50€, aunque también podéis conseguirlo de forma gratuita simplemente mencionando en Twitter o Facebook que lo estáis descargando. La idea es promocionar la distribución del libro, ya que obviamente estos proyectos no se hacen para ganar dinero sino para dar a conocer a nuevos autores, así que no os dé corte recurrir a este sistema.

Y si esto del libro digital no os acaba de convencer, todavía pueden conseguirse ejemplares físicos de Visiones 2012 en Cyberdark por algo menos de 9€. No podréis quejaros de facilidades .

Visiones 2012, varios autores. AEFCFT, 2013. 230 págs, 1.50€.

viernes, 20 de junio de 2014

Servidor en la Delirio 13

El número 13 de la revista Delirio está ya a la venta, y como comentamos aquí mismo hace unos meses, incluye uno de mis relatos, el que ganó el premio Domingo Santos a finales del año pasado.

A mi entender, la principal seña distintiva de la revista Delirio es su eclecticismo, la asombrosa variedad de sus contenidos. Leer la Delirio es como probar un menú degustación con comidas selectas del mundo. Eso y el alto nivel de sus artículos (que en ocasiones llegan a ser intimidantes en su erudición) la convierten en un portal de acceso a lo ignoto. Más que revista, es un compendio de textos que no tienen cabida en las publicaciones de género al uso y que, de otro modo, permanecerían en territorio inexplorado.

Por eso resulta tan especial como extraño hallar una obra propia en semejante entorno. Estás leyendo tranquilamente a K. Le Guin, a Ramsey Campbell o a M.R. James, y de pronto aparece tu nombre. Precedido, además, de unas amables palabras del propio Domingo Santos. Si no lo sabéis ya de primera mano, creedme, leer elogios dirigidos a uno mismo resulta incómodo. Sobre todo cuando ese uno es plenamente consciente de las limitadas virtudes de su creación.

Imagino que quizás a Campbell (por poner un ejemplo) le ocurrió lo mismo cuando se vio en Dark Mind, Dark Heart junto a relatos de Bloch, Lovecraft o Hope Hodgson. Pero claro, él era un chavalín cuando empezó a publicar, y a este lado del teclado ya peinamos canas.

Aún no he localizado opiniones sobre mi relato (tal vez sea mejor que no lo haga, a veces es mejor vivir en la ignorancia y ser feliz).

Quizá parezca interesado por mi parte recomendaros que os hagáis con esta Delirio, pero verdaderamente contiene narraciones interesantes para muy diversos paladares. Yo mismo he tenido que comprar mi ejemplar y, aunque en este número no apareciera mi relato, no me arrepentiría de tenerlo (salvo por el problema de meter más libros en la estantería, como me pasa siempre). Además, ha sido mi oportunidad de leer por fin Remolinos de viento coloreado, la otra obra premiado con el Domingo Santos que, en efecto, pertenece a un estilo muy diferente al de Artículo 45.1, mucho más poético y metafórico, mientras que lo mío es una distopia de manual .

En fin, que espero que os guste. Disfrutadlo.

Delirio 13
Varios autores.
La Biblioteca del Laberinto, 2014.
288 págs, 15€.

lunes, 16 de junio de 2014

La noche a través del espejo

Si últimamente algún libro tenía todas las papeletas para gustarme, era este. Primero, porque me venía muy bien recomendado, segundo porque el autor (Fred Brown) me gusta desde leí ¡Marciano, vete a casa!, tercero porque la edición de Reino de Cordelia es excepcional y se nota el cariño puesto en ella, y cuarto y más importante, porque mezcla la novela policiaca y los relatos de Lewis Carroll sobre Alicia y sus extraños viajes. ¡Es que lo tiene todo para triunfar!

Pero no. La lectura es amena y entretenida, en ningún momento me he arrepentido de la compra, pero no va a pasar a mi lista de grandes novelas. ¿Y por qué? Pues lo de siempre, mi manía con las tramas. ¿Acaso La noche a través del espejo carece de trama? Al contrario, tiene dos. Y no casan bien.

Ojo, que vienen spoilers.

