jueves, 17 de septiembre de 2015

Premio Nosferatu por «Hasta que no ocurre una desgracia»

Me llega la noticia de que he sido galardonado con el premio Nosferatu de Calabazas en el Trastero. Este premio se entrega al relato más votado por los lectores en cada antología, en este caso Calabazas en el Trastero: Conspiraciones, donde participé con mi historia titulada Hasta que no ocurre una desgracia. El premio consiste en la honra de la victoria y un póster del apolíneo vampiro que quedará precioso en el salón de mi casa cuando vengan visitas. Ya me imagino las caras.

Por desgracia (y es algo que ya hemos comentado en ocasiones), son pocas las personas que se deciden a mandar sus votos para el Nosferatu, así que no sé yo cómo de representativa es mi ajustada victoria sobre otros relatos de calidad como Tablas vaticanas, de Víctor Villanueva, o Prerrogativa vital, de David Jasso. Pero el póster ya es mío y no me lo quitaréis, mi tessoro.

Mi gratitud en cualquier caso a todos los que os leísteis mi historia (votaseis o no, que es lo de menos) .

Calabazas en el Trastero 17: Conspiraciones, varios autores.
Saco de Huesos, 2014. 210 págs, 7€.

jueves, 10 de septiembre de 2015

¿La dama o el tigre?

«¿La dama o el tigre?» es un conocido relato de Frank Stockton que, con lo breve que es, resulta interesante por varios motivos. Supongo que la historia os sonará, y en caso contrario podéis leerla de forma gratuita en inglés o en español.

Básicamente, un joven que ha cometido el delito de amar a la hija del rey es condenado a elegir entre dos puertas. Tras una de ellas hay un salvaje tigre, tras la otra una hermosa dama. Él, lógicamente, no sabe cuál es cuál; si abre la del tigre será despedazado, y si abre la otra se casará con la dama. Su amada, la princesa, ha descubierto lo que hay en cada puerta y le hace un leve gesto en dirección a una de ellas, con lo que parece salvado. El problema es, ¿y si los celos la han llevado a indicarle mal, para que no se case con su rival? ¿Y si por esa puerta sale el tigre?

Stockton escribió «¿La dama o el tigre?» en 1882 y pronto se convirtió en su obra más famosa, hasta tal punto que hoy apenas es recordado por otra cosa (lo cual es un poco triste de por sí). Más interesantes aún son las reacciones que provocó en su tiempo, porque donde digo que fue un relato famoso debería poner infame. El cuento no ofrece una respuesta al dilema que plantea, sino que lo deja en manos de los lectores. Este final abierto, algo tan típico hoy día, causó oleadas de indignación entre los lectores de finales del s.XIX, que durante años escribieron airadas cartas al autor exigiéndole que les revelase la conclusión de la historia. Evidentemente, no existe un final correcto, todo depende de nuestra perspectiva sobre la naturaleza humana, pero me resulta simpático ver lo poco acostumbrado que estaba entonces el público a estos artificios.

Otro aspecto digno de estudio en este cuento es su título. Cuando Stockton lo escribió, lo llamó simplemente «En la plaza del rey». El título definitivo lo surigirió el editor de The Century, la revista donde finalmente apareció, y estaréis conmigo en que resulta mucho más atrayente, despierta de inmediato la intriga del lector (como ya comenté hace tiempo, ahí está la importancia del título). ¿Habría alcanzado el mismo éxito de haber conservado su título original? Imposible saberlo con seguridad, pero me atrevería a decir que no.

La literatura, por cierto, no es el único campo donde ha despertado interés este relato. El conocido divulgador matemático Raymond Smullyan se basó en él para varios de sus problemas de lógica, sobre todo en el libro precisamente titulado ¿La dama o el tigre? Sin embargo, en sus problemas Smullyan convierte la elección de la puerta correcta en acertijos respecto a la veracidad o falsedad de ciertas afirmaciones, de forma muy similar al dilema lógico que comenté en otro artículo de este blog, Preguntas en el laberinto.


El final

Pero sin lugar a dudas, la cuestión fundamental de «¿La dama o el tigre?» es ese final inconcluso e inquietante. ¿Qué destino aguarda al chico, la muerte o el matrimonio? Son muchos los que han pretendido completar el relato de Stockton y yo, que no voy a ser menos, os ofrezco aquí mi final, breve pero intenso. Espero que os guste.

Todas las miradas estaban puestas sobre el joven y la terrible decisión que había de tomar. Todas menos la suya, que buscaba, como despidiéndose, a la princesa con la que había compartido un amor prohibido. Y entonces, en ese instante postrero, la princesa hizo un leve gesto que nadie más advirtió, señalando hacia una de las puertas. Ahora el joven lo sabía. Suspiró y con paso firme se dirigió hacia la puerta de la derecha, la abrió... y una mancha naranja y negra saltó sobre él.

La plaza chilló al unísono cuando el enorme felino lo desgarró con sus zarpas, cuando las terribles fauces se clavaron en su garganta. Muchos eran los que lloraban al ver cómo se apagaba una vida tan joven. La princesa estaba estupefacta, no alcanzaba a comprender lo que había ocurrido ante sus atónitos ojos. Se volvió hacia su padre el rey.

