Estaba buscando otra cosa entre mis documentos y ha aparecido este micro que perpetré hace un tiempo y que casi ya no recordaba. Suele pasarme. Me ha gustado al releerlo; faltaba pulirlo un poco (y quizá aún le sobre alguna cosilla) pero tenía sustancia. O vacío, quién sabe.
Se divide en dos segmentos de unas 170 palabras cada uno, para un total de 345. Espero que os guste.
Hueco
Cuando ella le abandonó, dejó un hueco en su vida que nada pudo rellenar.
Al principio lo notaba en detalles sueltos: la huella de su cuerpo en el colchón, el olor de su perfume al entrar en el cuarto de baño, pequeños recuerdos de su presencia que se resistían a desaparecer. Si hubiese olvidado, si no la hubiera querido tanto, se habrían esfumado como ella. Pero no era así.
Fue entonces cuando comenzó a darse cuenta de que el hueco que ella había dejado en su vida había cobrado vida, existía por sí mismo. Le besaba antes de que se fuera al trabajo, le revolvía los papeles cuando él estaba ceñudo, le abrazaba en las tardes lluviosas de otoño, tomando calor de su cuerpo. Nada había podido rellenar ese vacío y ahora era un ente hecho de nada. Aprendió a reconocerlo: una leve sombra de día, un tenue resplandor a oscuras, un jadeo bajo las sábanas cuando hacían el amor. Nunca le habló, pues sabía que cuando se es feliz no conviene hacer preguntas.
Ella no encontraba su hueco. Desde que le había abandonado parecía estar de sobra en todas partes y no encajaba en su nueva vida. Si se hubiese ido poco a poco, como era su intención, nada de eso habría ocurrido. Dejar de prestarle atención, responder con monosílabos, permitir que su espíritu fuera el primero en alejarse de la relación para seguirlo después con su cuerpo. Pero lo quería demasiado para hacer eso, debía marcharse en un suspiro o nunca lograría dar el paso, y por eso había dejado tras de sí su hueco. El hueco que nada había rellenado.
Cuando por fin regresó no fue para verle a él, sino para encontrar su hueco. Allí estaba, como un negativo de sí misma hecho de nada. Cuando se tocaron, hubo un destello y en instante ambas se habían evaporado. No quedaba rastro de su pasada existencia, nadie las recordaba. Ni tan siquiera él, que se preguntaba por qué notaba que le faltaba algo, si no había ningún hueco en su vida.
Y eso es todo. Por cierto, otro microrrelato basado en tomar literalmente expresiones hechas era En el país de los ciegos, lo digo por si os apetece echarle un ojo (o los dos).
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