Este año ha sido otro desastre literario y a duras penas he logrado acabarme diez libros. Y no será por falta de ganas, pero entre que voy menos en transporte público y otras complicaciones en casa, no he tenido mucho margen (y, seamos sinceros, hoy día el móvil es un serio competidor por el tiempo de lectura). Con todo, no está mal la lista de volúmenes, aunque unos cuantos han sido decepcionantes. Y eso siempre ralentiza la lectura, redundando en el efecto acumulado.
Lo que nadie me puede negar es la variedad: hay teatro, poesía, novelas cortas, clásicos, obras posmodernas...
Nicole Willson (2020)
The Parliament House, 2021. 292 págs.
Leí este libro dentro del Club de Lectura de los Mitos que organizamos de vez en cuando en Leyenda.net y debo decir que, aunque comienza con cierta gracia, ha sido muy decepcionante.
No es que haya nada terrible, pero tampoco nada maravilloso, va avanzando sin acabar de «romper» en ningún momento, y los personajes no llegan a mostrar todo su potencial. Aunque sí tiene algún toque «lovecraftiano», y la ambientación es interesante, no creo que en conjunto merezca la pena.
Ramón María del Valle-Inclán (1920)
Letra Minúscula, 2022. 161 págs.
Me daba cosa no haber leído nada de Valle-Inclán, así que por fin me he puesto con Luces de Bohemia, que es su obra más conocida.
Me ha costado entrar en el texto, seguramente porque yo esperaba una historia al uso (o incluso una obra teatral tradicional), y obviamente no es tal, sino una crítica al mundo cultural y social (y político, por supuesto) de su época, con una estructura confusa, pero he acabado disfrutándolo.
Carmen Jodra Davó (1999)
La Bella Varsovia, 2020. 85 págs.
No suelo leer poesía, pero me acerqué a Las moras agraces empujado por la fama de este poemario y la temprana muerte de su autora.
Me faltan tablas para juzgar, pero mi impresión es desigual. Hay poemas magníficos y otros que me parecen meros ejercicios de estilo (con calidad, eso sí). Creo que tendré que releerlo dentro de un tiempo para hacerme una idea cabal del conjunto.
Edward Morgan Forster (1908)
Alianza, 2005. 294 págs.
Pues esta novela ha resultado bastante decepcionante, y eso que tiene mucha fama. Se ambienta en Florencia (donde está la famosa habitación) y luego en Inglaterra, de donde son los protagonistas, y como está muy bien escrita, ha sido fácil de leer, pero toda la parte del romance y de la supuesta emancipación de la protagonista se me ha hecho cuesta arriba.
Todos los personajes, y especialmente los miembros del «triángulo amoroso», parecen unos pánfilos incapaces de valerse por sí mismos en la vida. Y claro, con esos mimbres cualquier conversación profunda parece palabrería de adolescente. Sobre temática similar, es mucho mejor La edad de la inocencia.
Frank Wedekind (1895)
Losada, 2014. 168 págs.
Ya había leído a Wedekind en su polémica Mine-Haha, y me atreví con esta obra de teatro que se supone base de la famosa película de mi admirada Louise Brooks, La caja de Pandora. Mi sorpresa ha sido descubrir que sólo contiene la primera parte, porque falta otra obra teatral de 1905 llamada igual que el film ¯\_(ツ)_/¯
En cuanto al texto, Wedekind vuelve a usar simbolismos y referencias sexuales omnipresentes pero nunca explicitadas. Se supone que Lulú, la protagonista, es fundamentalmente mala y usa su belleza para manipular a los hombres, de un modo que me recuerda a La Mandrágora (Alraune, 1911), pero realmente parece que ellos son bobos, porque no es que la chica sea muy sutil o retorcida. Intentaré conseguir la segunda parte para acabar de formarme una opinión.
Martí Sarroca (1987)
Júcar, 1987. 175 págs.
Está escrito bajo pseudónimo por Andreu Martín, autor que fue luego conocido sobre todo por la serie del detective Flanagan, dirigida a un público juvenil y que se publicó con posterioridad a esta novela.
No sé si será representativa de la calidad de Martín, pero me ha resultado decepcionante. Los personajes carecen de registro propio y no tienen reacciones sensatas acorde a la situación, la trama es inexistente y te pone unos infodumpings de enciclopedia cuando no viene a cuento. Ni siquiera la chica del título (claramente pensado para atraer el morbo) tiene mayor importancia en la historia, aunque el giro final pretenda arreglarlo todo.
Myriam Moscona (2012)
Acantilado, 2014. 275 págs.
Este libro es difícil de juzgar. Trata sobre el idoma ladino o judeoespañol (de ahí el título, «piel de cebolla»), y sobre el devenir de los judíos en la diáspora y de la propia familia de la autora, lo que en principio suena bien, y desde luego la prosa es de gran calidad.
El problema estriba en que no es una novela, y tampoco un ensayo, sino una serie de reflexiones inconexas, recuerdos, algunos sueños, historias familiares... De por sí interesantes, pero que no forman un conjunto coherente y acaban por aburrir un poco precisamente por esa falta de conexión narrativa.
Alejandro Dumas (1839-1849)
El País, 2007. 79 págs.
Necesitaba un tomo pequeño que me cupiera en la mochila, y esto apareció por mi mesa como por sorpresa.
Aunque no podemos poner en duda la calidad de Dumas padre, estos tres cuentos son bastante malos. No sólo anticuados en su planteamiento, lo cual es plenamente disculpable, sino como historias propiamente dichas. Están llenos de desconexiones argumentales, reacciones forzadísimas, etc. Vaya, un desastre.
Beatriz Alcaná (2022)
Ayuntamiento de Nava, 2023. 68 págs.
¡Otro tomo delgado que se cuela en la lista de lecturas! Es porque se incluyó en el Club de Lectura de los Mitos, de la web Leyenda.net, lo mismo que Tidepool a principios de año.
Esta novela corta usa la narración epistolar y tiene un estilo decimonónico que a mí, personalmente, me gusta. Pero le falta contenido, no logra que uno conecte con los personajes (tanto por su brevedad como por el distanciamiento de este estilo de prosa) y claro, cuando llegan los sucesos culminantes no tienen la fuerza que debería. Poner a todos los personajes apellidos de escritores conocidos no ayuda precisamente a darle realismo.
Fritz Leiber (1943)
Martínez Roca, 1989. 190 págs.
Qué ganas tenía de echarle la zarpa a este libro, que en castellano sólo se publicó en 1989 (me parece increíble, estando considerado un clásico del terror sobrenatural de su época, y de un autor bastante conocido, creador por ejemplo de la saga de Fafhrd y el Ratonero Gris).
Se le notan los años, y la premisa ya no funcionaría en la sociedad actual, pero sigue siendo una excelente lectura. Mi única queja es que tire por el suspense y no por el terror en sí mismo, porque con un par de cambios habría quedado tremendo.