El protagonista de la historia es el director del modesto periódico local de una pequeña población de Illinois. Cansado de sacar siempre noticias mediocres de limitado interés, sueña con el día en que suceda algo con lo que pueda dar el bombazo. Y una noche van presentándose esas oportunidades, con intensidad creciente (un accidente en la fábrica de pirotecnia, un atropello, un robo en el banco que él mismo impide), hasta culminar con su secuestro por parte de unos peligrosos criminales que termina con la muerte de uno de ellos y la detención del otro. Irónicamente, no puede publicar ninguna de estas noticias por diferentes motivos, ya sea por no perjudicar a sus amigos o porque la policía quiere mantener el secreto hasta atrapar al resto de la banda. En otro giro final, tan propio del autor, cuando ya le sobran noticias para cerrar la edición las circunstancias vuelven a tornarse, y paso a paso se le comunica que puede informar de todo lo sucedido.

La otra trama es la que orbita (aunque no durante demasiado tiempo) alrededor de los libros de Alicia. Sin comerlo ni beberlo, nuestro protagonista se ve acusado de la muerte de dos personas y de agredir al sheriff (de esto último sí es culpable, aunque en defensa propia). Él sólo puede dar como coartada la visita de un curioso individuo para invitarle a cierta enigmática reunión de aficionados a Carroll, de la que carece de la más mínima prueba y que pronto se revela como un montaje. Esta parte es más floja, a pesar de su mayor potencial, porque no llega a aprovechar las posibilidades literarias más que con un par de pinceladas. Si en lugar de aficionado a Carroll lo hubiese sido de Dickens, por decir algo, no habría que cambiar gran cosa. Aparte de lo cual, enseguida se intuye quién es el culpable.

¿Cuál es el verdadero problema? Pues para empezar, que las tramas apenas guardan conexión entre sí, a pesar de que tienen lugar en la misma noche. Eso hace que mi siempre débil suspension of disbelief se vaya al carajo. Raro es que te secuestren unos atracadores, raro es que alguien cometa dos asesinatos y los cargue en tu haber, ¿pero las dos cosas a la vez, sin relación entre ambas? No way.

Además, las dos se estorban mutuamente. En una novela ya de por sí breve, no hay espacio para desarrollar adecuadamente las consecuencias de todos esos sucesos, y la acción aparece apelotonada, sin que llegue a calar su trascendencia. Esto lo podréis comprobar en la culminación del libro, donde el protagonista pasa de estar con el agua al cuello a solucionar todos sus problemas en un santiamén y de forma muy poco creíble. Pero muy poco, en serio, y con un pequeño Deux ex machina en medio. No cuento más por no revelar el final, pero vaya cuerpo de policía más poco profesional...

Adicionalmente (y me meto ya en teoría narrativa), el clímax de la primera trama tiene lugar al principio de la segunda. Esto es un desastre, porque nuestro personaje no puede sufrir una transformación personal en ese punto, o encararía el verdadero desafío con distintas expectativas. Por eso, toda la parte del secuestro y el tiroteo no parece tener importancia, porque nadie cambia a consecuencia de ello. Eso deja un sabor extraño en el lector (o por lo menos en mí), como si de pronto te fueran a decir que todo eso no fue más que un sueño. De hecho, algo así estaba esperando, dado el bajo realismo de lo que estaba sucediendo ante mis ojos y, sobre todo, que los relatos de Alicia no dejan de ser precisamente eso y, hasta cierto punto, hubiese estado justificado echar mano de un recurso tan manido.

Mala, en cualquier caso, no es esta novela. Simplemente, no tan buena como podría haber sido de centrarse en una sola de las tramas (voto por la segunda, por la originalidad). Ya sé que hablamos de los años 50, en un género por entonces volcado en el entretenimiento y no en alcanzar cimas literarias, pero sigo sin entender las notas que tiene en Goodreads. Si os apetece una lectura ágil y tenéis gustos diferentes a los míos (lo cual sería lo más normal), apuntadlo en vuestra lista.

La noche a través del espejo. Fredric Brown.
Night of the Jabberwock (1950).
Reino de Cordelia, 2014. 304 págs, 19€.

domingo, 27 de abril de 2014

Tres novelas extrañas

Lo de "tres novelas extrañas" iba a ser sólo un título de trabajo, pero al final me parece que resume perfectamente el espíritu de esta entrada. Voy a hablaros (si os apetece) de tres novelas cortas escritas en la primera mitad del siglo XX pero que escapan a convencionalismos y mezclan de forma extravagante clasicismo y modernidad. Coinciden además por poseer una fuerte carga sexual subyacente que no llega a eclosionar. Voy a comentarlas en mi orden de lectura, puramente accidental.


