Segunda tanda de lecturas de este año. Con la primera decidí dividirlas de cinco en cinco libros y resulta que he leído los siguientes más pronto de lo que esperaba. ¿Han sido lecturas más ligeras, tal vez? O igual simplemente me han pillado con más ganas, vete a saber.
Estaba pensando, por cierto, que cuando lleve cien lecturas consignadas (van setenta y nueve al publicar esto) podría hacer un análisis estadístico para ver cuáles son los tipos de libros que más me atraen: géneros, épocas, extensión… Igual salen resultados que no me espero. Sobre todo, me da la impresión de que leo cosas bastante más antiguas de lo que suele hacer el lector medio, que rario es que se ponga con algo anterior a este siglo o, como mucho, finales del anterior.
Agustín Fernández Paz (1995)
SM, 2020. 91 págs.
Novela corta relativamente conocida, aunque yo no hubiera oído hablar de ella, que fue publicada originalmente en gallego. Es el típico relato de casa misteriosa (no en el sentido de fantasmas, tiene más bien toques lovecraftianos) pero, aunque no hay nada desastroso (salvo los problemas propios de la narración epistolar), tampoco hay nada que destaque. Lo peor son los personajes, me resultan muy poco creíbles, con esas vidas de ensueño y tan carentes de pasiones terrenales. Pero se lee fluida y rápida.
Philip Kerr (2019)
RBA, 2019. 324 págs.
La última novela del fallecido Kerr sobre su personaje más famoso, el policía alemán Bernie Gunther, resulta ser cronológicamente la primera, ambientada en Berlín en 1928. A pesar del interés evidente del libro, lo cierto es que resulta muy irregular. Hay mucho infodumping, muchos diálogos irreales, la trama es muy pobre... Se salva, como siempre, por la documentación histórica de la ciudad de Berlín en un momento tan intersante de su historia, pero poco más.
Sara Zarr (2007)
Alfaguara, 2017. 282 págs.
A veces hay que salirse de tu zona de confort y descubrir qué lee otro tipo de gente. Esta novela narra un periodo en la vida de una chica de 16 años en un pueblecito de la costa oeste de los EEUU, con sus errores del pasado, su familia de clase media tirando a baja y, cómo no, sus dramitas adolescentes.
A ver, literariamente no me parece gran cosa ni existe verdadero conflicto, pero me recuerda a los típicos mensajes larguísimos de los foros de relaciones sentimentales, y en ese sentido me ha hecho gracia. Además, la letra es bastante gorda y se lee todo bastante rápido.
Ross MacDonald (1949)
RBA, 2014. 268 págs.
MacDonald es uno de mis autores preferidos de novela negra, aunque en realidad no he leído mucho de él. Esta fue la primera novela de su personaje más famoso, Lew Archer, y casualmente la que se llevó al cine con Paul Newman de protagonista en Harper, investigador privado (sí, por manías de Newman le cambiaron el apellido al personaje). Lo cierto es que apenas me acuerdo de la película.
La novela comienza a un ritmo pausado pero va cogiendo fuerza, y encaja dentro de la corriente clásica del género. Lo más destacado es constatar la maldad de absolutamente todos los personajes que rodean al protagonista. No es un libro para personas optimistas.
Erich Maria Remarque (1929)
Edhasa, 2003. 255 págs.
Título que tenía pendiente desde hace mucho. Sin novedad en el frente viene a ser el equivalente alemán de Adiós a las armas respecto a su perspectiva de lo que supuso la Primera Guerra Mundial.
Es un libro duro, muy crudo para su época (aunque no exento de cierta ingenuidad) y que refleja maravillosamente los efectos de la guerra en toda una generación de jóvenes (la famosa «generación perdida»). Un clásico muy recomendable para quien esté interesado en ese periodo de la historia o en general en lo que supone combatir en primera línea.
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