domingo, 10 de enero de 2016

La Lotería (1948)

Me gusta analizar cuentos cortos que fueron influyentes en su momento, y creo que se debe a varios motivos. El primero es que se trata de algo factible: estudiar la génesis y el impacto de una novela es una tarea ingente, pero con un relato suele resultar sencillo. Otro motivo esencial, por supuesto, es que considero que el relato corto es seguramente la forma literaria más pura y que menos ha variado desde el comienzo de la historia escrita (no voy a entrar en discusiones, pero sí, soy de esos que prefieren antologías a novelas tochas). Y hoy me voy a dedicar justo a eso.

Uno de los relatos de terror que más impacto causó en el siglo XX fue The Lottery (La lotería), escrito por Shirley Jackson en 1948 y publicado ese mes de junio en la popular revista The New Yorker. Actualmente Jackson es famosa sobre todo por su novela de 1959 The Haunting of Hill House, paradigma de las historias de casas encantadas, pero a finales de los años cuarenta era una autora apenas conocida, que vendía sus relatos a revistas cuando podía y acababa de terminar su primera novela.

The Lottery (de apenas 3500 palabras) se desarrolla en un pequeño pueblo estadounidense sin identificar, donde cada año se celebra una lotería. Se da a entender que esta es una costumbre antigua y bastante común en su sociedad. Ahora bien, creedme cuando os digo que no os gustaría ser agraciados en este sorteo…

Hasta cierto punto es un misterio cómo llegó a publicarse algo así en el New Yorker. Al agente de Jackson no le gustó la historia, y tampoco demasiado al editor de la revista, pero todos parecieron coincidir en que poseía alguna cualidad especial que merecía la pena. La reacción del público no se hizo esperar, y en un principio no fue lo que se dice positiva. Como ocurrió con ¿La dama o el tigre?, los lectores inundaron la redacción de cartas airadas; algunas insultantes, otras meramente escandalizadas y muchas extrañadas. ¿A qué venía ese relato? ¿Qué quería decir, es que acaso ocurrían cosas así en algún lugar, o sólo trataba de burlarse de sus lectores? ¡Una revista seria no debería publicar ese tipo de historias tan poco edificantes, estamos muy ofendidos!

Estrictamente hablando, el relato no contaba nada que no hubiera aparecido ya, y de formas mucho más crudas y sádicas, en décadas previas (por ejemplo en la novela gótica o en las revistas pulp de terror). Si acaso, su originalidad estriba precisamente en la forma tan cotidiana, tan costumbrista incluso, que tiene Jackson de contarlo (antesala del estilo que luego perfeccionarían autores como Stephen King). En ese aspecto, The Lottery retrata deliciosamente a la clase media americana de su época, cuadro al que añade un toque de despiadada crueldad que sólo se va notando poco a poco, hasta que el lector empieza a ser consciente de que algo va mal, muy mal. Pero me parece que esto por si sólo no explica su éxito.

Opino que cuando un relato causa un efecto tan intenso en la sociedad, no se debe sólo al proyectil (es decir, al relato en sí) sino al impacto: golpea donde más daño podía causar. Situémonos en los Estados Unidos de finales de los años cuarenta. La Segunda Guerra Mundial ha terminado, el país es una incontestable superpotencia dentro de la naciente Guerra Fría, y en cada casa todo debe ser perfecto. Pensad, aunque sea adelantarnos unos años, en la clásica imagen de los años 50 a lo Doris Day: familia ideal en una casita con jardín, esposo sonriente que lee el periódico y fuma en pipa, ama de casa que lo tiene todo impecable y encima cuida su línea, niños que parece que nunca han roto un plato, etc. Hasta el perro se porta como debe.

Y en mitad de eso, cae The Lottery. Y no de cualquier forma, sino ante un público que no se esperaba para nada algo así, que nunca había leído obras de terror (salvo quizá las más clásicas) y que creía firmemente que la literatura sólo debe servir para ennoblecer el espíritu humano. Boum. Al aparecer en una revista tan sofisticada y urbanita como The New Yorker, Jackson logró el sueño húmedo de cualquier escritor de terror: que un montón de gente mentalmente virgen leyera un relato de terror sin saberlo. Si el texto aún hubiera comenzado de forma ominosa y siniestra podrían haberlo visto venir (y seguramente habrían dejador de leer), pero como hasta casi el final es todo tan… normal, tan americano, Jackson les sacudió donde más les dolía. A nadie le gusta mirarse en el espejo.

La duda que me queda es si la propia Shirley Jackson era realmente consciente de que acababa de escribir un relato de terror enormemente crítico (hasta despiadado) con la sociedad en la que vivía. Porque de ser así, ¿no habría tratado de venderlo por otras vías más «idóneas»? Pero, claro está, si hubiera hecho eso su influencia sobre la literatura posterior no habría sido ni de lejos tan intensa. Así que chapeau.

Cuentos escogidos, Shirley Jackson.
Editorial Minúscula, 2015. 163 págs, 18€.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leñe, me has picado la curiosidad por leerlo. ¿Se puede encontrar en español?
Un saludo.

Entropía dijo...

Claro, aparte de ese libro (Cuentos Escogidos) también se puede encontrar online: La lotería. Ahora, sabiendo de qué va no creo que te impresione tanto ;-)

Saludos,
Entro