Relato Soñado (Arthur Schnitzler, 1925). Es quizá el más famoso de los tres por haber servido de inspiración a Eyes Wide Shut, la última película que dirigió Stanley Kubrick. De hecho me sorprendió descubrir que el film seguía, más o menos, los hechos narrados en el libro, aunque obviamente aquí se presentan de forma mucho menos explícita. Pese a todo, es un texto osado para su época, que incide en un análisis psicológico de la pulsión sexual en la mejor tradición freudiana (cualquier biografía sobre Schnitzler que leáis os mencionará su amistad con Freud).

Por si no habéis visto la peli, la trama sigue las frustrantes experiencias de un acomodado médico que descubre, para su propio asombro, los excesos y pasiones que se esconden bajo la aparente decencia de la sociedad vienesa de principios de siglo, orgías de enmascarados incluidas. Todo ello en un tono más psicológico que carnal, no creáis: baste que os diga que el protagonista no llega a "mojar" en toda la novela.

Es un libro intrigante, que no narra una trama al uso sino que realmente gira alrededor de los problemas de un matrimonio cuyos miembros se quieren, pero se sienten constreñidos por la necesidad de ser fieles al otro. En torno a ese eje aparecen las famosas escenas inconexas de depravación extrema pero puntual, que no llegan a influir realmente en sus vidas ni en su carácter. Pese a su relativa fama, esta breve novela es difícil de encontrar en castellano; yo tengo la edición de El Acantilado de 1999, editorial que ha publicado más obras del mismo autor.


Valérie y la semana de los prodigios (Vítêzslav Nezval, 1945). Que la fecha no os llame a engaño, esta breve novela, publicada en castellano en 2012 por El olivo azul, es la más arcaizante de todas las que os traigo. De hecho su creador la consideraba una novela gótica, y no sin buenos motivos, aunque más preciso resultaría decir gótico mezclado con surrealismo. También sirvió de base a una película, en este caso checoslovaca como su autor, conocida normalmente por estos lares como Valerie y la semana de los milagros.

Valerie, la protagonista, es una muchacha al borde de la pubertad que vive con su abuela en el caserón de un pueblo. Descubre entonces las incursiones nocturnas de un repulsivo anciano y su joven y apuesto criado. A partir de ese momento su vida y la propia realidad se verán inevitablemente alteradas. Y no os imagináis hasta qué punto.

Valérie es una narración absurda que resulta demasiado mutable para una mente clásica como la del que escribe estas palabras. De un capítulo al siguiente, los personajes malos se vuelven buenos, los buenos malos y las motivaciones que se nos habían dado para cada uno de ellos se revelan una farsa. Para, por supuesto, volver a cambiar al siguiente capítulo, y así hasta el retruécano final. El comienzo es prometedor y la escritura ágil, pero tantas mutaciones irreales hacen que no me importe lo que se haga de los personajes, porque de todos modos en unas pocas páginas volverá a modificarse.

Como decía, para ser una obra de finales de la 2ªGM y planteada ya desde los años 30, parece extremadamente timorata. O quizá esté siendo injusto, porque situaciones sexuales escandalosas hay muchas, pero todas parecen tan irreales como el resto del libro, como si ni siquiera sus protagonistas se las tomasen en serio. En cualquier caso, si os gusta el surrealismo y las obras fuertemente simbólicas, puedo recomendárosla sin excesivo remordimiento.


Mine-Haha (Frank Wedekind, 1903). La última novela corta de la que hablaremos hoy no ha sido siquiera traducida al castellano (que yo sepa), así que he tenido que leerla en la edición inglesa de Hesperus Press de 2003, que se precia de ser además la primera en esa lengua. Sin embargo, la obra ha inspirado al menos dos películas: The Fine Art of Love (2005) e Innocence (2004), ninguna de las cuales logra captar el espíritu de la obra porque, francamente, es muy rara.