—No... no puede ser —acertó a decir—. El tigre no estaba...

El rey sonreía ladino.

—Ah, hija mía, sé cuán astuta eres y que cuando te propones algo lo consigues. Eres mi digna sucesora y un día este reino será tuyo, pero hasta entonces no puedo consentir que contraríes mi voluntad. No me cupo duda de que averiguarías en qué puerta estaba la doncella y te las arreglarías para indicárselo a tu amado. Por eso hice que mi fiel virrey, en el último momento, intercambiara los puestos que se habían asignado a tigre y dama. ¿Comprendes ahora, mi retoño?

Sí, ahora lo comprendía todo. Su padre la conocía bien. Pero no tan bien como aquel que había compartido su lecho. Él sí sabía lo celosa que era, y que llegado el caso prefería ver morir a su amado antes de verlo en brazos de otra mujer. Por eso el joven cuyo cadáver aún manchaba la tierra de la plaza había elegido la puerta contraria a la que ella le había señalado.

Fin


Eso es todo. Espero que os haya gustado y, tanto si es así como si no, que disfrutéis del relato original, que con la friolera de 133 años a la espalda sigue despertando pasiones. A todo esto, ¿vosotros qué creéis que salió de la puerta, la dama o el tigre? .

¿La dama o el tigre? y otros cuentos, Frank R. Stockton.
The Lady or the Tiger? (1882)
Ed. Sirio, 2009. 155 págs, 5€.

viernes, 4 de septiembre de 2015

El autor y las críticas

Últimamente he estado preguntándome si las críticas literarias sirven realmente de algo. Sí, ya sé que para el lector una buena crítica (que no una crítica buena) puede ser muy útil antes de gastarse el dinero, pero hablo aquí del autor. Como creador de la obra, ¿te sirven de algo las opiniones que puedas recibir?

Por explicarme mejor, vamos a analizar a grandes rasgos los tipos de críticas que existen, y qué puedes sacar de ellas.

Primero están los halagos, que francamente son lo peor. No sólo no aportan ninguna información útil, sino que (de forma deliberada o inconsciente) tratan de impedir que el autor siga evolucionando. No existe la obra perfecta, todas son mejorables y por lo tanto siempre queda camino por recorrer, pero eso no es posible si prestamos oídos a alabanzas exageradas. Es más, este tipo de adulaciones casi siempre son interesadas y buscan que en el futuro tú hagas lo mismo por ellos.

Por su parte, las críticas destructivas no son mucho mejores. No sólo rezuman hiel sino que la mayoría podrían resumirse en «no encaja con mis gustos», cosa que para el autor es irrelevante porque, obviamente, no va a cambiar de ideas y estilo sólo para agradar a ese lector (por no mencionar que en ese caso dejaría de gustar a otros y se quedaría en las mismas). Y si el autor deja que esas palabras duras le afecten, puede acabar tirando la toalla.

Entonces las críticas constructivas, que expongan los puntos fuertes y débiles de la obra y los razonen, deberían ser las más útiles para el autor. Y lo son... hasta cierto punto. Porque a lo sumo sirven para confirmarle lo que él ya sospechaba desde el principio (es el padre de la criatura, la conoce mejor que nadie). Y de todos modos, ¿qué se supone que debe hacer, reescribir la obra para corregir los fallos? Eso es casi imposible. ¿Tenerlos en cuenta para la próxima? Bien, pero casi seguro que será muy distinta y no se le podrán aplicar los mismos consejos.

Así que cada vez soy más partidario de no prestar atención a las críticas o, como mucho, restringirse a las de ciertas personas que, por calidad propia y similitud de gustos, nos puedan resultar verdaderamente orientativas. Cierto, cuesta mucho privarse de leer algo que habla de nosotros, y las opiniones positivas nos alegran y las negativas nos deprimen, es humano. Pero en el fondo da igual. ¿Cuántas grandes obras de la literatura recibieron críticas horribles en su tiempo? ¿Cuántas obras consideradas magistrales han acabado más que olvidadas? Por ejemplo, suelo acordarme de esta carta aparecida en la revista Astounding Stories en junio de 1936:

¿Por qué, en nombre de la ciencia-ficción, se les ha ocurrido publicar un relato como «En las montañas de la locura», de Lovecraft? ¿Tan apurados están que necesitan publicar esas chocheces? Si son relatos de ese género (…) los que van a marcar la futura línea de Astounding Stories, entonces que el cielo se apieade de la ciencia-ficción.

¿Qué habría pensado su autor de saber que hoy Lovecraft es considerado uno de los grandes maestros de la literatura de terror? Pues eso, que lo mejor es seguir haciendo lo que nos pidan nuestras musas y pasar de los críticos, que tampoco saben más que nosotros.

Y si a pesar de todo decidís prestar atención a las opiniones de los demás, conviene echar un vistazo a este artículo del blog "Historias que no contaría a mi madre", 8 consejos para gestionar las críticas negativas, para ver las cosas en perspectiva antes de sulfurarse.