Estaba convencido de que no iba a publicarse nada mío en 2019, y casi por sorpresa llega este Calabazas en el Trastero. Ya es el número 29 de la colección, está dedicado al curioso tema de las melodías infernales y contiene mi relato Sinestesia sin anestesia. Qué majos los chicos de Saco de Huesos.
Muy bien, vayamos primero con el título. En efecto, se trata de un pésimo juego de palabras, pero creedme cuando digo que se fundamenta en los sucesos narrados en la historia. La sinestesia, por si no os suena, es una alteración de la percepción por la que las respuestas sensoriales se mezclan. Por ejemplo, un número evoca un color, un sonido despierta una emoción determinada, etc. (no se puede especificar más pues varían mucho de una persona a otra). Siempre me pareció que la sinestesia se prestaba a una ambientación de terror, pues ¿qué verá la mente del sinestésico ante ciertos estímulos que para los demás son inocuos?
Sinestesia sin anestesia es un relato que tiene ya muchos años a su espalda. Lo escribí allá por 2013, evidentemente sin pensar en ningún momento en los Calabazas. Pretendía hacer algo más clásico de lo habitual, con un estilo digamos «decimonónico», y relacionarlo además directamente con el famoso relato de H.P. Lovecraft The Music of Erich Zann, que siempre me ha resultado intrigante por su indefinición. Si sois aficionados a los Mitos de Cthulhu sabréis que ha habido a lo largo de los años varias «secuelas» del mismo que, en mi opinión, resultan fallidas. En cambio en esta historia planteo otro enfoque: si Zann transformaba en música lo que veía por su ventana, ¿podríamos de algún modo rehacer a partir de su música esas demenciales escenas? Y ahí es donde entra la sinestesia.
Como influencia adicional de ese tipo de relatos y otros más arcaicos, hallaréis aquí mesmerismo, teorías médicas marginales y un experimento rayano en lo ilícito, pero tranquilos que todo ello se narra con elegancia. Nada de sangre ni violencia, que no en vano estamos en París.
En efecto, al igual que la obra de Lovecraft (que recurría a una ambientación difusa e imprecisa), se supone que Sinestesia sin anestesia se sitúa en París antes de los grandes cambios sociales y urbanos que trajo el siglo XX, pero sin especificar cuándo ni, sobre todo, dónde caía la inefable rue d'Auseil. Quizá sea mejor así, de modo que nunca sepamos con exactitud qué vio la señorita F. en aquella aciaga velada.
Varios autores.
Saco de Huesos, 2019. 160 págs, 9€.
Nota: La imagen que acompaña este artículo está tomada de un disco de Light in the Attic.
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