La narradora, ya mayor, nos relata su infancia, transcurrida en un enigmático internado para niñas en mitad de un bosque, del que no era posible salir y donde sólo se les enseñaba danza y música (el subtítulo de la obra es "sobre la educación corporal de las chicas"). Más adelante descubriremos que esta institución se financia gracias a la representación de obras teatrales donde las muchachas interpretaban situaciones subidas de tono que enardecían al público, pero que ellas mismas no comprendían.

Leído esto estaréis esperando una trama de abusos o pasión prohibida, pero buscaréis en vano. Si algo caracteriza la historia es la falta de rebelión y de curiosidad por parte de las "alumnas" de ese internado forzoso (se supone que hay otro para varones). No saben qué hay fuera, ni si tienen familia, ni qué será de ellas cuando alcancen la pubertad y sean expulsadas, pero a ninguna le preocupa. Y eso precisamente me resultó mucho más inquietante que cualquier plan maléfico que tratara de explicar ese misterioso lugar por medios más convencionales. En cualquier caso, un relato para tomárselo con calma pese a su brevedad.


Y eso es todo por hoy. Diría que, de los tres, mi preferido es Relato soñado porque en el fondo lo que cuenta tiene sentido (aunque no tanto las reacciones de sus protagonistas), pero cualquiera de los tres ofrece una lectura muy alejada de lo habitual, lo que siempre es positivo


Adenda 31/01/18

Descubro ahora que en febrero de 2016 (es decir, con bastante posterioridad a la publicación de este artículo) apareció por fin traducida Mine-Haha: O de la educación física de las niñas, editada por Alpha Decay (a esta gente le debe de atraer las novelas raras, porque también fueron ellos quienes publicaron Ritual de David Pinner). Así que ya sabéis, ahora también podéis disfrutar de las idas de olla de Wedekind en castellano.

Adenda 12/01/22

Pues he descubierto por absoluta casualidad que la edición de Alpha Decay no fue la primera en castellano. Existe una versión de 1985 publicada por Muchnik Editores, impresa en Barcelona. Admito mi ignorancia, pero por lo visto era una editorial prestigiosa. La portada es la misma, así que seguramente la de Alpha Decay sea reedición de esta.

lunes, 7 de abril de 2014

La literatura infantil y el terror

No, no voy a hablar aquí de las obras de terror destinadas al público infantil, que ya han hecho correr ríos de tinta, sino de algo bien distinto: la literatura infantil como mecanismo dentro de la trama de una obra de terror.

Así dicho de sopetón puede sonar absurdo, pero es un elemento brutalmente bueno cuando se usa con inteligencia. La idea suele consistir en que la obra de un famoso autor de género infantil oculta en realidad tenebrosos secretos o mensajes ocultos. Vamos, algo así como descubrir que si lees al revés los poemas de Gloria Fuertes aparecen mensajes satánicos .

El contraste entre la literatura infantil, que por lo general evoca conceptos positivos como inocencia o bondad, y el elemento subyacente de terror me resulta fascinante y ya ha dado buenos resultados. El ejemplo más famoso seguramente sea El país de las risas (The Land of Laughs, 1980), la primera novela de Jonathan Carroll, publicada en castellano por Ultramar hace la tira de años y que, por algún misterio insondable, nunca ha sido reeditada en nuestro idioma.

En ella (ojo, spoiler), un biógrafo del fallecido Marshall France, mundialmente famoso autor de libros para niños, descubre que su admirado ídolo adquirió el poder de dar vida a lo que escribía, y ha dejado sellado hasta el último detalle del destino de su pueblo natal y sus habitantes. La cosa, os lo digo ya, no puede acabar bien, pero la novela es impresionantemente buena. Hay otras similares (como Zod Wallop) pero que yo sepa no se han traducido todavía.

Hallamos otra muestra más reciente en Mysterius el Increíble (Mysterius the Unfathomable, 2010) un cómic de Jeff Parker y Tom Fowler editado aquí por Norma. Allí se revela que el Dr. Gaust, otro autor de libros infantiles enormemente famoso y en teoría ya fallecido, ocultó ritmos cabalísticos dentro de las rimas sin sentido de sus cuentos, de modo que millones de niños y adultos, al repetirlas, le otorgan un enorme poder que le permite seguir viviendo en su propio mundo paralelo, donde gobierna como un tirano omnipotente.

En este caso la influencia de ese factor sobre la trama no cobra tanto peso como en El país de las risas, pero al ser un cómic cuenta con la ventaja del elemento visual: contemplar a todas esas "criaturas de fantasía", de formas imposibles (y que en el fondo siempre nos han dado un poco de miedo, como los payasos) convertidas en depredadores sanguinarios que no dejan de hablar en verso resulta enigmáticamente satisfactorio. Como una reivindicación de nuestros temores infantiles.

Me gustaría poder añadir un relato propio a esta tradición, es una idea que me atrae desde hace tiempo. La dificultad principal está en caminar por esa delgada línea que separa lo chocante de lo ridículo, abrazar el componente surrealista que ha de tener una narración de este tipo pero manteniendo siempre la lógica subyacente, sin caer en el recurso fácil de plasmar escenas absurdas sin motivo. Porque esa es la clave que hace que estas historias funcionen: que en el fondo todo lo que cuentan tiene perfecto sentido. Un sentido retorcido, siniestro y macabro, eso por descontado, pero sentido al fin y al cabo.

lunes, 17 de marzo de 2014

Mesa redonda sobre Lovecraft en La Mano Fest

El pasado día 15 de marzo, septuagésimo séptimo aniversario de la muerte de Howard Phillips Lovecraft, tuve el gran honor de participar en la mesa redonda dedicada a su figura e influencia que organizó en Alcobendas el Festival La Mano, dentro de las actividades de El Día de H.P. Lovecraft.

La jornada se desarrolló en el Centro de Arte de Alcobendas, unas instalaciones magníficas que me sorprendieron para bien, acostumbrado como estoy a presentaciones en locales estrechos con oxigenación deficiente (lo que quizá explique nuestras habituales idas de olla). La organización por parte de LaManoFest fue también estupenda, se les nota la experiencia en este tipo de eventos pese a la juventud de sus integrantes. Todo estaba ya listo, a la espera de que llegáramos con nuestro saber lovecraftiano.

El plantel de contertulios era de gran nivel: Óscar Mariscal (La Biblioteca del Laberinto), Javier Jiménez Barco (Barsoon), Andrés Peláez, Rubén Sánchez Trigos (Nocte) y Juan Antonio Serrano (ilustrador), y como moderador Manuel Arija, que distribuyó los turnos con destreza. El ambiente fue estupendo pero reconozco que tuve que forzar la máquina para estar a la altura (nadie bajaba de 80% en Conocimiento Lovecraftiano ).

Hablamos de las influencias que había tenido Lovecraft, su obra y su vida, falsos conceptos que se habían extendido sobre su personalidad (¡sí, nos metimos en el tema tabú: el racismo en HPL!) y finalmente sobre su influencia actual sobre la literatura, el cine y el ocio en general. Como suele ocurrir, esa fue la parte más breve pese a que inicialmente era la que daba nombre a la mesa redonda.

El enfoque fue más literario que otra cosa, aunque ahí estaba Juan Serrano para equilibrar un poco la balanza con apuntes sobre arte e ilustración, y las diferencias entre el estilo europeo y americano. Las diapositivas que preparó Misne unos días antes con portadas de libros y manuales de rol decoraron cíclicamente la pared que teníamos a la espalda, y sirvieron de apoyo a varias intervenciones.

Por cierto, podéis encontrar muchas más fotos sobre la conferencia en la página de Facebook de La Mano. En cambio, por desgracia no existe grabación de la charla ni en audio ni en vídeo, tendréis que fiaros de nuestra palabra sobre lo bien que estuvo (¡haber venido!).

Tras hora y media de animada charla (y eso que veníamos de conversar de esos mismos temas en el tren que nos llevó a Alcobendas), hubo que dar punto y final a la tertulia sin que quedara margen para el turno de preguntas, aunque varios asistentes se acercaron a nosotros y estuvimos charlando con ellos, tanto en la propia sala de conferencias como luego, degustando los horripilantes y deliciosos pasteles del concurso de postres terroríficos.

Por la tarde vinieron las demás charlas, las películas, los talleres, el resto de concursos... En definitiva, una magnífica jornada para los aficionados a HPL que, confiamos, se asiente en futuros años hasta convertirse en referencia del género. Muchas gracias a LaManoFest por su labor, su buen hacer y por invitarnos a unas cañas.